Es lo que comunicó en una reunión con expertos en asuntos latinoamericanos, según uno de los invitados. El presidente electo también dijo conocer la idiosincrasia de los argentinos.
Donald Trump habla con la prensa en el lobby de la Trump Tower de New York, el viernes 13 de enero. Foto: EFE.
El ascensor saltó como una flecha y recorrió en pocos segundos los 26 pisos de la lujosa torre de la 5ta avenida de Manhattan, forrada de mármoles rojizos y bronces resplandecientes. Al llegar a destino se abrió una amplia recepción con espejos y una secretaria esperaba detrás de un mostrador, de espaldas a un cartel dorado que anunciaba que se estaba llegando a la zona más caliente hoy en Estados Unidos: The Trump Organization. Hasta allí llegaron puntuales, a la 1 de la tarde del jueves, un grupo de expertos en América Latina para hablar sobre la región con el presidente electo Donald Trump.
Uno de los participantes de la reunión dijo a Clarín que el magnate, que asumirá su cargo el próximo viernes, dejó en claro que considera a la Argentina como “un eje muy importante de la política de Estados Unidos para América Latina”.
Los invitados al encuentro fueron el diplomático y ex subsecretario para asuntos públicos del Departamento de Estado David Duckenfield; el experto en temas hispanos en Estados Unidos Freddy Balsera; Carlos Giménez Jr, ex asesor de Trump en Florida y el ex embajador de Guatemala en Washington Julio Ligorria, también especialista en asuntos del Triángulo Norte centroamericano, una de las principales regiones de donde llegan inmigrantes a Estados Unidos.
La reunión, dicen los expertos, se concretó por amigos en común, que pensaron que era una buena idea que se sentaran a hablar con el futuro presidente sobre la región.
Desde la recepción, los invitados pasaron luego a la amplia oficina alfombrada del futuro jefe de la Casa Blanca, con sillones de terciopelo rojo y zócalos dorados, que hacían juego con los marcos de los cuadros del lugar, donde se lo veía a Trump en distintas portadas de revistas. Allí los atendió por unos 20 minutos el presidente electo junto a su yerno, Jared Kushner, que fue un importante jugador en su campaña y será asesor clave en el futuro gobierno.
Al principio de la reunión hablaron sobre el tema de la inmigración desde América Central –un asunto que ha sido importante en la campaña de Trump--, pero luego el presidente electo dijo: “Ahora hablemos sobre América del Sur”. Allí tomó la voz cantante Freddy Balsera, que ha trabajado en las estrategias de campaña de Barack Obama y Hillary Clinton entre el mundo hispano y hoy tiene una consultora en nuestro país.
Balsera contó a Clarín que explicó a Trump que, luego de tantos años de hostilidad entre ambos países durante el kirchnerismo, “ahora hay un nuevo rostro con Mauricio Macri, una nueva disposición muy favorable para un mayor intercambio y tener una relación más fuerte entre Argentina y Estados Unidos”, y se ofreció como un puente para seguir fortaleciendo el vínculo. Trump escuchaba atentamente y estuvo de acuerdo: “El entiende la importancia de Argentina, agradece que estamos dispuestos a fortalecer esa relación. Tengo muy claro que él considera que Argentina es un eje muy importante de la política de Estados Unidos para América Latina”, señaló Balsera.
La charla fue distendida, y los protagonistas del encuentro describieron el estilo del magnate como muy “enérgico” y “pragmático”, en una reunión que se vio interrumpida varias veces por el ritmo frenético del teléfono.
Como hombre de negocios del mundo, pero especialmente del sur de Florida donde tiene múltiples emprendimientos, Trump dijo que conoce bien la idiosincrasia de los argentinos, así como de los venezolanos. Los compatriotas tienen un rol importante en el sur de la Florida como turistas, inversionistas, compradores inmobiliarios y también residentes.
Muchos han ido a sus hoteles, otros compraron sus propiedades. Ese tema salió a relucir durante el encuentro. A los argentinos y venezolanos “los conozco bien, todos pasan por mi Club”, dijo el futuro presidente, en referencia a su complejo Trump National Doral Miami, un country con golf en la zona.
Luego la charla viró hacia Venezuela y Trump les preguntó sobre la situación y la perspectiva de lo que sucedería allí en los próximos meses. El presidente se interesó también por el arresto del líder opositor Leopoldo López y el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma.
Según los expertos, Trump estuvo de acuerdo con ellos en que la situación allí “es un desastre, que sigue empeorándose y que hay que prestarle atención”. También hablaron sobre la situación del llamado Triángulo norte –Guatemala, Honduras y El Salvador- desde donde han llegado miles de inmigrantes en los últimos tiempos, en un viaje peligrosísimo desde sus países hasta llegar a la frontera.
Julio Ligorria, que fue embajador de Guatemala en Washington, contó a Clarín que “el mensaje que le dimos es que hay una razón de fondo en el tema migrantes para que vayan a Estados Unidos: no es gente que quiera irse de sus países, tienen que irse por la desatención de los gobiernos locales, sobre todo en materia de trabajo, salud y educación”, señaló. Ligorria fue uno de los que participó activamente en la llamada crisis de los niños migrantes que azotó la presidencia de Barack Obama en 2015.
El embajador apuntó a Trump que es necesario que Estados Unidos contribuya a frenar la corrupción en esos países, así como ayudar al fortalecimiento de los sistemas de justicia para frenar la inmigración. En ese sentido, Ligorria señaló que estaba satisfecho con la designación de John Kelly, ex jefe del Comando Sur, como ministro de Seguridad Interior, porque conocía bien el tema.
Al salir de la oficina, los expertos se cruzaron con Reince Priebus, el futuro jefe de Gabinete, y también con el designado asesor Stephen Bannon, pero no conversaron con ellos. Respecto del estilo del futuro presidente, coincidieron en señalar que vieron a un Trump “pragmático” y “amigable”, “muy receptivo a escuchar”, y “muy distinto al que vemos en la televisión”.
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