"Tiene que ver con la cultura y la identidad del pueblo", afirmó la presidente Cristina Kirchner. El tinto Malbec y el blanco Torrontés son creaciones de viñedos argentinos
Crédito foto: Télam
La industria vitivinícola de Argentina explotó a partir del 2001, cuando una debacle económica derivó en una devaluación de la moneda local y los vinos argentinos ganaron competitividad en el mercado internacional. El país es el noveno exportador mundial de la bebida, y ocupa el séptimo puesto en consumo per cápita, con 30 litros por persona, según datos oficiales.
Sin embargo, Kirchner consideró que "podría creerse que ésta es una actividad de carácter profundamente económico, pero tiene que ver profundamente con la cultura y la identidad de un pueblo". "El vino Argentino es un honorable embajador en el mundo y enorgullece a los argentinos que beben en el mercado doméstico los mismos vinos que exportan y que prestigian al país en todos los continentes", señala el decreto presidencial. "Primero eran (las provincias de) San Juan y Mendoza los que históricamente identificábamos con la actividad, pero hoy tenemos a Salta con su torrontés, Catamarca, incluso vinos patagónicos", dijo la mandataria.
Argentina tradicionalmente se volcó a la producción de vinos más baratos y de menor calidad destinados al consumo local con un bajo nivel de inversión. Pero en la década de 1990, cuando regía un sistema de paridad cambiaria entre el peso y el dólar en una relación de uno a uno, se desató una ola de inversiones en el sector y el área cultivada con vides para hacer vinos pasó a ocupar más de la mitad de la superficie cultivada. Con la posterior devaluación, el país comenzó a exportar masivamente.
En 2009 la actividad dejó 2.600 millones de dólares en ventas, de los cuales el 23% lo aportaron las exportaciones. Además, empleó a unas 400.000 personas. "Esta medida es muy importante para profundizar la actividad", destacó Fernández.
Fuente: Infobae.com
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jueves, 25 de noviembre de 2010
Argentina declara al vino su "bebida nacional"
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