A mediados de agosto, el Perlan II remontará aprovechando los vientos de montaña de la Patagonia. Su misión será la de recoger datos sobre las condiciones meteorológicas
Se trata de la segunda misión de este aeroplano experimental (la primera se llevó a cabo en mayo en Minden, Nevada), y forma parte del Proyecto Perlan, iniciativa sin fines de lucro apoyada por el grupo Airbus. La razón por la que se eligió El Calafate como punto de partida, es que, por su cercanía con el Polo Sur, entre agosto y septiembre se generan corrientes de aire de montaña, conocidas como “ondas estratosféricas” que llegan hasta el límite con el espacio. “Tras el éxito de la misión en el desierto de Nevada, estamos listos para despegar desde la Patagonia, en busca de descubrimientos sobre nuestra atmósfera y un nuevo récord de vuelo en altitud sin motor”, dijo el responsable de la misión Perlan II, Ed Warnor. Antes de poder “surfear” las ondas de montaña estratosféricas, el Perlan II será “remolcado” por un avión propulsado. Cuando se desprenda, el piloto James Payne y su copiloto planearán por su cuenta de seis a ocho horas.
Gracias a su cabina presurizada, la aeronave puede volar hasta 90.000 pies (27,4 km) de altura sin necesidad de que su tripulación lleve trajes especiales. En esta oportunidad, se espera que alcance los 50.600 pies (15,5 km), y mejore el récord que establecieron en 2006 Steve Fossett y Einar Enevoldson, iniciadores del proyecto, a bordo del Perlan I. Con todo, la misión principal del Perlan II es explorar los límites del espacio sin contaminar, y recoger datos de los fenómenos meteorológicos en la atmósfera superior que puedan aportar una nueva visión sobre los efectos del cambio climático.
Para esto, transportará experimentos de científicos, colegios y universidades de todo el mundo. Uno de ellos buscará comprender cómo contribuye el Vórtice Polar (una suerte de ciclón en el Polo) en la transferencia de energía entre las capas más bajas de la atmósfera con las superiores y de qué manera las ondas orográficas (o estratosféricas) afectan la capa de ozono. El avión mide 25,6 metros; pesa 816 kilos y alcanza una velocidad máxima de 450,6 km/h. A ese punto, el indicador de velocidad mostrará solo 36 nudos (unos 66 km/h), debido al aire ultra- delgado a los 27.360 metros de altitud. “A esa altitud, se pueden ver las estrellas en pleno día”, declaró Payne.
En caso de emergencia, los pilotos tirarían de un paracaídas que rápidamente descenderá el avión a una altitud menor. Entonces, se desplegaría un segundo paracaídas de recuperación, bajando suavemente al Perlan II hasta el suelo. Una de las mayores contribuciones de esta experiencia será incentivar en los jóvenes el estudio de materias STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática, por sus siglas en inglés), quienes podrán seguir los pormenores de la aventura a través de Twitter @PerlanProject.
Además, el proyecto permitirá al grupo Airbus, principal sponsor de la iniciativa, ampliar su conocimiento sobre los vuelos a gran altura. “La visión de este proyecto es volar a una altitud que ninguna aeronave jamás alcanzó, y es un orgullo para nuestra compañía participar de esta extraordinaria aventura”, declaró Allan McArtor, presidente y CEO de Airbus Group. Los aprendizajes que surjan de esta misión contribuirán al diseño de una aeronave que pueda volar en planetas con atmósferas ultra-delgadas, como Marte.
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