Por Daniel Gallo - LA NACION
El brigadier general (retirado) Rubén Montenegro firmó en noviembre de 2007 un documento que alertaba sobre el goteo permanente -y en aumento- de pilotos militares hacia las compañías aerocomerciales. El ex jefe de la Fuerza Aérea en los años 90 realizó ese análisis para el Centro Aeronáutico de Estudios Estratégicos. El Ministerio de Defensa estaba al tanto de ese estudio. El entonces segundo civil en el mando de la cartera militar era Germán Montenegro, hijo del autor del trabajo. Uno de los puntos fuertes de la investigación fue exponer el costo que el Estado asume para formar a un piloto: cerca de cuatro millones de dólares, invertidos entre la llegada del cadete a la Escuela de Aviación Militar y su capacidad operativa plena.
La ministra Nilda Garré sostuvo en 2007 y 2008 reuniones con ejecutivos de las compañías aéreas que tentaban a los pilotos militares, en especial con LAN. Buscó alguna clase de acuerdo no escrito para frenar esa sangría de experiencia que abarca un período prolongado. Es que entre 1993 y 2007 habían emigrado más de 400 pilotos, la mayoría antes de la llegada del kirchnerismo al poder. Esa tendencia cobró impulso de nuevo en los últimos años. Las empresas aerocomerciales buscan pilotos bien formados. Aquí y en el mundo.
La diferencia en la oferta económica es demasiado tentadora. Ocurre lo mismo entre los hombres de la Armada, muy solicitados por la industria naviera, y los efectivos del Ejército formados en actividades duales con la sociedad civil, como ingenieros y analistas de sistemas y comunicaciones. La vocación queda como ancla militar. Pero ese sostén espiritual puede ser desgastado por el desánimo cotidiano.
Una mirada a los vecinos les devuelve a los militares la pobreza de su propio reflejo en el espejo local. Brasil está encaminado a ser una potencia militar. Chile se refuerza cada año y Venezuela es un comprador compulsivo de armas. Acá no es cuestión de entrar en una carrera armamentista -que de hecho se da en la región-, sino de salir de la línea de indigencia castrense.
Garré y su equipo conocen la situación real de las Fuerzas Armadas. El secretario de Asuntos Militares, Gustavo Sibilla, subió a aviones biplaza de combate Mirage para mostrar que las autoridades políticas están cerca de las necesidades del personal. Quizá falte el convencimiento de políticos que no están en contacto con los militares. Y la presentación del tema a una sociedad refractaria a los gastos bélicos. Una compra de sistemas de armas se eleva a cientos de millones de dólares. Se necesita un acuerdo colectivo.
El trabajo de formatear el espíritu castrense ya fue realizado. Para evitar las pérdidas económicas que produce la expulsión del sistema de un piloto, habrá que concentrarse ahora en el corazón y en el músculo. Dar una ilusión y una herramienta.
El anuncio hecho por Garré este año sobre el comienzo de los estudios para dotar a embarcaciones con propulsión nuclear sirve para ilusionar. Las enormes compras de Brasil son también anuncios con varios años por delante para concretarse. Sin embargo, allá se discute públicamente sobre esa inversión, se fijan plazos concretos y se explica el sentido de la misma: que Brasil tenga la capacidad de decir "no" cuando dispute sus intereses con otra potencia. La Argentina lame sus heridas de hace treinta años. No encuentra cómo salir del laberinto.
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lunes, 6 de diciembre de 2010
Los vecinos apuestan a vigorizar sus músculos
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¿Por que no les piden unos pesos al ex-secretario de Transporte o en lo que esta en la valija de Antonini?
ResponderEliminarPobre patria mia