Editorial II del Diario La Nación
Orgullo del campo argentino y puntal de la innovación, la Asociación de Consorcios de Experimentación Agrícola cumplió 50 años
En el colmado salón de actos de la Bolsa de Cereales, en esta capital, se festejaron los 50 años de la creación de la Asociación de Consorcios de Experimentación Agrícola (Aacrea). Fue una fiesta del campo argentino y de todas las entidades vinculadas a su desenvolvimiento y un hecho de trascendencia, además, para el país en su conjunto. En sólo cuatro años, a partir de la fundación del Instituto de Tecnología Agropecuaria en 1956, se puso en movimiento el proceso de transformación agropecuaria, cuyos resultados están hoy a la vista.
El primer grupo CREA había nacido en 1957. Reunía productores de los partidos bonaerenses de Henderson-Daireaux, del oeste provincial. La idea directriz de ese tipo de asociaciones, adoptada y difundida por el arquitecto y productor agropecuario Pablo Hary, provenía de Francia y caló honda y rápidamente en nuestra organización rural. Su finalidad esencial era lograr un aumento de la producción agrícola y de su rentabilidad, sobre la base de la adopción de las más modernas tecnologías en un contexto de sustentación ambiental. Cada uno de los grupos CREA está constituido por entre diez y doce empresas agropecuarias, que una vez por mes, y de manera rotativa en cada una de ellas, comparten experiencias y difunden sus resultados.
Aacrea reúne hoy a 200 grupos de productores que trabajan unos cuatro millones de hectáreas. En esos verdaderos laboratorios, con frecuencia a campo abierto, realizan sus experiencias ingenieros agrónomos, veterinarios y otros especialistas que asesoran acerca de las prácticas más recomendables para cada caso. Se estima que en ese plantel la Argentina cuenta con unos 250 profesionales de primera línea comparables con los mejores del mundo.
La influencia sobre el crecimiento de la producción excede largamente los mencionados cuatro millones de hectáreas del escenario activo de tales grupos. Ello se debe al efecto demostración que va generando el éxito de las experiencias en la vecindad y también a la generosa actitud infundida por Paul Hary a los CREA. Siempre tuvo en claro que el aumento de la producción debía estar al servicio del interés general y no sólo de los hombres de campo asociados al movimiento por él fundado.
Las constantes reuniones regionales están abiertas a todos y, quien se suma, es bienvenido por los organizadores. Se suscita así un ámbito de integración social de elocuente potencial en múltiples direcciones. Los congresos trianuales, el próximo de los cuales tendrá lugar este año, congregan a más de tres mil personas, con creciente predominio de jóvenes productores y la participación de profesionales, funcionarios y líderes sociales.
Por eso pudo decirse del último encuentro de esa naturaleza, realizado en Córdoba, en 2007, que había sido la contrafigura más elocuente de la Argentina del atraso y de la resignación. El Movimiento CREA ha impulsado llamativas acciones sociales en el terreno de la solidaridad social, en la educación, en la formación de recursos humanos y en la promoción del sistema de valores consustanciado con la Constitución.
En una experiencia de carácter ambiental, el sector lácteo de esta organización ha realizado una cuantificación de la llamada huella de carbono, que mide la suma de aportes al calentamiento global, con miras a lograr una reducción de ese indeseable fenómeno en las actividades lácteas.
En esta ya afirmada actividad, Aacrea y sus numerosos componentes perseveran en continuas y fructíferas manifestaciones de vigor. Eso explica el júbilo que ha acompañado la conmemoración de su primer medio siglo de existencia.
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