La compra del 51% de la cerealera expresa la voluntad de la potencia oriental de convertirse en árbitro de las decisiones globales sobre commodities agrícolas
Hay nuevos y respetables jugadores en el centro de la comercialización de granos en la Argentina. Son chinos.
La National Cereals, Oil & Foodstuffs -Cofco,
según sus siglas en inglés, gigantesca empresa procesadora de productos y
servicios agrícolas de lo que en otro tiempo fue el Imperio Celeste, se
ha quedado con el 51 por ciento del paquete accionario de Nidera. Se
pueden hacer interpretaciones varias sobre lo que eso significa. En lo
esencial, expresa la voluntad de la gran potencia oriental de
constituirse no sólo en la mayor compradora de granos del mundo, sino en
uno de los árbitros de las decisiones que se tomen en Occidente en
relación con las operaciones generales sobre las principales commodities agrícolas.Los chinos acaban de comprar, además, Smithfield Foods, la mayor productora norteamericana de carne porcina, con sede en Chicago, y se encuentran en negociaciones para quedarse con la división agrícola de Noble, otra estrella mundial de la alimentación, asentada en Hong Kong, y con plantas de acopio de cereales en la Argentina, además de contar con una participación en un puerto en Timbúes, cerca de Rosario.
Si a lo largo de añares los Estados Unidos y Europa fueron actores centrales en ese renglón de la alimentación mundial, ahora habrá que tomar en cuenta a China. Nidera se caracterizó siempre por la seriedad y discreta reserva con que manejó sus operaciones comerciales y financieras, sobre todo en mercados en los que no ha cotizado en bolsa, y nada se diga, por lo demás, de la circunspección china para los negocios.
Eso explica la amplitud del abanico de especulaciones sobre el precio que ha costado a estos últimos quedarse con el poder mayoritario para las decisiones de una empresa que ha sido modelo de creatividad e innovaciones agronómicas y tecnológicas en semillas, aceites, fertilizantes y herbicidas, entre otros renglones de una actividad que ha desarrollado en decenas de países durante casi un siglo de existencia.
Nidera nació en Rotterdam, Holanda, en 1920, y apenas nueve años después inició sus operaciones en la Argentina. Tan asociado ha estado nuestro país a su desenvolvimiento que la palabra "Nidera" es un acrónimo hecho con las iniciales de varios países: comienza con Holanda (Netherlands) y cierra con la Argentina.
Aquí ha realizado un trabajo relevante en la producción de semillas de maíz, trigo, girasol y soja, ésta en las últimas décadas, y ha sido una fuerza que ha tonificado con su impulso las exportaciones del país hacia el mundo. En estos últimos años, en que cualquier temerario dispuesto a dañar renombres y amortiguar el peso de las grandes tradiciones institucionales encontró más espacio que en otros tiempos para la irracional vocinglería, Nidera debió actuar en más de un momento, como tantas otras empresas nacionales y extranjeras, a la defensiva.
Veremos cómo se las arreglan los que han perturbado de manera inaudita las bases naturales de la seguridad jurídica, la propiedad privada y la apertura a las inversiones genuinas en la Argentina, para seguir con un tipo de juegos infantiles frente a una empresa cuyo poder decisorio ha pasado a manos chinas. La realidad es la única verdad, y es así como las penurias de la economía nacional están comenzado a gravitar para que entren en razones sobre lo que es gobernar con alguna seriedad quienes en estos últimos diez años lo han dislocado todo, hasta desperdiciar una década de ventajas mundiales comparativas para un país de las características del nuestro. Pero corresponde que miremos para adelante.
Demos así la bienvenida a los comerciantes chinos. Representamos culturas profundamente diversas. Ellos provienen de un país enorme, que hace treinta años comenzó a despojarse de las supersticiones comunistas contrarias a la protección de las inversiones extranjeras y a la apertura gradual hacia el comercio internacional.
Tienen todavía una noción distinta de los argentinos sobre el conjunto de las libertades públicas, comenzando por la libertad de expresión, pero cuentan con una tradición milenaria, desarrollada como imperio y preservada como república, sobre los fundamentos sólidos de la meritocracia: gobiernan, desde los niveles más altos, los que han probado antes suficientes habilidades, en un largo curso de honores, incluso en el propio partido hegemónico.
Existen, entonces, comportamientos para aprender de ellos en una sociedad en la que cualquier improvisado, por nepotismo o por lo que fuere, es promovido como si nada a expectables funciones de gobierno.
Nidera factura al año unos 17.000 millones de dólares. Cerca de un diez por ciento de esa cifra proviene de sus operaciones en la Argentina. Deseémosles a quienes retienen en ella el 49 por ciento del paquete accionario que puedan contribuir a su vez, desde el mercado chino, a afianzar las relaciones comerciales con Occidente. Será un nuevo servicio que preste, entre otros, para la agroindustria argentina, el sector más dinámico y eficiente de la economía nacional. Así lo ha seguido siendo, a pesar de todas las perturbaciones ocasionadas por gobiernos que no han entendido, ni considerado como lo merece, al campo argentino..
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