Por Daniel Gallo - LA NACION
En el trabajo de recuperación del Almirante Irízar, incendiado en 2007, se invertirán 400 millones de pesos. El porte del navío ya muestra una mejor semblanza en el astillero Tandanor; en octubre próximo se colocarán los motores nuevos.
Foto LA NACION / Ricardo Pristuplik
Cambió la cara del rompehielos Almirante Irízar. Con la reciente pintura del casco, se recuperó la gallardía del buque incendiado en abril de 2007.
Después de tener toneladas de hierros chamuscados, el porte del navío muestra una mejor forma en el astillero Tandanor. En octubre próximo se colocarán los nuevos motores. Será ese el paso decisivo para llegar a su puesta en funcionamiento, prevista para mediados de 2012. Con una inversión de 400 millones de pesos, del anterior Irízar sólo quedará este casco embellecido. El resto será un rompehielos nuevo, según prometen los responsables del proyecto que ya avanzó en un 40 por ciento.
"Se dará un perfil diferente al buque, que antes estaba destinado en su mayor parte al apoyo logístico de las bases en la Antártida y, en menor medida, se dedicaba a tareas de investigación científica. Con la reforma en marcha, se invertirán esas prioridades, por lo que habrá muchos cambios en las estructuras internas", explicó Mario Fadel, presidente de Tandanor.
Los trabajos en el buque comenzaron, efectivamente, en octubre del año pasado, cuando el Irízar ingresó en el dique seco. En ese momento, se quitaron más de 850 toneladas de hierro. Por entonces, ya se había conseguido la aprobación del proyecto por parte de la clasificadora noruega DNV.
En 2009, se había presentado el anteproyecto diseñado por la constructora original del buque, la compañía SKF, de Finlandia. Fue rechazado por DNV, que pidió 52 modificaciones importantes para señalar al rompehielos dentro de los parámetros de seguridad internacionales. La empresa finlandesa se retiró luego de las labores de renovación y el desarrollo de la ingeniería básica quedó en manos del consorcio argentino-español Sener. Con los planos aprobados y la inspección diaria de un técnico de DNV en el propio astillero, el trabajo sobre el Irízar se repotenció. "Una reparación de esta envergadura puede ser un punto de inflexión en la industria naval argentina", comentó Martín Canevaro, el ingeniero encargado del proyecto.
Uno de las modificaciones estará en la planta de propulsión. Dos motores con más de 6000 kW de potencia fueron adquiridos a la empresa alemana MAN. También cuatro plantas generadoras de energía de 4000 kW de potencia. Ya están en el astillero, en espera de ser colocados a bordo. Esa labor deberá hacerse con el buque en el agua por el peso de esos equipos. Una grúa especial levantará en octubre próximo las 15 toneladas de cada motor y las 90 toneladas de las plantas generadoras de energía.
A partir de ese momento, arrancará el trabajo de ensamble de bloques que se arman en el Complejo Industrial Naval Argentino, integrado por los linderos astilleros Tandanor y Almirante Storni. Serán más de 600 los equipos que deberán montar los empleados de Tandanor. Y se promete que la tecnología de punta que se instalará dará mayores recursos al nuevo Irízar, como una sala de máquinas que no necesitará el control físico permanente de los marinos; un radar y un sistema de aterrizaje renovados para los dos helicópteros que transportará el buque y equipos eléctricos preparados para evitar la propagación de incendios como el que afectó al rompehielos durante la navegación de abril de 2007.
Además, el paso de corriente continua a corriente alterna también aumentará la potencia del buque en un 10 por ciento. Los trabajos eléctricos están a cargo de la empresa ABB, de Finlandia, y de una empresa subsidiaria en la Argentina.
Por el siniestro ocurrido hace cuatro años, quedó fuera de servicio el 70 por ciento del buque. Corrieron mejor suerte el sector llamado de habitabilidad, el edificio central donde están los camarotes y los puestos de mando, que resultaron intactos en el fuego expandido entonces desde la sala de máquinas. Sin embargo, se optó por modificar también esa estructura para ampliar la capacidad de alojamiento y los sectores destinados a laboratorios científicos. De las 245 personas que podían navegar en el viejo Irízar se pasará ahora a una capacidad de 313 camas, mientras que el espacio destinado a la investigación aumentará de los 74 metros cuadrados existentes a un total de 415 metros cuadrados.
"Esto no es una simple reparación. El Irízar en sí mismo es una empresa. Así lo consideramos en Tandanor. Por eso, la decisión política de hacer aquí este trabajo es un paso vital en la recuperación de la industria naval", contó Fadel. Por los plazos que se manejan en el astillero, se espera que la Armada pueda operar de nuevo el Irízar en la campaña antártica de 2012-13.
La expectativa se centra en que, línea de mantenimiento mediante, el rompehielos Irízar se mantenga en servicio al menos 30 años. Y si bien pasaron cuatro años desde el incendio, el avance empezó a notarse en los últimos meses. En los primeros momentos, tras el siniestro, se evaluó la conveniencia de reparar el buque o adquirir uno nuevo. El análisis oficial descartó el proceso de compra, ya que no existía en el mercado un buque de similares características, en venta, con entrega inmediata. Los presupuestos observados para la construcción de un rompehielos en astilleros extranjeros tampoco entusiasmaron.
Al tomar la decisión de reparar el navío, otra secuencia de decisiones llevó a pensar la posibilidad de realizar los trabajos en el exterior o en la Argentina. Se decidió, finalmente, realizarlo en Tandanor, pero con desarrollo a cargo de la empresa que había construido el Irízar en la década del 70. Las objeciones al diseño realizadas por la clasificadora DNV provocaron otro cambio, pues se dejó de lado la compañía finlandesa y se optó por la planificación local. En los últimos tres meses se hicieron los trabajos para finalizar la pintura del casco. Con la cara renovada, entonces, el Irízar espera volver a destino: la Antártida.
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