En el sector remarcan que, pese al boom de captura del crustáceo, la actividad requiere de mejoras en la competitividad y de apertura de nuevos mercados.
Luego de años en los que la actividad pesquera vivió una profunda crisis, en parte por escasez de recursos en especies emblemáticas del país, pero también por precios internacionales deprimidos, desde hace dos campañas el panorama luce más alentador. Ya no se aplican derechos de exportación (eran entre 5% y 10%) y además, casi inexplicablemente, en los últimos años se observa una sobreabundancia de langostino en la Patagonia, con buena demanda de este crustáceo, pero precios bajos. En pocos años, se pasó de 40.000 toneladas a 220.000 toneladas de captura anual.
Según datos de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura nacional, el 2017 finalizó con exportaciones de peces, crustáceos y moluscos por unos u$s 2000 millones, aunque casi un 65% del total se explica por las ventas al exterior de langostino.
La gran disponibilidad de este recurso, sumado a la buena demanda internacional y las dificultades que atraviesan algunas pesquerías localizadas en el área de Mar del Plata (más orientadas a peces), está llevando a muchas embarcaciones del principal puerto pesquero del país a trasladarse a las aguas patagónicas con la intención de mantener el negocio y obtener alguna rentabilidad.
Frente a eso, las empresas asentadas en puertos patagónicos se quejan del "sí fácil" que tienen las autoridades para permitir la captura de langostinos a empresas o grupos de firmas que no tienen permisos para ello en la zona patagónica.
Plantean, además, la necesidad de convocar nuevamente a la Mesa Pesquera, que debió haberse reunido en diciembre pasado y todavía no lo ha hecho. Hay que aclarar, sin embargo, que en el medio cambió el ministro de Agroindustria y gran parte de su gabinete. El subsecretario de Pesca y Acuicultura, Juan Bosch, fue designado formalmente el pasado 10 de enero, pero no es un recién llegado al área, ya que anteriormente era el director de Pesca.
"Estamos pidiendo hace un año que haya urgente un plan de manejo del langostino, porque si no, no va a cerrar el negocio. Va a haber langostino por la naturaleza (gracias a la corriente del Niño y el aumentó la temperatura del agua) pero vamos a destruir el negocio porque todo el mundo va a pescar", sostiene Eduardo Boiero, presidente de la Cámara de Armadores de Pesqueros y Congeladores de la Argentina (Capeca), que reúne a las empresas que pescan y procesan en alta mar.
Boiero señala que pese al relativamente buen momento del langostino hay toda una agenda de temas a debatir en la Mesa Pesquera, que ya se reunió tres veces, encabezada por el presidente Mauricio Macri. Sin embargo, desde diciembre aguardan una nueva convocatoria. "Estamos bastante preocupados porque no hay ningún indicio de retomar la mesa y el trabajo que quedó pendiente", subraya el dirigente.
Los empresarios quieren plantear allí el debate sobre un plan de manejo del langostino para evitar el deterioro del recurso, planes de financiación para la renovación de flota y reglamentar la pesquería de calamar y langostino como zafra. Hoy la temporada de langostino se extiende entre fines de mayo y octubre, con el producido de la campaña deben afrontar costos durante todo el año, muchos de ellos dolarizados.
Por otra parte, piden mayor celeridad en la negociación de acuerdos comerciales para poder bajar aranceles de ingreso a mercados. Hoy el langostino paga 12% para entrar a España y 18% a China, arancel que podría bajar tras la decisión de Beijing el mes pasado de reducirlo a algunos productos.
Consultado sobre el presente de la actividad en Mar del Plata, Darío Sócrate, gerente del Consejo de Empresas Pesqueras Argentinas (CEPA), considera que la "rentabilidad del negocio cae especialmente por la operación en tierra porque el costo argentino es elevado". Sócrate adelanta que la idea es incorporar a los gremios a la Mesa Nacional Pesquera, donde podrían plantearse "aggionamiento de convenios de trabajo, juicios laborales, y además, mejorar la infraestructura portuaria y tener una terminal de contenedores" en Mar del Plata. Sin dudas, es un momento complejo en una ciudad donde un tercio de la población está relacionada directa o indirectamente a la actividad pesquera.
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