La combinación de la forestación con la ganadería abarca 34 millones de hectáreas en el país, con destacadas ventajas económicas y ambientales. FOTO: INTA.
En un mundo destinado a cargar con un incremento en la cantidad de habitantes en las próximas décadas con un consecuente aumento en la demanda de alimentos, la intensificación productiva se vuelve una realidad que choca con una dicotomía: conservar o producir. ¿Es posible ser sustentables y productivos? ¿Hay tecnología disponible para enfrentar este desafío?
Para Marcelo Navall –ingeniero forestal del INTA Santiago del Estero– la compatibilización entre una ganadería más intensiva, un manejo forestal y el mantenimiento de las funciones del ecosistema es posible.
“Considero que existen combinaciones de sistemas silvopastoriles que pueden superar la dicotomía producción versus conservación”, aseguró Navall, para lo cual consideró “fundamental” la innovación técnica, el reconocimiento de los servicios ambientales y el control social.
En consecuencia, diversificar la producción surge como una alternativa promisoria. Es así que, mediante la implementación de un sistema silvopastoril –combinación del manejo forestal y la ganadería– se puede cuadruplicar la producción respecto del ganadero extensivo, entre otras numerosas ventajas económicas y sociales para el productor y el ambiente.
Es que el corrimiento de la barrera agropecuaria también afecta a la ganadería, una actividad desplazada hacia zonas de bosque nativo, donde el manejo del estrato leñoso es fundamental para la sostenibilidad ambiental y social de los sistemas productivos.
En consecuencia, surge la implementación de sistemas silvopastoriles (SSP) como una alternativa que optimiza la utilización de los recursos naturales.
De acuerdo con Pablo Peri –ingeniero forestal del INTA Santa Cruz / UNPA / Conicet–, “los SSP son la modalidad de uso de la tierra más frecuente en amplias zonas del país, que actualmente abarca 34 millones de hectáreas”.
En este sentido, aclaró: “Los SSP presentan características particulares de acuerdo al tipo de formación forestal: nativa o exótica, a la región de que se trate y al estrato de productores que lo implemente”.
De todos modos, subrayó que en todas las circunstancias presentan ventajas comparativas a los sistemas ganaderos o forestales puros en el aspecto productivo, ambiental y social.
Entre éstas, Peri destacó su aporte a la sustentabilidad ambiental por tratarse de una alternativa que permite la protección de los bosques nativos –en línea con los objetivos de la Ley Nacional 26.331– y la recuperación productiva de las amplias zonas de bosque nativo degradado.
En cuanto a los SSP instalados en forestaciones, se optimiza el uso de recursos, se diversifican las producciones y son compatibles con la producción de madera de calidad.
Dime dónde y te diré cómo
En los últimos 15 años, los SSP están en constante expansión en la Argentina, principalmente con bosques cultivados en Misiones, Corrientes, Neuquén y la zona del delta bonaerense del Río Paraná, mientras que su implementación en bosque nativo se concentra en las regiones Patagónica y Chaqueña.
Los sistemas de pastoreo en los SSP de las diferentes regiones se diferencian por su grado de intensidad, desde sistemas extensivos –caracterizados por largas extensiones de superficie y baja inversión de trabajo y capital- hasta los intensivos, donde la incorporación de recursos y tecnologías permite principalmente mejorar la calidad y cantidad de forraje disponible para los animales.
En Misiones, un 20% de la superficie total forestal corresponde a los SSP, de las cuales los productores familiares representan un 15%, unas 50 mil hectáreas. Fueron adoptados por numerosas ventajas, tales como la reducción del estrés calórico de los animales por efecto de la sombra de los árboles y la obtención de madera de grandes dimensiones.
Además, los productores notaron el incremento de la productividad forrajera y su concentración protéica, como así también la disminución de los riesgos de incendio por el pastoreo, y un efecto menor de las heladas y sequías prolongadas sobre la pastura o pastizal.
Por su parte, Corrientes es una de las principales zonas con bosques cultivados del país, con 6 millones de hectáreas de pastizales con ganadería pastoril. El sistema tradicional de cría en la provincia evolucionó a sistemas integrados de cría, recría e invernada.
Inicialmente, la integración de los sistemas forestales y ganaderos estaba acotada al uso del ganado con el único fin de eliminar el material combustible, y abarcaba solo un 25% del ciclo forestal. Luego, los productores ganaderos adoptaron los SSP como una alternativa para diversificar y mejorar la rentabilidad del sistema tradicional.
Hoy, la provincia cuenta con alrededor de 30 mil hectáreas bajo SSP compuestos por sistemas ganaderos de cría y/o recría y, en algunos casos, de ciclo completo. “Aquí, el desempeño productivo en términos de ganancias de pesos y reproductivos observados en los SSP son superiores a los sistemas ganaderos tradicionales”, detalló Peri.
Y agregó: “Para engorde de novillos, se mejoró de 0,198 kilos por animal por día en un sistema tradicional de ganancia diaria de peso vivo a 0,27 kg/animal/día en los sistemas silvopastoriles. Para vaquillonas en sistema de recría, se pasó de 0,255 a 0,32 kg/animal/día”.
De acuerdo con el Primer Inventario Forestal de Bosques Cultivados de 2002 el recurso forestal de Buenos Aires estaría compuesto por unas 100 mil hectáreas totales de bosques cultivados concentradas, principalmente, en la región del delta bonaerense del río Paraná y en la región sudeste. Este dato ubica a la provincia entre las principales del país con desarrollo de la actividad foresto-industrial.
El Delta cuenta con unas 80 mil hectáreas, de las cuales 60 mil se encuentran bajo manejo y otras 48 mil con potencial uso silvopastoril. “En esta zona, eliminar la biomasa de pastos que crecen espontáneamente debajo de las plantaciones mediante el uso del ganado vacuno es una técnica que va en aumento, lo que fomenta la implementación de los SSP”, explicó Peri.
Por su parte, aproximadamente el 70% de los bosques de ñire en la Patagonia tienen un uso silvopastoril con un escaso manejo integral en los establecimientos. De la superficie total forestada, la mayor actividad de SSP con plantaciones se desarrolla en Neuquén.
Allí, la Corporación Forestal Neuquina (Corfone) es la principal entidad que la desarrolla con vacunos que pastorean ambientes de plantaciones de pino ponderosa conjuntamente con áreas de mallines.
Entre las ventajas percibidas por los productores se destacan la protección que provee al ganado de los fuertes vientos o bajas temperaturas (principalmente en época de parición) y el aporte de forraje de calidad.
Asimismo, está la región Parque Chaqueño que comprende más de 60 millones de hectáreas y es la región forestal más grande del país. “En esta región, el término ‘silvopastoril’ se aplica inadecuadamente a una diversidad de prácticas o tratamientos”, aclaró Peri.
En un extremo, se ubican las modalidades con poco manejo y planificación como la ganadería a monte que consiste, simplemente, en hacer pastar o ramonear a los animales en el bosque nativo. Estas prácticas, repetidas durante décadas, alteran la estructura del bosque por su efecto directo sobre la regeneración, la calidad del suelo y el funcionamiento del ecosistema.
En el otro extremo, se han difundido notablemente prácticas de alta intensidad en remoción de biomasa leñosa, como el desmonte selectivo con siembra de especies forrajeras megatérmicas con el fin de incrementar la producción de carne bovina.
Este tipo de uso altera significativamente la estructura del bosque por dejar en pie arboles de las clases de tamaño mayores, no tiene en cuenta la reposición del estrato arbóreo ni la biodiversidad del ecosistema, y se suman prácticas que le dan mayor intensidad al tratamiento como repasos de rolados, agroquímicos y fuego.
Se estima que existen alrededor de 6 millones de hectáreas que tienen algún tipo de uso silvopastoril entre esos extremos.
Para lograr un equilibrio aceptable entre la mejora de accesibilidad y la conservación de las comunidades vegetales, Navall destacó que los tratamientos iniciales para intensificar la ganadería en comunidades leñosas deben ser de menor intensidad, menor severidad y menor frecuencia que los comúnmente aplicados.
“El tratamiento más difundido para reducir la dominancia de leñosas, incrementar la oferta forrajera y mejorar la accesibilidad en ecosistemas del Chaco Semiárido es el rolado”, recomendó Navall.
FUENTE: INTA Informa
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