La verdadera ruta de las armas ilegales

Por Rolando Barbano - Clarin.com
Fuera de la ley. Los policías bonaerenses denuncian como robada o extraviada una pistola por día. En diez años, a la lista de armas perdidas en la Provincia se sumaron 70.000 piezas.


Podría haber sido una más de tantas, pero esa noche le tenía reservada una tragedia particular. Eran las 18.30 del 29 de julio de 2015 cuando la agente María Belén González (23) salió de trabajar en Avellaneda para encontrarse con su tía en la estación de San Francisco Solano.

Aunque ya estaba fuera de servicio, seguía con su uniforme puesto y el arma reglamentaria atada a la cintura. De repente se escuchó a un auto acelerar. La agente reaccionó con buenos reflejos: empujó a su tía a un costado y la salvó, aunque ahí se acabó su fortuna. El coche la levantó por el aire y la dejó tirada en medio de la calle, pero enseguida se detuvo, retrocedió y le volvió a pasar por encima. Recién entonces frenó, para que bajara un ladrón. El delincuente buscaba una sola cosa: la pistola calibre 9 milímetros de la mujer policía. Se la robó, subió otra vez al vehículo y pasó de nuevo por sobre la chica.

A María Belén le calcularon apenas horas de vida. Tenía fractura de clavícula, cadera, fémur, tibia, peroné, pelvis y cráneo, entre otras lesiones. Pero se salvó. Hoy lleva más de un año en recuperación.

El mismo tiempo que suma su arma en manos de delincuentes. Un botín tan preciado que hay quien es capaz de matar para obtenerlo. De matar para poder matar más.

Uno de los grandes condimentos de la inseguridad es el mercado negro de armas. El armamento que usan los asaltantes, en su mayoría, no tiene su origen en armerías legales ni llega de contrabando por las fronteras: sale, casi en exclusiva, de manos policiales, arsenales y depósitos oficiales.

En la provincia de Buenos Aires, el territorio más caliente del país -registra la mitad del total de delitos que ocurren en la Argentina- hay estadísticas que arrojan indicios para entender por dónde viene el problema. Los policías de la Bonaerense denuncian como perdida o robada un arma por día, según los registros que lleva la auditoría de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad. Las denuncias llegan hasta esa oficina porque los oficiales pueden recibir sanciones por perder su pistola calibre 9 milímetros. Algunos se arriesgan a sufrirlas a cambio del dinero que obtienen por vender la suya en el mercado negro. Otros vacían depósitos de comisarías y, de tanto en tanto, hacen un blanqueo: anuncian que detectaron “faltantes” en los arsenales.

Las armas que incauta la Justicia son otro agujero por donde se reciclan los fierros. Los juzgados tienen bóvedas en las que se dejan los elementos secuestrados en los expedientes penales. No hay ninguna base de datos unificada sobre lo que hay allí y las pérdidas son incontables. Esta semana se supo, por caso, que dos pistolas que se suponían guardadas en el depósito de los Tribunales de San Isidro aparecieron en un tacho de basura.

En la última década al ex RENAR (Registro Nacional de Armas) llegaron 300.000 armas, recuperadas a través de los planes de desarme. Pero el 18 de diciembre de 2012, por ejemplo, “desaparecieron” 200 de ellas de un garage; una reapareció el 9 de enero del año siguiente, en manos de un asaltante detenido en el Conurbano. Las plantas de Fabricaciones Militares, como la de Fray Luis Beltrán (en Santa Fe), también aportan lo suyo: en enero último las nuevas autoridades descubrieron un faltante de 3 millones de balas; del Batallón 603, ubicado al lado, ya se habían evaporado 154 fusiles FAL en 2011.

En la provincia de Buenos Aires hay otro indicador para medir el mercado negro. El REPAR, registro bonaerense de armas, tenía a fines de 2005 un listado de 107.066 piezas con pedido de secuestro. Es decir, que habían sido denunciadas por sus dueños -civiles y policías- como robadas o perdidas. Hoy, unos diez años después, la cantidad de armas con pedido de secuestro llega a 177.330: 70.000 más.

Y se siguen sumando.