Escribe Guillermo Krantzner
Tras el éxito del Metrobús, el Gobierno de la Ciudad tienen en
sus planes seguir desarrollando este método de transporte en más áreas
metropolitanas.
La puesta en marcha del Metrobus 9 de Julio
posibilitó una mejora sustancial en la experiencia de viaje de cientos
de miles de usuarios del transporte público que vieron reducido el
tiempo de sus desplazamientos, disfrutan de una espera segura y
confortable en un espacio amigable y experimentan un servicio de
frecuencias previsibles.
Pero el Metrobus no es sólo un proyecto de transporte; es, por sobre
todo, el emergente de un conjunto de políticas públicas en el que las
soluciones de movilidad se hallan al servicio de la construcción de una
ciudad más humana, sustentable y, esencialmente, equitativa.
En esta visión, la prioridad, en términos de uso del espacio urbano y
de direccionamiento de la inversión, corresponde a los modos más
eficientes desde lo ambiental, lo económico y lo social: los transportes
masivos, los individuales no motorizados y el peatón.
La articulación coherente de estas políticas se materializa en el Plan de Movilidad Sustentable para la Ciudad de Buenos Aires, merecedor de múltiples premios internacionales, entre los que se destacan el Sustainable Transport Award (Premio al Transporte Sustentable) recientemente otorgado en Washington por la Junta Internacional de Investigación del Transporte.
Pero más importante que el reconocimiento de los expertos, que
visualizan como modelo las políticas de movilidad aplicadas por Buenos
Aires, es la opinión de los vecinos de la Ciudad quienes abrumadoramente
valoran de manera positiva al Metrobus de Avenida 9 de Julio. En
efecto, la aprobación en todas las encuesta supera al 80%. Esta es la
opinión de personas concretas. Vecinos con nombre y apellido que, en su
amplia mayoría, provienen del Conurbano y que gracias al Metrobus
recuperaron un valioso tiempo de vida para compartir con su familia,
para dedicar al trabajo o simplemente para el descanso. Usuarios
regulares que rescatan de la congestión el equivalente de 5 a 10 días al
año. Progresismo concreto, no discursivo, con un enorme valor simbólico
en términos de equidad, donde el usuario del servicio público, el de
menores recursos, goza de un claro privilegio por sobre el del auto
individual.
Por ello creo oportuno realizar algunas aclaraciones en respuesta al artículo “Una oportunidad desaprovechada”.
En primer término debo puntualizar que si bien el Metrobus 9 de Julio
posibilitó que el transporte colectivo de superficie, proveniente de las
más diversas zonas de Región Metropolitana, atravesase
el área más congestionada de la Ciudad de manera eficiente; no menos
importante es que, simultáneamente, permitió el traspaso de las líneas
de buses que circulaban por el Area Central, posibilitando el avance del
programa de transformación del Microcentro hacia una zona donde el
peatón es el protagonista central de la movilidad.
Así, dado su impacto, el proyecto tuvo la necesaria publicidad, incluyendo la correspondiente Audiencia Pública,
en la que se expusieron los estudios técnicos, de impacto ambiental, el
proyecto de puesta en valor del espacio urbano y se discutieron y
dieron respuesta a las diferentes inquietudes planteadas por los
participantes.
Allí, entre múltiples cuestiones, se explicaron los motivos técnicos
por los cuales se localizaron las estaciones en las plazoletas centrales
optándose, consecuentemente, por una circulación a la “inglesa”,
consignándose entre otras cuestiones:
a) la imposibilidad de localizar
estaciones en las plazoletas laterales, dada la exigencia de un tiempo
semafórico exclusivo para el giro a la derecha del tránsito,
incompatible con la demanda de los flujos circulatorios;
b) la búsqueda
de un menor impacto visual al construir una única estación abierta y
apta para ambos sentidos de circulación;
c) la utilización de un espacio
sin uso como los canteros centrales de la avenida, un auténtico “no
espacio”, que a su vez mayormente carecía de arbolado;
d) la necesidad
de contar con estaciones con amplia capacidad, lo cual, aprovechando el
carácter pendular de los flujos, se alcanza con una única plataforma
bidireccional.
La observación de los flujos peatonales que circulan por el eje de la
avenida, atravesando las estaciones iluminadas, limpias y seguras, nos
exime de mayores comentarios. Esta nueva caminabilidad muestra una
apropiación de un espacio público antes inusable por parte de gente
concreta (nuevamente personas concretas, que se benefician con políticas
concretas), generando una nueva vitalidad que complementa los cambios
experimentados por el Area Central.
Por su parte, el funcionamiento del corredor se encarga de responder,
de por sí, respecto de la aptitud técnica de las soluciones adoptadas
en materia de circulación. Las salidas e ingresos son limpios, la
circulación fluye en todo el corredor y permite además la convivencia
con los servicios de ambulancias, bomberos y policías, que ven
facilitado el acceso temprano a las situaciones de emergencia, lo que
reporta un significativo beneficio a la comunidad en su conjunto.
Pero también el proyecto del Metrobus 9 de Julio previó mejoras para
etapas posteriores en materia de sistemas de prepago, así como la
incorporación unidades de mayor porte. En efecto, el proyecto prevé la
progresiva materialización de recintos de preembarque totalmente
modulares para ser montados oportunamente en la medida de las
necesidades de la operación de cada línea y de cada estación. Asimismo,
las estaciones y los sectores de acumulación han sido dimensionados para
poder operar con unidades articuladas de 18 metros, las cuales, como en
la mayoría de los corredores Metrobus en el mundo, alternarán con
unidades convencionales de 12 metros.
Arribados a esta instancia debo puntualizar que el proyecto y puesta
en funcionamiento del Metrobus 9 de Julio implicó un desafío de enorme
envergadura, como supone intervenir la emblemática Avenida 9 de Julio,
en el cual participaron decenas de profesionales, que conformaron un
destacado equipo de arquitectos, ingenieros, urbanistas, ambientalistas,
diseñadores, biólogos, etcétera. En homenaje a ellos y a la firme
decisión política de llevar adelante un proyecto de tanta trascendencia,
es que resulta necesario realizar estas aclaraciones respecto de
juicios de valor provenientes de un desconocimiento cabal de la
movilidad urbana que no resisten el contraste con la realidad de los
hechos.
Sin dudas, mejorar la movilidad de los habitantes de la Región
Metropolitana de Buenos Aires nos pone frente a un desafío de
proporciones, que requerirá de grandes inversiones largamente demoradas,
tanto en los ferrocarriles y subtes, como en el transporte colectivo de
superficie.
En este sentido la inversión pública destinada a la conformación de
una red de Metrobuses y, en particular el Metrobus 9 de Julio,
representan una decisión audaz y de alta eficiencia social, dado su bajo
costo relativo y su elevado impacto en la comunidad.
Fuente: http://parabuenosaires.com/preveen-nuevas-etapas-de-desarrollo-para-el-metrobus/
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martes, 18 de febrero de 2014
Preveen nuevas etapas de desarrollo para el Metrobús
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