miércoles, 3 de diciembre de 2008

Opinión: El gasto en seguridad no es despilfarro

Por Cuadrado Bausela, portavoz de Defensa del PSOE en el Congreso de los Diputados.

Se ha publicado, hace unos días, una encuesta del CIS en la que la opinión pública española valora el gasto en Defensa como el más prescindible en caso de crisis. Si el Estado tiene que recortar gastos, ¿en qué hay que ahorrar? El 23% dice que en infraestructuras, el 14% en ciencia y tecnología, el 12% en transporte. Un 41% elige Defensa. Sin dudarlo. Un clásico de la sabiduría convencional, un fijo en todos los estudios de opinión. ¿Tanques o mantequilla? Apuesten.

Y, sin embargo, si lo que se plantea es un dilema sobre el ahorro en la compra de mejores blindados para la seguridad de los militares en complicadas misiones en el exterior, las respuestas cambian. Y, ya puestos, lo mismo ocurriría con el gasto en una fragata para proteger el tráfico frente a piratas o en un buen avión para el transporte estratégico al servicio de una difícil misión en cualquiera de las crisis africanas de todos los días. En fin, algo se hará mal para que en la opinión pública esté tan asentada una idea que no resistiría el mínimo contraste con los hechos. La gente valora, y mucho, todo lo que rodea la demanda de seguridad, pero no lo relaciona, creo, con las capacidades concretas que la producen.

Hay factores históricos que lo explican, pero esta brecha, contemplada desde la responsabilidad política, exige un trabajo de explicación obligado. La formación del alma de los ciudadanos de la que habla el filósofo Anthony Appiah.

Hace unos días, la ministra de Defensa, Carme Chacón, presentaba en el Parlamento las líneas básicas de de la Directiva de Defensa Nacional. En qué entorno estratégico nos vamos a mover en los próximos años, a qué amenazas y riesgos nos vamos a enfrentar, con qué medios. Y, claro, con qué recursos presupuestarios. No resulta fácil introducir en el debate público esta relación entre la seguridad que tanto interesa y el gasto en Defensa que tan prescindible se considera. Soy de los que piensan que el fracaso en este objetivo pedagógico es un serio problema para la construcción de la sociedad fuerte y segura que queremos.

Esta es mi opinión: la legitimidad social del gasto en Defensa necesita de debates públicos que relacionen las capacidades militares con las aspiraciones concretas de seguridad. Debates que pongan en evidencia a quienes por pereza intelectual, por el recurso fácil a ideas zombis, de otros tiempos, repiten simplezas sobre militarismos de ciencia-ficción. Más aún, la identificación de la gente con una estrategia consensuada de seguridad es un factor decisivo para la propia seguridad. Un país que debate sobre su seguridad es un país más seguro.

Estamos en la sociedad del riesgo mundial, tal y como la describe Ulrich Beck, un escenario de riesgos y amenazas mucho menos previsibles que en el pasado, un entorno estratégico para el que hay que preparar al cuerpo social. Es un escenario en el que los límites entre seguridad interior y seguridad exterior, espacio privado y espacio público se difuminan. Como dice Nassim Taleb, lo más importante ya no son los cisnes blancos sino los cisnes negros, es decir, aquellas cosas que nos ocurren y que no esperábamos, y para eso nos tenemos que preparar. Ese es el mundo en el que estamos, aunque el asunto aún no esté en la agenda de los medios de comunicación.

Nueva concepción de Seguridad
El presidente Zapatero comprometió para esta Legislatura la aprobación de una Estrategia de Seguridad Nacional en el debate de investidura, y la ministra Chacón ha presentado en el Congreso la Directiva de Defensa Nacional, con un enfoque global de seguridad, como un paso previo. El gobierno está, pues, en hora en el contexto internacional con aquellos pocos países que han introducido su política de seguridad en un sentido integral, no como una respuesta estrictamente militar en términos del siglo XIX, del siglo XX o de la época de la paz de Westfalia, cuando lo que tenía que hacerse en las políticas de seguridad era, básicamente, defender el territorio. Se plantaban las garitas en la frontera y se defendía el territorio de la tribu cuando venían los ejércitos de otros países.

Exagero un poco en la metáfora, pero evidentemente todo el mundo me entiende. Hoy tenemos que dar respuestas de otra naturaleza, con capacidades, no sólo militares, adaptadas a este entorno de riesgos tan poco previsibles. España, el Gobierno de España, está poniendo en hora esas respuestas. Algunos países, pocos, están remando en esa dirección. En Europa, desde marzo de 2008 tiene su Estrategia de Seguridad el Reino Unido; la tiene Países Bajos y Alemania la ha aprobado muy recientemente. España está en ese camino y yo me alegro por ello. Es un proceso que sigue un camino lógico. Como paso hacia la primera Estrategia de Seguridad Nacional, la Directiva de Defensa está contando para su elaboración con el Ministerio de Defensa, el de Economía, el de Asuntos Exteriores y el del Interior.

Un nuevo concepto estratégico para la seguridad al que deben adaptarse los poderes públicos. Un nuevo enfoque para el que la ministra de defensa ha aportado una actitud reformista muy útil. Por primera vez se ha debatido en sede parlamentaria el contenido de la Directiva de Defensa Nacional. Carme Chacón introduce así, con una mayor parlamentarización, un giro necesario en el ciclo de planeamiento de la política de Defensa. Sí, una sociedad que sabe debatir sobre su seguridad es, hoy, más segura.

Decidir pública y democráticamente sobre nuestra seguridad y concertarla con otros. Hoy, ni el país más poderoso del mundo es capaz de enfrentarse a los problemas de seguridad de manera aislada, sin conexión con el resto del mundo. No es que lo diga Obama, que lo dice, es que es un dato de la realidad. También en esto circulan tópicos como losas. Por ejemplo, ¿los españoles tenemos algún problema en relación con la OTAN? En España hoy -encuesta trasatlántica de 2008 - estamos al mismo nivel, por ejemplo, que Alemania o que Francia en el apoyo a la OTAN. Es decir, a la pregunta "¿cree usted que es fundamental para la seguridad de los españoles la Alianza Atlántica?", el 60 por ciento dice que sí y un porcentaje cada vez más pequeño la rechaza. Alianza Atlántica, acciones comunes con la Unión Europea, cooperación con el Consejo de Seguridad de la ONU, son instrumentos de una seguridad de los españoles que será cada vez más seguridad colectiva. Así se entiende mejor la utilidad del esfuerzo presupuestario en Defensa.

El ejemplo de Somalia
Somalia es un buen ejemplo para hacer pedagogía sobre seguridad colectiva, para que se pueda entender de qué depende la seguridad de los españoles, nuestra seguridad. Recuerden el secuestro del Playa de Bakio. Desde entonces, el Gobierno español promovió con otros países una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para poder hacer frente a esa lacra. Con el ministro francés, la ministra Chacón impulsó una fuerza aeronaval de la Unión Europea que va a estar pronto en el teatro de operaciones, así como la participación de la OTAN que ya se encuentra en la zona. Medidas internacionales que se acompañan de otras de decisión nacional como la presencia allí de un avión de vigilancia español o la modificación del Código Penal para adaptar la figura del delito de piratería marítima a las situaciones que estamos viviendo.

Cada uno de esos pasos han sido bien vistos por la opinión pública española. Sólo queda explicar qué medios militares son imprescindibles para dar esas respuestas. Militares y presupuestarios.
Nuestra ambición debe estar en correspondencia con nuestro potencial de país, del que nacen nuestras posibilidades y nuestras obligaciones internacionales. Nuestro producto interior bruto es de 1,44 billones de euros al año y, por tanto, desde ese indicador podemos medir nuestra aportación a la Defensa. Existe una idea muy arraigada sobre el escaso presupuesto español. Para hacerse una idea exacta conviene situar las cosas en su contexto. Los propios datos presupuestarios que publica la OTAN matizan esta idea y muestran un esfuerzo presupuestario de nuestro país en los últimos años que es poco conocido.

Los datos oficiales de la Alianza son bastante elocuentes. Así, Francia tiene en 2007 (último dato publicado) mil millones de euros menos que 2004 para gasto en Defensa, en euros constantes de 2000; Alemania cuenta, también, con una reducción de casi mil millones para el mismo período; Italia tiene casi cinco mil millones de euros menos en 2007 que en 2004. En esos presupuestos, España ha aumentado, después de varios años de congelación del gasto, en más de mil millones de euros a precios del 2000. Por tanto, el esfuerzo para la seguridad en nuestro país es evidente. ¿Suficiente? Con un 1,2% de PIB estamos muy lejos del casi 4% de Estados Unidos, o del 2,4% de Francia y Reino Unido, potencias nucleares, pero en línea con el 1,3 % de Alemania y de Canadá.
En cualquier caso, el debate útil para la causa de la seguridad como prioridad no es sobre cuánto, sino para hacer qué.

Fuente: Infodefensa.com

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