Por C. Drew y H. Timmons - The New York Times
Un punto importante de la lista de temas que debe tratar este fin de semana el presidente Barack Obama en la India es sellar un trato de 5000 millones de dólares para que Boeing pueda venderle a ese país diez de sus aviones de carga C-17.
El trato, para el que Boeing y algunos funcionarios estadounidenses vienen preparando el terreno desde hace tiempo, formaría parte de un aluvión de ventas de equipamiento militar que los abastecedores extranjeros ansían concretar con la India. Los pares franceses y rusos de Obama proyectan visitar Nueva Delhi este año para llevar sus propios contratos de ventas militares.
La India, estimulada por su nueva riqueza pero preocupada por su seguridad nacional, se está convirtiendo rápidamente en uno de los mercados de armas más lucrativos del mundo. Durante los últimos años, a medida que su presupuesto y su apetito de armas más sofisticadas crecieron, la India ha disminuido su tradicional confianza en Rusia para la adquisición de aviones, barcos y misiles.
La Casa Blanca apoya ventas como la de los C-17, que la India usaría para transportar sus fuerzas de respuesta inmediata, con el propósito de contribuir a que pueda ser un contrapeso regional de China. Pero también hay un importante motivo comercial. Mientras Estados Unidos y las naciones europeas recortan sus gastos militares, los grandes contratistas de armas, incluidos Boeing y Lockheed Martin, ven a la India como una salvadora de sus ventas. No obstante, las empresas estadounidenses enfrentan complejos obstáculos burocráticos y políticos para ganar una parte importante del mercado indio. El viaje del presidente se centrará, en parte, en eliminar algunos de esos problemas.
Tal vez la mayor preocupación sea la reticencia de los líderes indios a confiar demasiado en Estados Unidos, al que consideran un socio militar nuevo y no probado, y que también está armando a Paquistán, su principal adversario.
Además del tema de Paquistán, los funcionarios militares indios dicen que las sanciones comerciales impuestas después de que la India realizara pruebas nucleares en 1998 también han puesto en desventaja a Estados Unidos. La mayoría de las sanciones, que prohibían las exportaciones militares a la India y a las empresas indias que, según se creía, estaban dedicadas al desarrollo de un programa nuclear, fueron revocadas en 2001. Pero esas sanciones han dejado como secuela cierta desconfianza hacia los estadounidenses. "En la burocracia india, existe la arraigada convicción de que los americanos cerrarán la canilla", dijo K. Raja Menon, un almirante retirado.
Los funcionarios indios también están preocupados por los otros controles tecnológicos que siguen en vigencia, incluida la prohibición de ventas de software que podría llegar a usarse para armas. Los funcionarios presionarán a Obama para que levante esas restricciones. Otro punto espinoso podría ser que la India no ha querido firmar acuerdos en los que acepte proteger los secretos estadounidenses, que constituyen una parte usual de todos los contratos de ventas.
La India también usa el atractivo de los grandes contratos militares para exigir a las empresas extranjeras que deriven trabajo a las empresas indias y creen en ellas empleos bien pagos. Pero la incipiente industria militar de la India no puede absorber todo el trabajo, y los funcionarios estadounidenses quieren más flexibilidad en esos acuerdos.
Uno de los mayores trofeos que podría llevarse Obama sería un contrato de 10.000 millones de dólares para reemplazar a los viejos aviones de combate rusos por 126 nuevos jets. Boeing, Lockheed Martin y cuatro empresas de Europa y de Rusia han participado de la licitación, y el contrato debería firmarse el año próximo. Es probable que Obama hable en nombre de las empresas estadounidenses durante su visita, tal como lo harán por las de sus respectivos países el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el de Rusia, Dimitri Medvedev, cuando visiten la India.
Las empresas norteamericanas también están licitando contratos importantes referidos a helicópteros y sistemas misilísticos, mientras algunas negociaciones anteriores ya empiezan a dar sus frutos. Pero los ejecutivos norteamericanos dicen que saben que el éxito dependerá de la medida en que puedan fusionarse con las empresas indias, un proceso que podría permitirles ganar mayor apoyo político.
Mientras la economía india siga floreciendo, los abastecedores de armas estadounidenses podrán concretar grandes ganancias. La tecnología estadounidense es considerada "lo mejor de lo mejor", dijo Gurmeet Kanwal, un brigadier retirado que dirige un instituto de investigación militar. "Deberíamos tender a pagar un poco más por el mejor equipamiento", afirmó.
Traducción de Mirta Rosenberg
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sábado, 6 de noviembre de 2010
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