Como todos los años en los primeros días de agosto miles de personas se agolpan en las puertas de la iglesia del barrio de Liniers para venerar al santo del trabajo, San Cayetano. Pero lo que muchos otros veneran son los contactos que les permiten acceder a cargos públicos en dónde perciben elevados sueldos y en muchísimos casos sin presentarse a trabajar.
Existen además aquellos que idolatran a altos funcionarios que acceden a los pedidos de favores que muchas veces resultan ridículos y por demás inadecuados.
Más allá de la llamada “depuración” que hizo Mauricio Macri al comienzo de su gobierno y las promesas de una función pública idónea, se puede ver que hay una continuidad de la “cadena de favores” que no se limita a ninguna bandera política en particular y pareciera ser que algunos puestos y beneficios están reservados sólo para los amigos de aquellos que estén en el gobierno. Los acomodados de ayer, hoy y de siempre.
Durante el gobierno de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández eran frecuentes los pedidos a sus hombres de confianza. Estos favores se extendían inclusive a altos funcionarios y llamativamente a jefes de la oficina de inteligencia, hoy la AFI, Agencia Federal de Inteligencia e iban desde la tramitación de DNI para nuevos residentes en la Argentina, créditos para la compra de camiones “para hacerlos trabajar” en Río Gallegos, hasta insistentes pedidos “de ingresos” en organismos públicos como la DGI y las Aduanas por tomar sólo unos ejemplos: “para los muchachos del partido que tenemos allá” alegaban.
Algunos de esos requerimientos se extendían además a: “me podrás dar una mano para que salgan unos decretos que hace meses están aún pendientes en el Ejecutivo Provincial” e incluían la subvención de proyectos privados. Algo habitual eran las solicitudes a un ex y alto funcionario de la Oficina de Inteligencia para colocar gente en las distintas embajadas y secretarías y en dónde “los ciudadanos santacruceños” tenían prioridad. La embajada ubicada en Caracas era muy requerida, aunque nadie lo entendiera ya que la embajadora asignada no se comportaba de forma diplomática con sus empleados sino todo lo contrario.
Hubo un caso de una mujer muy insistente, todavía en función, que le reiteraba, al por entonces Jefe de la Side, el ruego para obtener un cargo en alguna embajada, de su preferencia la de Estados Unidos. Un joven estudiante de abogacía, por ejemplo, era postulado por su padre, amigo del kirchnerismo, a un puesto en “algún organismo de Justicia”, el que fuera. Recordemos que existen casos de estudiantes nombrados con letra C como por ejemplo, Francisco Zannini en la Procuración del Tesoro de la Nación, algo que no corresponde ya que no terminó su carrera de grado al momento de su designación.
Otro de los pedidos frecuentes era la asignación de viviendas por parte del IDUV, Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda, que no siempre se atendría a las normas para designar a los adjudicatarios. De hecho uno de los “solicitantes” reclamó una para su hijo ya que sabía de antemano que al menos en esa etapa serían sesenta las que se repartirían.
La Cámpora ha sido una de las grandes agencias de colocaciones y favorecedoras de “amigos” ya que ha distribuido a los suyos por todas las oficinas y organismos públicos del país. Actualmente se están reacomodando luego del cambio de gobierno. No es cierto que se haya despedido a todo el frente camporista ni mucho menos.
Unos de los organismos públicos que depende del Ministerio de Defensa y que fue noticia el año pasado por lo masivo de los despidos fue Fabricaciones Militares. Allí a comienzo de año se separó a 140 empleados que más tarde se manifestarían en protestas mediatizadas. Por esos días, el ministro de Defensa, Julio Martínez declaraba que: “Hay áreas sensibles en las que se están haciendo auditorias”. Esa dependencia venía de ser manejada por Santiago Rodríguez, un hombre muy vinculado con la Cámpora, señalada como una agencia de colocaciones desde siempre.
¿Cambiamos?
Fabricaciones Militares es por estos tiempos la vedette de nombramientos de amigos en cargos públicos. Este organismo es dirigido actualmente por el interventor Hector Lostri, un arquitecto de urbanismo de la Ciudad de Buenos Aires, quién nombró a su hermano como jefe de gabinete de la empresa y a su primo, Jorge Latorre, como asesor de comercialización. Lostri fue desde el comienzo de su gestión señalado como un beneficiario del trabajo público al mismo tiempo que desarrollaba sus propios negocios inmobiliarios, algo considerado incompatible con sus deberes de funcionario.
Por otro lado la directora de administración, Mariana Policastro, nombró en la nueva gestión como su segundo a su primo Néstor Turina, y a su otro primo Francisco Bandeira como gerente de recursos humanos. Toda una genealogía puesta en la dependencia militar.
La ex vendedora de salón de la reconocida cadena internacional Falabella, Elizabeth Lasci, fue nombrada coordinadora comercial de Fabricaciones Militares por el ex sub interventor, Cristian Fernández, que renunció hace poco por las presiones de los hermanos Lostri debido a una denuncia de la propia Lasci por abuso de autoridad. Algunos creen que esto fue utilizado como un excusa por parte de los Lostri para desprenderse de Fernández.
Otro de los señalados como favorecido es Fabián Lago, representante de la marca Umbro en Argentina, compañero de partidos de fútbol de Mauricio Macri. Lago fue nombrado gerente comercial, se cree que es free - lance porque nunca asiste a trabajar. Finalmente quedó debajo del gerente, Silvana Franceschi, amiga de Hector Lostri, quién se desempeñaba como empleada bancaria. Empleados históricos señalan que esto se produjo por la falta de idoneidad que demostró Lago para el cargo.
Marcelo Lancelotti, nombrado director de producción, llevó a Fabricaciones Militares a sus amigos más cercanos como Marina Silliti y Juan Sagamaga, gente poco idónea para el puesto ya que no cuenta con experiencia y han pasado por encima de los viejos empleados de Fabricaciones Militares que ya había desplazado la Cámpora.
Es preciso señalar que todos cobran sueldo que van desde los $30.000 hasta a los $50.000, siempre y cuando no ocurra como en muchos otros organismos tales como la Procuración del Tesoro de la Nación dónde cobran el doble de lo que figura en los recibos, algo justificado como “incentivo”.
Más allá de todos y cada uno de los nombramientos pasados y presentes no se vislumbra en el horizonte más cercano una intención clara de reconocimiento e incorporación de empleados idóneos sino que se perpetúa la vieja costumbre del “puesto para los amigos”.
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