viernes, 12 de febrero de 2010

Nueva policía para la ciudad

Editorial I del Diario La Nación
Los primeros efectivos de la fuerza metropolitana han hecho su presentación en varios barrios y sitios de Buenos Aires
Tras excesivas idas y venidas, la Policía Metropolitana ya está en la calle, dispuesta a concretar la finalidad esencial que movilizó su creación: contribuir, dentro de sus facultades restrictas, a mejorar los índices de seguridad, claramente afectados por la delincuencia, que, desde hace mucho tiempo a la fecha, ha caído en el desenfreno. Esa presentación ha tenido auspicioso comienzo.
Sería positivo que nadie empezara a ponerles reparos a su desempeño y a sus objetivos, como ya ha ocurrido, porque la Policía Metropolitana no fue ni es prohijada por un capricho. Su existencia fue movilizada por la negativa del gobierno nacional y la renuencia de la propia Policía Federal a cederle a la jurisdicción del gobierno de la urbe autónoma los servicios metropolitanos que hoy en día tiene a su cargo esa fuerza (incluso los bomberos, que en otras comunidades del exterior se desempeñan por cuerda separada).

Sin ir más lejos, la mera adquisición de cinco pistolas de descargas eléctricas dio lugar a una oleada de protestas inconsistentes y hasta histéricas, tildando a esa arma, que equipa a las policías de numerosos países y, por acá nomás, a la institución policial cordobesa, de "instrumento de tortura, porque se trata de una picana encubierta", al margen de otras consideraciones más vinculadas con la política que con las labores policiales. Esos detractores ni siquiera repararon en que ese instrumento de marras tan sólo aturde, mientras que las armas de fuego matan. Tampoco en que una de las metas de la Metropolitana es recuperar la desaparecida imagen del agente ?ahora mal llamado "oficial"? de la esquina, amigo de todas las personas honradas y eficiente garante del orden, la tranquilidad y el respeto por la ley.

También es positivo que hasta el momento no se hayan dado noticias de cruces recelosos entre los policías porteños y los federales, de cuyas filas proviene, vía renuncias y consecuentes enrolamientos, considerable cantidad de los efectivos de la institución porteña. Es más, los hombres de la gorra "a cuadritos", por ahora principalmente repartidos por los barrios de Villa Urquiza y Saavedra, y las cuadras teatrales de la avenida Corrientes, han impedido un arrebato y el robo de un auto. Y tras haber intervenido a la vista del flagrante delito, han cumplido de inmediato con el deber que les imponen las leyes, su reglamento y el prudente ejercicio de la convivencia: pusieron a los presuntos delincuentes en manos de la Policía Federal.

Esa respetuosa relación debe perdurar para siempre y sin máculas, sobre todo en la medida en que los 500 efectivos de la Metropolitana vayan incrementando su planta de personal. Nada ni nadie debe enfrentarlos, pues cabe suponer que ambos cuerpos tienen un mismo credo: son los brazos armados de una sociedad que justificadamente pretende con ellos sentirse protegida, defendida y a salvo de la feroz delincuencia que la azota.

1 comentario:

  1. Debe agregarse una pequeña unidad de inteligencia criminal, asi podrán no gastar tiempos en rondines e ir directamente a las "cuevas" de los delincuentes.
    Tambien, crear la ONG "ciudadanos informan", que les pasan información de potenciales alteraciones del orden publico o de latrocinios.

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