Editorial I del diario La Nación - Un
fino análisis de las estadísticas permite entrever que la inversión
directa en la Argentina continúa cayendo, a diferencia de lo que ocurre
en la región
La mentira de las estadísticas
oficiales va más allá de la inflación de un dígito y de un nivel de
pobreza que envidiaría buena parte de los países más desarrollados del
mundo. Las tergiversaciones de la realidad se extienden a la tasa de
inversiones extranjeras en la Argentina, que de acuerdo con los números
del gobierno nacional constituye un récord, pero que, al ser
apropiadamente analizada, resume perfectamente el retroceso de nuestro
país en materia de confianza internacional.
Durante 2012, según datos oficiales, la Argentina fue
receptora de unos 12.500 millones de dólares como inversión extranjera
directa (IED), un 27% más que el año anterior, al tiempo que en ese
mismo período la reinversión de utilidades habría alcanzado nada menos
que el 161 por ciento.
Claro que esas alegres cifras reflejan sólo mínimamente
la realidad. Ocurre que alrededor de las dos terceras partes de
aquellos 12.500 millones de dólares contabilizados como inversiones se
explican exclusivamente por la forzada reinversión de utilidades a la
que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner obligó a las empresas.
Los aportes de capital apenas rondaron los 3700 millones de dólares en
2012, lo cual implica una caída interanual del 9 por ciento.
De no haber sido por las trabas gubernamentales al giro
de utilidades al exterior, la IED hubiera descendido más del 10% en
lugar de haber crecido el 27%, de acuerdo con estimaciones hechas por el
economista Agustín Monteverde. El año último las compañías giraron a
sus casas matrices apenas 225 millones de dólares, en tanto que en 2011
ese monto había llegado a 4400 millones.
Aunque alguien pueda ver ingenuamente esto como un
avance, los obstáculos del Gobierno para la transferencia de divisas al
exterior representan una de las razones de la caída real de las
inversiones extranjeras. Resulta elemental que nadie está dispuesto a
entrar allí donde no lo dejan salir.
La cada vez más alta brecha cambiaria, potenciada desde
la implantación del cepo a la compra en el país de moneda extranjera
para ahorro, es otro factor que disuade a los inversores extranjeros de
traer capitales a la Argentina. Esto es así porque esos capitalistas
recibirían por sus dólares ingresados al país muchos menos pesos que los
que recibirían por ellos en el mercado libre. Se trata de una cuestión
que, entre otras razones, llevó a la minera brasileña Vale a abandonar
su megaproyecto de inversiones por 6000 millones de dólares en Mendoza.
De esta manera, el gobierno argentino ha
?desaprovechado, con la mala praxis de su gestión, las enormes
oportunidades de crecimiento que sí pudieron capitalizar otros países de
América latina, que recibieron una lluvia de inversiones extranjeras.
Este ingreso de capitales fue favorecido por el crecimiento de la
región, al igual que por la mejora en los precios de sus materias primas
y por su elevada rentabilidad.
A lo largo de 2012, América latina alcanzó un récord de
173.361 millones de dólares en concepto de inversión directa, un
crecimiento interanual del 6,7 por ciento. En los países de América del
Sur, ese crecimiento fue aún mayor: 12 por ciento. Perú fue el país que
mostró mejor performance, con un incremento en la IED del 49% y una
reinversión de utilidades sin que mediaran presiones gubernamentales que
creció el 67,5%, seguido por Chile, que recibió inversiones un 32%
mayores que en 2011.
Brasil, con 65.272 millones de dólares, quintuplicó la
IED en la Argentina, en tanto que Chile estuvo cerca de triplicarla.
También Colombia recibió más inversiones extranjeras que nuestro país. Y
todos estos números serían peores aún para la Argentina si se tomara en
cuenta que la IED depurada de la reinversión forzada de utilidades
habría llegado a sólo unos 4500 millones de dólares.
El frente abierto con los acreedores externos que no
ingresaron al canje de deuda y el fallo adverso de la Corte de
Apelaciones de Nueva York implican otra amenaza para el proceso de
inversiones extranjeras en el país. Al margen de la aversión al riesgo
provocada por un país en potencial default, las serias dificultades para
obtener fondeo para inversiones en la Argentina como consecuencia de
aquel conflicto latente con los acreedores constituyen un grave
obstáculo.
La avalancha de capitales que están recibiendo muchos
de nuestros vecinos ha evitado a la Argentina en los últimos años por la
falta de respeto por reglas de juego esenciales asociadas a la
propiedad privada, la competencia y la libertad de comercio. Es claro
que las condiciones que buscan los inversores no se compadecen con la
existencia de un gobierno que practica expropiaciones sin indemnización
previa -lo cual las convierte en meras confiscaciones- y que ataca a
empresas privadas, de capitales tanto nacionales como extranjeros, de
las cuales la compañía aérea LAN es apenas la última de una larga lista
que ha sufrido el escarnio público de las autoridades.
Ninguna agenda para el crecimiento sustentable será
factible sin la recreación de condiciones institucionales, políticas y
fiscales compatibles con la atracción de inversiones y con la
recuperación del crédito internacional. Mucho menos, cuando desde el
poder político se generan conflictos innecesarios con otros países, a
partir de la proyección de caprichos personales a la categoría de
presuntas causas nacionales.
Totalmente de acuerdo!!! que se vaya chevron de vaca muerta en este instante!!!!
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