Es una de las varias posibilidades que tienen los organizadores para armar la próxima ruta; Chile y Perú aceptarían volver al rally.
Stephane Peterhansel festeja su triunfo; detrás, el cartel de los tres países que organizaron la carrera en 2017; el año próximo la carrera podría volver a Chile. Foto: AFP
Si la organización de un Dakar comienza tras el final de la edición anterior, la versión 2018 inició su camino incluso antes de la salida de Asunción. Con varias ofertas sobre la mesa después de cuatro años, los organizadores tendrán la posibilidad de administrar alternativas y no armar un recorrido desde la escasez.
Desde la partida en Lima en el año 2013, la organizadora ASO fue sufriendo adversidades que complicaron el futuro de la prueba de aventura en el continente sudamericano, al punto que en 2016 la competencia se realizó sólo por los territorios de Argentina y Bolivia.
Una de las mayores obsesiones del director del rally, el francés Etienne Lavigne, es revertir las negativas constantes de Perú en los últimos cuatro años y de Chile en las últimas dos ediciones. Lavigne mantendrá reuniones esta misma semana con los gobiernos de ambos países para llevarse de regreso a París cartas de intención para volver al recorrido en 2018.
ASO entiende que la recuperación del desierto de Atacama, corazón innegable de la prueba en Sudamérica, es vital para festejar en 2018 el 40° aniversario de la competencia y los diez años en el continente.
El gobierno de Michelle Bachelet aceptó sentarse a negociar con los organizadores del Dakar. Es por eso que en esta semana Lavigne visitará en Santiago al ministro de deportes Pablo Squella, quien reconoció: "Estamos abiertos a revisar todas las propuestas que se nos presenten".
Con respecto a Perú, una fuerte versión indica que, luego de muchas negociaciones en noviembre pasado, el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski y los organizadores de la prueba llegaron a un principio de acuerdo para que Lima sea el punto de partida -o en su defecto de llegada- de la próxima edición.
El presidente del Instituto Peruano del Deporte, Óscar Fernández Cáceres, lleva adelante todas las negociaciones de un recorrido que pretendería tener además de la capital a las ciudades de Nazca, Arequipa y Tacna en consideración para al menos dos etapas del trazado.
Con estos regresos encaminados, Lavigne y su director deportivo, el español Marc Coma, ratificaron el interés de contar con Argentina el año próximo, bastión fiel del Dakar, que estuvo en las nueve ediciones en Sudamérica desde su desembarco en 2009.
En la última reunión con el ministro de Turismo, Gustavo Santos, quedó clara la intención de Argentina de apuntalar la zona norte del país para la prueba, con el objetivo de generar un plus de visitantes y actividad económica en ciudades no tan turísticas en época estival. Sobre el final de la charla quedó flotando en el aire la posibilidad de tener a la ciudad de Córdoba como epílogo de la prueba, en la región más identificada con el rally en toda Sudamérica.
La alternativa patagónica, presente en la primera versión sudamericana, -con la opción de llegar hasta Ushuaia- podría ser una propuesta para 2019, con el fin de cumplir un viejo sueño de Lavigne de unir todo el continente partiendo desde la ciudad colombiana de Cartagena.
En cuanto a Bolivia, hubo un cónclave con el presidente Evo Morales durante el día de descanso en La Paz, donde las autoridades del Dakar analizaron que para el futuro habría que explorar otra geografía del país, con la gran alternativa del llano y Santa Cruz de la Sierra como epicentro.
Morales apostó fuerte y pidió la largada o la llegada para 2018, aunque su ubicación en Sudamérica conspira contra esta intención; podría aparecer nuevamente la opción de tener la jornada de descanso.
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