Crece el desconcierto en las agencias de inteligencia por la improvisación de Trump sobre la seguridad.
PARÍS (De nuestra corresponsal).- Los servicios de inteligencia europeos e israelíes pusieron en "cuarentena" a sus homólogos estadounidenses: dejaron de compartir información clasificada, sobre todo con la Casa Blanca, mientras tratan de investigar por su cuenta las denuncias contra Donald Trump .
El Mossad ( Israel), el Secret Intelligence Service (SIS) británico que reúne al MI5 y MI6, la DGSE francesa, el BND alemán y los australianos del ASIS temen que ciertas informaciones sensibles puedan terminar en poder del Servicio Federal de Seguridad Interior (FSB) y el Servicio de Inteligencia Exterior (SVR), las dos ramas en que se dividió el ex KGB después de la era soviética.
Los informes más explosivos sobre esos temores aparecieron en los últimos días en Israel, cuando la prensa local relató que los mismos responsables de los servicios secretos estadounidenses advirtieron a sus homólogos israelíes que "tuvieran cuidado" con la información que compartían con la Casa Blanca.
Después de ese episodio, los organismos occidentales se reunieron para discutir la forma de evitar la "transferencia" de información a los Estados Unidos después del ingreso de Donald Trump en la Casa Blanca. El más inquieto fue el delegado israelí, quien confesó su temor de que puedan filtrarse los métodos operativos clandestinos que utiliza el Mossad en Irán. La preocupación del Mossad obedece a los vínculos y a la cooperación que existe entre el FSB ruso y el Vevak iraní, según el especialista Ronen Bergman al diario israelí Yediot Ahronot.
Los dirigentes de las grandes agencias occidentales de espionaje están escandalizados por la improvisación que prevalece en el equipo de Trump. El mejor ejemplo parece ser el intento de nombrar a la cúpula de un organismo clave como es el Consejo Nacional de Seguridad (NCS), sostuvo el especialista David Rothkopf., considerado como uno de los mejores especialista del tema.
Dentro de ese organismo, se armaron en dos meses tres equipos de transición y, a una semana de acceder al poder supremo, todavía no están nombrados los principales responsables. "Es la peor transición de la historia", asegura Rothkopf, responsable de la revista Foreign Policy.
A una conclusión similar llegaron los consejeros de la canciller alemana Angela Merkel, que viajaron a Washington a fin de conocer las intenciones del nuevo presidente en materia de seguridad y política internacional. El equipo volvió a Berlín totalmente desconcertado, "sin haber podido lograr un panorama claro, coherente y comprensivo de los objetivos del nuevo gobierno", reconoció en público el vocero del ministerio de Relaciones Exteriores, Martin Schaefer.
Alarmadas por esa parálisis, seis agencias occidentales de inteligencia lanzaron investigaciones independientes para verificar la naturaleza de las relaciones que existen entre Trump y el Kremlin, determinar si el futuro ocupante de la Casa Blanca ofrece algún "ángulo vulnerable" y evaluar la extensión de los daños.
Esas organizaciones procuran confirmar si, como afirman numerosas fuentes, existen grabaciones de audio y video que podrían ser utilizadas por el Kremlin para chantajear a Trump. Pero, se verifique o no, todo parece indicar que el mal ya está hecho. El humorista norteamericano Andy Borowitz escribió esta semana que el futuro presidente había sido nombrado "el mejor empleado del mes" del Kremlin.
"Al principio me reí", escribió el columnista Nicholas Kristof, del New York Times. "Después reaccioné: es doloroso, incluso como broma".
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