Durante la última década, los países ribereños del Ártico se han encontrado con un nuevo gran problema de seguridad. El derretimiento del hielo del Ártico ha abierto rutas de navegación y las oportunidades para la explotación de recursos submarinos, pero también ha intensificado la lucha por estos recursos, explica el analista en temas militares de la revista estadounidense 'The National Interest' Robert Farley.
No es de extrañar que Rusia haya equipado sus fuerzas militares para las operaciones árticas mejor que cualquier otro país. Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética se preparó muy bien para desplegar una guerra a través del Ártico tanto en el aire y en el mar, apunta Farley. Estas son las cinco armas más potentes con que cuenta Rusia para defender sus intereses en el océano Ártico.
Rompehielos
El único medio capaz de asegurar el acceso al Ártico es el rompehielos y Rusia mantiene la flota más fuerte del mundo. El calentamiento global no elimina el hielo ártico, sino que hace el movimiento del este más fluido y menos predecible.
Tanto buques civiles como militares requerirán el apoyo de los rompehielos para proceder con sus tareas habituales. Los rompehielos garantizan el acceso militar ruso al Ártico con una certeza única. Esto le da a Rusia una gran libertad en la planificación de su estrategia de acceso militar y a los recursos en la región polar.
Submarinos de ataque
A veces la mejor manera de navegar a través de hielo es evitarlo por completo. Las armadas estadounidense, británica y soviética acumularon una amplia experiencia en la navegación en el Ártico durante la Guerra Fría en este sentido.
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La Flota del Norte rusa, normalmente encargada de operaciones árticas, cuenta actualmente con el mayor número de submarinos de ataque de las cuatro flotas rusas.
Cazas-interceptores MiG-31, Foxhound (según la clasificación de la OTAN)
Aunque desapareciera el hielo marino, las condiciones del Ártico hacen difícil llevar a cabo operaciones de transporte, lo que hace aumentar la importancia de las aeronaves con base en tierra. Operando desde bases a lo largo de la ribera del Ártico, los interceptores MiG-31, de sorprendente velocidad y autonomía y potentes radares, pueden cubrir un gran espacio aéreo.
Pavel Lisitsyn
Los MiG-31, al igual que su predecesor, el MiG-25, fueron diseñados para cazar y derribar bombarderos estadounidenses. El Foxhound tiene una velocidad de 2,83 Mach en altura, con un radio de combate de unos 900 kilómetros.
Rusia opera alrededor de 200 MiG-31, entre la Armada y la Fuerza Aérea, y ha tomado medidas para reactivar y mejorar la infraestructura de apoyo a sus bases aéreas árticas y actualizar su flota de MiG-31.
Bombarderos estratégicos Tu-95 Bear
El Tu-95 es uno de los aviones de combate más antiguo aún en funcionamiento. Al igual que el B-52, su análogo estadounidense, las aeronaves vuelan en un entorno estratégico muy distinto del que sus ingenieros idearon en la década de los 50.
Sin embargo, al igual que el B-52, el Tu-95 ha demostrado tener un fuselaje muy flexible, y sus variantes han operado siempre en una configuración de patrulla marítima. El Tu-95 (y su variante marítima, el Tu-142) se sienten como en casa surcando los fríos y tristes cielos del Ártico, donde las bases en tierra se encuentran lejos y las operaciones de portaaviones son poco viables.
En su versión clásica los Tu-95 son capaces de portar armas antibuque y misiles de crucero aire-superficie. Su variante de patrulla marítima, el Tu-142, puede realizar operaciones antisubmarinas. Con un radio de combate mayor de 3.000 millas, los Tu-95 pueden operar mucho más allá del alcance de cazas embarcadas. Al igual que EE.UU. con sus B-52, Rusia espera que los Bear puedan continuar en servicio durante varias décadas más, proporcionando la posibilidad de realizar operaciones en alta mar.
Fuerzas especiales
El océano Ártico carece de grandes masas de tierra y centros de población importantes. En estas condiciones, las numerosas tropas 'convencionales', con sus masas de infantería y vehículos blindados, tienen poca utilidad. En cambio, las unidades que combinan movilidad y capacidad letal tendrán ventaja.
Las fuerzas especiales rusas se llevan preparando para la guerra en el Ártico desde hace años. Durante la Guerra Fría, los comandos del llamado 'spetsnaz' se entrenaban atacando las instalaciones de la OTAN en Noruega, las Islas Feroe, Islandia y otros lugares. En los últimos años, Rusia ha intensificado la formación de tropas especiales destinadas para combatir en las condiciones del Ártico.
Los submarinos, aviones y buques de superficie pueden transportar estos comandos, los cuales que pueden capturar y mantener zonas de difícil acceso, llevar a cabo operaciones de reconocimiento e interrumpir las comunicaciones. Las fuerzas especiales también pueden ayudar en misiones de búsqueda y rescate de los trabajadores civiles y equipos en regiones inaccesibles.
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