Por Ricardo Kirschbaum, editor del diario Clarín
Kicillof avisó que tendrá lugar en el próximo gobierno. Si así fuera, tendrá que arreglar lo que hoy está provocando
Algunos datos de la economía son estos: se festeja que la inflación no pase del 2% mensual y que no aumente la brecha entre el dólar oficial y el paralelo. Se disimula que hace más de 40 meses la actividad económica no crece y que las exportaciones caen. El cepo “no existe” y las mediciones de pobreza no se dan porque son estigmatizantes. El déficit fiscal es extravagante, pero –parece– nunca será necesario ajustarlo. Algunos datos de la política son estos: buena parte de estos datos económicos ya son ajuste. Pero oficialmente el ajuste no existe y los candidatos prefieren hablar de otros temas. Por parciales, son ajustes que no se pueden perpetuar y ya están agotando su ciclo. No resuelven el problema de fondo que parece económico porque en la economía se ven sus resultados, pero son en su esencia políticos. Gastar en proselitismo con la cuenta a pagar por otros.
Los candidatos lo saben: el que reciba en herencia el semi-ajuste, no tendrá más remedio que sincerarlo, y llegado el caso, pasará a ser el autor de los platos rotos. Es una táctica histórica: ¿ qué gobierno le dejó al siguiente, de otro color político, algo que no fuera crisis? Los candidatos limitan a sus economistas a discutir gradualismo o shock. Esa discusión revela la necesidad de ajuste, sin necesidad de hablar mucho sobre él. Kicillof dijo que en el próximo Gobierno habrá lugar para él. Habla de Scioli. Randazzo compite pero el ministro juega a seguro. Si llega a la Rosada y se cumple su profecía ¿será Kicillof quien deba sincerar lo que hoy está ocultando?
Ni Macri ni Scioli precisan lo que se debe hacer en el futuro. Uno, asegura que con un cambio de gobierno vendrán inversiones, que son dólares, que harían innecesario el cepo. Esto es otra orientación económica e internacional. El otro no puede hablar porque es parte del oficialismo: confía en que su llegada sería un shock de confianza.
El Gobierno quiere frenar la inflación con los salarios. Le puso a las paritarias un tope del 27 % para mantener la inflación y el consumo donde están. No agravar los índices es ahora en una señal de éxito. Desde otro punto de vista también: no está en condiciones de resolver los desajustes que provocó.
El kirchnerismo opera con una simpleza eficaz. Si el paquete es desatado por Macri, el problema será de él. Y si le toca a Scioli, también. Si no le ha faltado capacidad de relato, tampoco le ha faltado capacidad para desentenderse de los problemas que ha creado. En la marcha del “Ni una menos” hubo funcionarios del gobierno. Todo el mundo con su cartelito o en la manifestación. ¿De quién será la responsabilidad de que la ley no esté operativa?
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