Beijing lidera un nuevo ciclo de desarrollo económico autosustentable entre Asia y el resto del mundo emergente que presciende de las grandes potencias
El año pasado, China superó a Estados Unidos y se convirtió en el mayor socio comercial de Brasil. Los dos grandes países en desarrollo quizás estén ubicados en lados opuestos del planeta, pero durante la última década sus crecientes lazos económicos son un símbolo de los cambios que se están produciendo en la economía global.
El dúo podría también estar preparando el terreno para uno de los mayores realineamientos de la economía mundial de la próxima década. Con poca fanfarrea, China probablemente este año surja como el país que hace más inversiones directas en Brasil, después de una serie de operaciones anunciadas en minería, siderurgia, maquinaria para construcción y transmisión eléctrica.
Esas inversiones forman parte de una lenta pero inmensamente importante tendencia. Hace poco coronada la segunda economía del mundo, eclipsando a Japón, China se está convirtiendo en el ancla para un nuevo ciclo de desarrollo económico autosustentable entre Asia y el resto del mundo en desarrollo; un ciclo que está eludiendo a Europa y Estados Unidos.
China no sólo está absorbiendo materias primas provenientes de otras economías en desarrollo, tal como sucedió en la última década. También comenzó a hacer inversiones en infraestructura e industria en esos países, algunas de las cuales fueron posibles gracias a sus compañías manufactureras cada vez más sofisticadas o a las atractivas condiciones de financiamiento que pueden ofrecer. Beijing durante algunos años invirtió de esta manera en regiones de África: ahora esas operaciones se extienden a todo el mundo. Para muchos países en desarrollo, el impacto del auge chino está volviendo al punto de partida.
“Es el inicio de un nuevo ciclo”, dijo Ben Simpfendorfer, economista de RBS. “China tiene compañías que están dispuestas a invertir, tienen productos que son suficientemente buenos, y están respaldadas por la abundante liquidez del sistema financiero del país”.
Ian Bremmer, presidente de la consultora Eurasia, comentó que no es casual este proceso, –encabezado por China– de desacople de Occidente. Es una estrategia para depender menos económica y, en cierta medida, políticamente de EE.UU. “Es una política muy conciente, que encabeza la agenda de todo líder chino. Están buscando protegerse porque sienten incertidumbre por las perspectivas económicas de largo plazo para el mundo desarrollado”, agregó.
Promocionar la innovación y estimular el consumo interno también son medidas que forman parte de esa estrategia, pero impulsar una mayor integración económica con el resto del mundo desarrollado es “la estrategia que puede aplicarse con bastante rapidez”. En ningún lugar se está sintiendo tanto el impacto de este proceso como en Brasil.
Cuando en la última década creció el comercio con China, los brasileños a veces se quejaban de que los estaban relegando nuevamente a su rol del siglo XX de proveedores de materias primas para las potencias industriales. Pero el año pasado la tan esperada ola de inversión china en el país finalmente llegó a las costas de Brasil. Si bien fue de sólo u$s 92 millones en 2009, los funcionarios del país estiman que este año superará los u$s 10.000 millones.
Esto tiene su explicación. Por un lado, China produjo una generación de compañías que producen bienes de capital que ahora son internacionalmente competitivos. Pueden ofrecer a los países en desarrollo trenes, centrales energéticas, maquinarias para minería y equipos de telecomunicaciones de suficiente calidad a precios que a menudo muy inferiores a los de sus rivales multinacionales.
Por el otro, está el respaldo financiero proveniente de su sistema bancario.Yi Huiman, alto ejecutivo del Banco Industrial y Comercial de China, afirmó hace poco que la institución estaba trabajando con el gobierno para proveer “ferrocarriles y financiación” en todo el mundo. Vale, la minera brasileña, acaba de firmar un crédito por u$s 1.230 millones con dos bancos chinos para financiar la compra de 12 cargueros a un astillero chino.
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