Brasil busca ampliar sus exportaciones bélicas a América del Sur y el Caribe para estimular el desarrollo de su industria armamentista. Quiere garantizar la expansión de ese sector en un mercado regional estimado en 12.000 millones de dólares y que, de acuerdo con los expertos, tiene el mayor potencial de crecimiento en el mundo para la producción bélica.
La iniciativa para aumentar la presencia de la industria bélica brasileña en el exterior pasará primero por eliminar una medida de 2003, bajo el gobierno del propio presidente Lula da Silva, quien sancionó entonces una retención a las exportaciones de material armamentístico de 150%.
Según documentos publicados ayer por el diario Folha de Sao Paulo, los ministros de Justicia, Tarson Genro, y de Defensa, Nelson Jobim, pidieron a su colega de Desarrollo e Industria, Miguel Jorge, que proceda a liberar de ese gravamen a esta industria. Lo hicieron a través de una disposición interna llamada "Aviso 35/MD"
En esa solicitud, enviada el 21 de diciembre último, demandan que revoque el impuesto tanto sobre armas como sobre municiones. Hasta ahora, las únicas ventas de armamento que se eximen de pagar ese tributo de 150% son las destinadas a Argentina, Chile y Ecuador.
Tanto Genro como Jobim argumentaron, en el pedido a Industria, que "se ha hecho un enorme esfuerzo por aumentar las exportaciones (de armas), pero se interponen algunos problemas a esa iniciativa (el impuesto)". Genro, vale señalar, es uno de los hombres del círculo más íntimo de Lula. Ambos ministros coincidieron en señalar que el sector de fabricación de armamentos es clave para "crear la base industrial" que requiere la política nacional de defensa, en la que el propio presidente está comprometido."Esto requiere de empresas con capacidad de producción" moderna y significativa, dijeron los ministros. Por otro lado, subrayaron que ante las restricciones internas de ventas de armas, a partir de la ley de diciembre de 2003, "a las firmas productoras sólo les resta la posibilidad de exportar".
Lo contradictorio, de acuerdo al diario Folha, es que al principio de su gobierno el presidente Lula propuso al mundo que fuera gravado con un impuesto todo el comercio internacional con el fin de crear un fondo mundial contra el hambre. Hoy, el flujo mundial del comercio de armas se estima en alrededor de 35.000 millones de dólares. Como es obvio, ese cálculo se refiere apenas a las ventas legales. Si se toma en cuenta el contrabando esa cifra se multiplicaría por cuatro, dicen algunos especialistas en el área.
La industria armamentista brasileña se queja con amargura de que ha perdido mucho espacio en el mercado latinoamericano después que se fijó esa retención de 150%. Los actuales 12.000 millones de dólares que se gastan en Sudamérica y el Caribe están literalmente dominados por Estados Unidos, especialmente en el caso de Colombia que es el país de la región con mayor inversión en equipamientos bélicos.
Los expertos señalan que América latina es la región con mayor potencial para comprar todo tipo de armamento, desde vehículos blindados y tanquetas, a FAL, aviones caza, revólveres, ametralladoras y pistolas de todos los calibres. Es que según las estadísticas, ésta es la región del mundo que menos invierte en equipos bélicos: gasta sólo 1,94% de su PBI total en compra de armas, mientras que en el otro extremo, los países de Oriente Medio insumen 9,06%. Vienen después los del norte de Africa con 4,6%, seguidos por los industrializados que gastan 3,88% del PBI.
En el contexto sudamericano, Argentina y Brasil destinan respectivamente 1% de sus PBI al presupuesto militar, y Chile 2,55%. La política de los EE.UU. respecto a América latina se propone vender a estos mismos países armas convencionales sofisticadas.