Por Silvia Gómez - Clarin.com
Son 118 familias, que se instalarán en departamentos nuevos. Además de urbanizar, buscan liberar terreno que ocupará la nueva traza de la autopista. Las quejas.
Panorama. Los azules son parte de los nuevos edificios. Están en la zona que llaman “la containera”, a la altura de la Facultad de Derecho.
Máquinas viales, mezcladoras de cemento, ruidos de amoladoras, de martillazos y de hierros; obreros y arquitectos; bolsas de materiales y montañas de arena. Transitar por las calles de las Villas 31 y 31 Bis de Retiro es como atravesar una gran obra de construcción a cielo abierto. En estos momentos, el trabajo de infraestructura más importante se realiza en una zona que se conoce como "la containera": allí comenzaron a ser reubicados los vecinos cuyas casas se verán afectadas por la traza de la nueva autopista Illia, que correrá en paralelo a las vías.
Estos cambios implican que 118 familias tienen que mudarse: algunas ya lo hicieron, otras lo harán en las próximas semanas y en los próximos meses. Dejarán sus casas y el sitio que habitaron por más de 10 o 15 años para habitar departamentos que comenzarán a pagar en cuanto tengan los títulos de propiedad, según contaron las familias y confirmó a Clarín el Gobierno porteño. Y como podría sucederle a cualquier vecino, el cambio los abruma y, en muchos casos, los asusta.
Obras. Los edificios que siguen construyendo en la Villa 31. / Diego Díaz
En una recorrida de Clarín por la villa, los vecinos hablaron con este diario y se mostraron particularmente desconfiados del sistema conocido como "steel framing" o de construcción en seco.
Vías. La nueva Autopista Illia correrá en paralelo a ellas. / Diego Díaz
"Los procesos que implican mudanzas son complejos, siempre van a generar conflictos y, en el mejor de los casos, hay disconformidad. Hay que tener en foco que estas poblaciones han sido víctimas de promesas incumplidas de manera permanente", explica Pablo Vitale, de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ). El grupo trabaja desde hace años en la villa, asistiendo a los vecinos a nivel jurídico. "En el tema específico de la Illia, la gente no fue informada, no hubo consenso. Algo falló en términos del proceso de concientización. Es la primera experiencia de relocalización en la villa y nos parecía vital que fuera exitosa. Básicamente se trabajó mal la participación ciudadana", entiende Vitale.
Para descartar que hubiera problemas edilicios y también para acompañar a los vecinos, el Ministerio Público de la Defensa (MPD) participa y "monitorea" las reuniones y avances de esta etapa; el organismo incluso posee oficinas en la villa. "Estamos ante un período de conflicto, así es, pero es en estos momentos cuando debemos ser más ecuánimes que nunca, mediar y apaciguar ánimos", opina Lorena González Castro Feijoó. Y agrega: "Es verdad que los vecinos no fueron escuchados respecto de la traza de la autopista, las relocalizaciones y el método de construcción; sin embargo, es necesario comprender que no hay derecho vulnerado cuando se mejora el hábitat. El Gobierno hizo uso de su discrecionalidad técnica y eligió construir con un método que los vecinos no hubieran elegido y que quizá, por una cuestión cultural, nadie elegiría". Desde el MPD realizaron informes técnicos con tres arquitectos y concluyeron que el material es seguro y con mejor performance que la construcción tradicional.
Quizá el mayor desafío son los cambios sociales que se avecinan. "Las familias pasaron de una casa a un departamento. Están obligados a convivir, compartir escaleras, tirar la basura dentro de los horarios convenidos, mantener la limpieza. Las urbanizaciones obligan a realizar estos cambios, que son necesarios. Estas pautas de convivencia se irán adquiriendo poco a poco", compartió la defensora oficial.
En función de las quejas vecinales, el próximo núcleo de departamentos se construirá a la manera tradicional, es decir, con ladrillos: "Se tomaron en cuenta las observaciones y decidimos cambiar", dijeron desde la Secretaría de Hábitat e Inclusión, a cargo de las obras. Precisaron que ya se mudaron 22 familias, que en estas semanas se mudarán otras 16 y en julio, el resto. Entre otras obras, en diferentes sitios de la villa, ya se reconstruyeron canchas de fútbol, plazas, oficinas (de la Ciudad, y también de la AFIP y la AGIP), centros de salud y se puso en valor la avenida Gendarmería Nacional, en donde todos los días decenas de micros llegan para llevar a los chicos a las escuelas. En ejecución: redes cloacales, pluviales, suministro de agua, electricidad, pavimento y alumbrado público, que estaría finalizado para 2019. Las próximas obras son: el polo educativo con tres escuelas, el Ministerio de Educación porteño, viviendas nuevas y el famoso parque en altura que se realizará sobre la actual traza de la Illia.
Respecto de la Illia, persiste un importante conflicto: en el bajo autopista actual, viven cientos de familias que no quieren irse. Para la Ciudad es vital relocalizarlas, por una cuestión de habitabilidad, pero también para que avancen las obras.
La ONU identifica a estas poblaciones como "asentamientos humanos" y a sus habitantes como "pobres urbanos". Desde el programa Hábitat -que se creó en 1975- la organización promueve la visibilidad de estos barrios y la necesidad de integrarlos con las ciudades formales. Lo que sucede actualmente en Villa 31 y 31 Bis se replica en otras grandes urbes del mundo. En Buenos Aires, afortunadamente para las 250.000 personas que habitan las villas y asentamientos porteños, el Gobierno cambió una política de erradicación y negación, por una de integración. Para la integración de la villa de Retiro, la mas visible de todas, cuenta con créditos internacionales y un presupuesto que rondará los $ 6.000 millones. El tiempo dirá si las obras se logran con el mayor consenso posible.
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