A raíz del drama que representa la desaparición del submarino ARA San Juan, se impuso en las conversaciones cotidianas el tratamiento de temas relacionados con el mar Argentino. En un primer momento me sorprendió el desconocimiento acerca del tema. En los medios de comunicación, para explicar el mar hizo falta recurrir a las comparaciones. Para entender sus dimensiones, sus riquezas y las personas que lo "habitan" se lo comparó con la región pampeana. Pero no es como esa región ni como ninguna otra. Es un espacio excepcional con el que la Argentina fue bendecida.
Aprendemos a conocer el territorio de la Argentina y sus regiones en la escuela, a través de una herramienta fundamental que son los libros de texto. Con ellos construimos el imaginario territorial de nuestro país. En ellos algunos temas se repiten hasta el cansancio. La región pampeana, por ejemplo, la hemos estudiado varias veces en la escuela primaria y muchas otras en la secundaria. Otros, como el mar Argentino, ocupan un espacio secundario, como parte de un capítulo, o ninguno.
Para analizar el tema tomé diez libros de texto de Geografía argentina para secundaria de mi biblioteca. Editados entre 1958 y la actualidad, por diversas editoriales. En ninguno el mar Argentino abarca un capítulo, en otros no figura. Se destaca uno editado en 1993, allí el mar y la Antártida ocupan doce páginas dentro del capítulo dedicado a la Patagonia. Solo en uno de los libros modernos encontré una página que incluye una infografía del mar donde se explica la soberanía de la Argentina.
Es curioso, porque si observamos un simple planisferio escolar es evidente que la Argentina tiene un rasgo que la distingue de muchos países y es su litoral marítimo. Si cambiamos de escala y vemos un mapa de la Argentina, es evidente su plataforma submarina. Y si volvemos a cambiar de escala, en el mapa bicontinental el primer plano lo ocupa la porción oceánica de nuestro territorio. Sin embargo, esta porción es desconsiderada en los libros.
El llamado de atención que significa la tragedia del ARA San Juan nos obliga a replantearnos la desconsideración que ejercemos sobre este espacio. Su importancia radica en numerosas razones, todas de peso, tanto que es difícil jerarquizarlas. Una de ellas es su dimensión, abarca alrededor de 1.000.000 de km², casi el equivalente a toda la Patagonia. En un millón de kilómetros cuadrados de mar pasan muchas cosas. Por ejemplo, 47.000 km de costa, desde el Cabo de San Antonio, en la provincia de Buenos Aires, hasta la bahía Lapataia, en Tierra del Fuego; una plataforma continental de 940.000 km²; una corriente submarina que aporta aguas de bajas temperaturas a un mar templado, permitiendo el desarrollo de una cadena alimentaria que alimenta, entre otras cosas, una importante actividad pesquera y a millones de hogares en todo el mundo. A esta somera lista hay que agregar aquello que todavía no sabemos de este mar. Porque los recursos naturales se transforman en tales cuando sirven para satisfacer alguna necesidad humana. Puede ser que esa necesidad todavía no esté satisfecha o no exista. Esta particular característica de la condición humana hace que se valoren los llamados recursos potenciales, aquellos que todavía no sabemos que vamos a usar o no podemos alcanzar.
Otra tragedia, la Guerra de las Malvinas, puso este espacio en su justa dimensión, pero parece que la necesidad de olvidar volvió a dejarlo en suspenso. Pretendemos sostener nuestro reclamo sobre las islas Malvinas mientras desconocemos las características naturales en las que se enmarca el conflicto.
Es necesario saber sobre la riqueza, la potencialidad de este espacio y sus problemas geopolíticos. Se nos escapa el conocimiento sobre esa orilla que se ubica a 200 millas desde una línea de base que es la costa. Esa milla 200 es nuestra, si un barco extranjero quiere pescar dentro del área, debe pedir permiso y pagar. Una de las tareas más difíciles en esta porción del territorio es su control. Perder el control de la milla 200 es perder el control del territorio, como alambrar tres lados de un corral. Conocer la problemática del mar Argentino nos permite entender la necesidad del submarino y engrandece la tarea de los 44 tripulantes que, hasta esta tragedia, hicieron un trabajo silencioso, anónimo e imprescindible. Dediquemos todo un capítulo a este tema.
Profesora de Geografía
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios mal redactados y/o con empleo de palabras que denoten insultos y que no tienen relación con el tema no serán publicados.