Resulta inexplicable la serie de errores e imprudencias que llevaron a poner en peligro a la dotación de la base Marambio
A
medida que crece el escándalo que protagoniza el ministro de Defensa,
Arturo Puricelli, debido a presuntos negociados con el aprovisionamiento
de las bases antárticas, se confirma lo que el funcionario tanto negó y
sigue negando: su gestión no sólo condenó al fracaso a un costo
altísimo la campaña antártica debido a los turbios manejos del
ministerio a su cargo, sino que impidió el pleno abastecimiento de la
base Marambio, cuyo personal se quedaría sin combustible en septiembre.
Simultáneamente, el ministro utiliza los helicópteros rusos que deberían
haber abastecido las bases y que costaron 15 millones de dólares.
Completando este panorama, LA NACION reveló otro dato que mostraría a las claras el desmanejo o la corrupción reinante en el Ministerio de Defensa: en los últimos seis años el Gobierno ha destinado 900 millones de pesos si se suman los costos de reparación del rompehielos Irízar, que se incendió en 2007, y los costos del alquiler de naves extranjeras que lo reemplazan para abastecer las bases antárticas. Con esa suma se podrían haber comprado cuatro rompehielos usados en buenas condiciones.
Nos hemos referido en esta columna a las sospechas de corrupción que rodean la gestión de Puricelli en lo que hace a la contratación de equipos para la ejecución del reaprovisionamiento de las bases en la última campaña. Pese a las afirmaciones en contrario del ministro, ese reaprovisionamiento no se completó debido a la serie de desperfectos de las naves extranjeras contratadas. El buque Timca no pudo entregar 1500 barriles de combustible en la base Marambio, con lo cual las existencias de ese crucial elemento se agotarían en septiembre. En los aviones Hércules pueden transportarse 40 barriles por vuelo, pero, sintomáticamente, las aeronaves de ese tipo en la Argentina no están en condiciones de volar, por lo cual se pidió prestado un Hércules a Uruguay.
Vergüenza, improvisación llevada al extremo de la desidia criminal y absoluta indiferencia por la suerte del prójimo, representado en este caso por el sacrificado personal que cumple tareas en nuestras bases. Tal es el panorama que muestran los continuos desaciertos de la cartera de Defensa.
Cabe preguntarse, por ejemplo, ¿cómo es posible que pasen los años sin que llegue a su término la reparación del Irízar? ¿Habría que explicar esta demora imaginando que para algunos funcionarios es más redituable que nunca concluya la reparación para tener que contratar en el exterior los buques que deben reemplazarlo, y así poder hacer "negocios" con las licitaciones o los contratos?
Durante la década menemista, el Ministerio de Defensa protagonizó fuertes casos de corrupción, como el contrabando de armas a Croacia y Ecuador y, ya durante el kirchnerismo, un presunto contrabando de repuestos de viejos fusiles a Estados Unidos, un caso que nunca fue plenamente esclarecido.
No es obra de la casualidad que, en forma paralela a los escándalos que sacudían a la cartera de Defensa, las Fuerzas Armadas sufrieran fuertes restricciones presupuestarias que se tradujeron en la constante obsolescencia de sus equipos, con la consiguiente imposibilidad de realizar maniobras y entrenamientos imprescindibles para toda fuerza de combate.
En efecto: que la Argentina se haya quedado sin ningún avión Hércules en condiciones de volar (????) indica el grado de degradación al que se llegó, y que a Puricelli, por lo visto, no le incomoda profundizar. Pero más grave es que sus desmanejos en la contratación de los equipos para la campaña antártica -que le han valido una denuncia y una investigación judicial en marcha- han puesto en riesgo la vida, la seguridad y las tareas del personal que, con tanto sacrificio, desarrolla su actividad en las lejanas bases, pese a todas las trabas que le ha puesto el ministro.
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