Con un manejo preciso de la alimentación, estabulado y riego, el estado de California es el responsable del 24% de la producción láctea total de Estados Unidos
Cuando en 1542 Juan Rodríguez Cabrillo llegó a California, no encontró Cíbola, la mítica ciudad bañada en oro que estaba buscando, sino una región desértica con temperaturas insoportables. Nunca imaginó que 500 años después, el oasis que buscaba se convertiría en realidad, albergando más de 300 cultivos diferentes y unos 1500 tambos, que producen el 24% de la leche de EE.UU.
El gran secreto de California es un sofisticado sistema de riego que, a través de 160 diques, recolecta el agua de deshielo de las montañas y lo distribuye en el valle. Gracias a este sistema, y a un esfuerzo sostenido de los productores por aumentar la productividad, la agricultura es la mayor generadora de ingresos del estado (US$ 41.000 millones anuales), superando con creces a Hollywood y a los cerebros del Sillicon Valley.
En este vergel, la producción de leche de forma intensiva es la estrella, y con una productividad promedio de 10.000 litros por lactancia, para muchos el californiano es el modelo al que tiene que apuntar la Argentina. "Vamos hacia un sistema similar. Sino se hizo antes en el país es porque no había competencia por la tierra. Con un 50% de los tambos en tierras alquiladas y el avance de la soja, no hay otro camino que intensificar", explicó Martín Zingoni, presidente de Forratec, firma argentina comercializadora de semillas forrajeras que, junto a su socia estadounidense Dairyland Seed, organizó una gira por tambos y granjas de California para periodistas y ejecutivos de las empresas lácteas Verónica y Noal.
Otro de los que cree que el modelo intensivo se expandirá en el país es Alejandro Castillo, un argentino que es asesor en lechería de la Universidad de California Davis. Para Castillo, la intensificación tiene enormes ventajas económicas y ecológicas. "Un estudio de la Universidad de Cornell demuestra que mientras en 1944 había 50 millones de vacas en pastoreo produciendo de 5 a 10 l de leche diarios, en 2007 había 10 millones de vacas produciendo 30 litros diarios, lo que es mucho más eficiente y menos contaminante", dijo Castillo.
La receta californiana para producir leche en forma intensiva se centra en el uso de dos sistemas de estabulado (corrales abiertos o free stoll , dormideros adonde las vacas comen y duermen) y en la alimentación basada en alfalfa y maíz. "La alfalfa es clave. El 50% de la alimentación es heno de alfalfa y silaje de maíz", dijo Douglas Maddox, el ganadero Holando de registro más grande del mundo y propietario de un tambo con 5000 vacas en ordeñe. Basada en estos pilares, con menos rodeo lechero que la Argentina (1,2 millones de animales contra los 2 millones de nuestro país), el estado de California produce el doble de leche (32 litros por vaca por día). Aunque, según los técnicos de Forratec, los tambos que aplicaron en la Argentina el encierre ya están alcanzado una productividad similar a la de los tambos californianos.
Los participantes en la gira coincidieron en que la evolución del modelo argentino hacia un esquema más intensivo debe ser gradual. "No se puede pasar directo al free stoll porque sería un salto demasiado abrupto. Primero deberíamos pasar por los corrales abiertos, que acá se están empezando a dejar de lado por los problemas que tienen con el manejo del estiércol y el confort animal", dijo Zingoni.
Otra de las diferencias más notables entre el modelo norteamericano y el argentino es el manejo de la alfalfa, un cultivo que representa entre el 30 y el 65% del forraje de la dieta de una vaca lechera. Según explicó Dan Gardner, mejorador de alfalfa de Dairyland Seed, en EE.UU. la alfalfa es el cuarto grano más plantado, con 10 millones de hectáreas sembradas y una producción de 70 millones de toneladas, valuada en US$ 12.700 millones. "La alfalfa es más eficiente en producción de forraje de alta calidad y por ende es más eficiente a la hora de producir leche", dijo Gardner, para luego agregar que, comparada a las otras opciones, la alfalfa tiene un 70% más de productividad por hectárea y genera un 42% más de valor por tonelada.
Dentro de las alfalfas, Gardner recomienda el uso de alfalfas híbridas, ya que éstas tienen una diferencia de producción de hasta 70 dólares por hectárea por mayor producción de materia seca, cantidad de hojas por tallo y su resistencia a enfermedades. "La alfalfa híbrida es el resultado de cruzamientos de las mejores alfalfas sintéticas, por lo tanto poseen mejor vigor genético. Los beneficios en el caso de las de latencia 6 es que tienen corona bajo tierra, por lo tanto son más resistentes al frío y al pisoteo. En el resto de las latencias que se usan en el país (7 y 8) las híbridas también tienen amplias ventajas en materia de producción, sanidad y persistencia", acotó Marcelo Quaquaro, técnico de Forratec que participó de la gira. Uno de los entusiastas de la híbrida es Doug Dalton, de la Patterson Westside Farm, que tiene la mitad de sus 1000 hectáreas dedicadas a este tipo de alfalfa. "La alfalfa está en el peor escenario posible y aún así ganamos plata. Mi costo de implantación es de 1200 dólares por hectárea y lo pago en el primer corte", dijo Dalton.
Según Zingoni, uno de los desafíos que tiene la Argentina para aumentar su productividad lechera es hacer un manejo más ajustado de la alfalfa. "La diferencia es que acá la alfalfa se cosecha y se trabaja mucho en la calidad, que se paga, por eso es rentable. Los argentinos tenemos acceso al mismo nivel de tecnología, pero tenemos un problema de manejo. El productor no sabe cuánto cosecha y cuánto pierde por lo que la vaca no come. El día que le dedique a la alfalfa la misma atención que a la soja, el resultado va a mejorar", reflexionó Zingoni.
Fuente: Por Mercedes Colombres Enviada especial - Diario La Nación, Foto: FORRATEC
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