Foto: Aeropuerto de Ezeiza
Desde 2008, cuando el ex presidente Néstor Kirchner implementó el llamado “Plan Patria Grande” (que flexibilizó como nunca las exigencias para radicarse en la Argentina), el número de extranjeros que solicitan residencia no para de crecer. Actualmente, hemos llegado a un guarismo cercano a las mil personas por jornada.
Los interesados apenas deben acercarse a las oficinas de la Dirección de Migraciones con documento de origen y dos fotos 4x4 para recibir, gratuitamente, una credencial de “residencia precaria” que los habilita a estudiar, trabajar y permanecer en Argentina sin inconvenientes.
En la práctica, a lo sumo una semana después de su arribo ya tienen papeles oficiales y un número de CUIL para desempeñarse en cualquier tipo de trabajo.
En una segunda fase, deberán presentar un certificado de antecedentes penales y, tras el pago de una tasa muy accesible, conseguirán DNI y una residencia temporaria por dos años que les otorgará los mismos derechos civiles de un argentino. Inclusive, podrán votar en comicios municipales y provinciales.
Los inscriptos en 2017 fueron mayoritariamente paraguayos (60 mil), bolivianos (40 mil), venezolanos (30 mil), peruanos (20 mil), colombianos (16 mil), brasileños (8 mil), chilenos (cuatro mil), ecuatorianos (tres mil), uruguayos (tres mil) y chinos (2700). A estos guarismos debemos sumarles las decenas de miles de ciudadanos foráneos que permanecen en esta geografía sin contar con papeles oficiales.
Basta señalar que el cónsul paraguayo en Buenos Aires, Jorge Riquelme, reconoció que cerca de 300 mil de sus connacionales habita aquí de manera irregular.
Se estima que Estados Unidos tiene 12 millones de indocumentados, Europa cerca de diez millones y, en nuestro país, superamos largamente el medio millón.
La progresión de los últimos años arroja una serie de resultados que estremecen. Para que quede claro: Argentina (215 mil) recibió más gente en 2017 que toda Europa (180 mil). Según el Censo 2010, la República Argentina tenía por entonces apenas 1,8 millones de extranjeros, menos de un cinco por ciento de su población. Pero, en el último lustro y medio, todo ha cambiado.
En 2011, más de 250 mil personas nacidas en otros países lograron la radicación oficial en estas tierras.
En 2012, la cifra trepó a 286 mil.
En 2013, se mantuvo similar: 276 mil.
En 2014, bajaron a 200 mil.
En 2015, treparon hasta 260 mil.
En 2016, fueron casi 220 mil.
El año pasado, un número similar, 215 mil.
En 2018, impulsado fundamentalmente por el éxodo venezolano, los números podrían ser récord superando largamente el cuarto de millón de solicitudes.
Una simple suma nos dice que en solo ocho años ya tenemos casi dos millones más de extranjeros.
Los foráneos se han duplicado.
¿Son pocos o muchos un total de casi cuatro millones de habitantes nacidos allende nuestras fronteras? En el mundo, se cree que existen unos 250 millones de migrantes. Eso representa poco más del tres % de los seres humanos. En nuestro país, estaríamos frente a una cifra de extranjeros superior al nueve por ciento del total de nuestra población. Estamos ya triplicando la media mundial. (Fuente www.perfil.com).
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