Por Roderick Mac Lean - Revista Noticias.
El balance muestra un mix de ineptitud, corrupción y política. Cayó el consumo.
Foto Credito Revista Noticias: Para atrás. El país dejó de ser el mayor exportador mundial de carnes a manos de Brasil. El consumo por habitante cayó a 57,2 kilos y el de aves creció a 34,14 kilos.
La hacienda vacuna tuvo el mayor aumento de precios de los últimos 40 años. Pero los integrantes de la cadena cárnica no lo pueden festejar, ya que la suba es la consecuencia de una drástica reducción del rodeo de más de diez millones de cabezas. Tampoco los consumidores pueden hacerlo porque debieron soportar, según el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA), un incremento del 72% que arrastró a los principales sustitutos: el pollo y el cerdo. El país de las vacas, que se jactaba de sus animales criados a pasto y de poner los mejores bifes en los platos del Primer Mundo, pasó en pocos años a tener un stock reducido de no más de 48 millones de cabezas, con una producción terminada en gran parte en feedlot (engorde a corral) y casi desaparecida de los principales mercados de exportación.
Son las consecuencias de un cóctel explosivo en el que se mezclaron durante varios años la ineficacia de los funcionarios, el cortoplacismo empresario, la ineficiencia productiva y la caída de la rentabilidad relativa con otras producciones que pelean palmo a palmo el terreno (la soja, por ejemplo). Es uno de los tantos efectos de la destructiva relación entre el campo y el Gobierno, en la que suele inmiscuirse el oportunismo de algunos empresarios que aprovecharon los subsidios gubernamentales.
El oficialismo, para mantener el precio de la carne vacuna, el pollo y el cerdo, impulsó subsidios a los feedlots, compensaciones por el maíz (principal alimento de la producción de las diferentes carnes) y un sistema de beneficios a los frigoríficos exportadores que estuvieran dispuestos a ofrecer “baratas” de carne que sirvieron más para justificar relevamientos del Índice de Precios que para mejorar el poder de compra real de los consumidores.
Así entre el 2007 y el 14 de julio del 2010 –última actualización de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario– los feedlots cobraron 1688 millones de pesos; los faenadores avícolas, 1647 millones; y los productores de cerdos, 89 millones.
Los cortes baratos, más caros. A pesar de los aportes de dinero público, un informe de CREA (Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola) señala que la carne vacuna tuvo en el último trimestre de 2010 un incremento del 21% respecto al trimestre anterior con un precio de 29,26 pesos por kilo en diciembre. Lo que más aumentó en diciembre fue el asado, un 27%. Y durante el 2010, la mayor suba se dio en los cortes más baratos y principalmente en la carne picada que alcanzó un 90%. El menor incremento fue el de la nalga, el 66%.
Los productores, engordadores e industriales se prepararon para un consumo extraordinario a fin de año, pero con el nivel de precios que se había alcanzado, los consumidores dijeron basta y se alejaron de los mostradores o se encaminaron en la búsqueda de alternativas. El precio de la hacienda cayó un 5% a fin de año y la industria avícola volcó al mercado una cantidad equivalente a un consumo de 45 kilos por habitante por año, según el analista Ignacio Iriarte. Las estimaciones anualizadas del Ministerio de Agricultura están al menos 10 kilos por abajo (34,14 kilos por habitante por año) de la inundación aviar de fin de año que comenta Iriarte.
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