Estados Unidos necesitará al menos dos años para sustituir helicópteros Mi-17 afganos por máquinas de fabricación estadounidense. Las compras de helicópteros en Rusia para el Ejército afgano provocaron reacciones virulentas en EEUU. Pero el Mi-17 es considerado el helicóptero mejor adaptado a las condiciones de Afganistán.
© Foto: Xchgall, ru.wikipedia.org
El contrato de compra-venta de helicópteros Mi-17 para las Fuerzas Armadas de Afganistán suscrito en 2011 por Rusia y EEUU causó revuelo en ambos países. Y si en Rusia los argumentos de que “es inadmisible apoyar los planes bélicos de la OTAN” fueron pronunciados por sectores marginales al gobierno ruso. En EEUU, el contrato para el suministro y mantenimiento de 21 helicópteros nuevos por cuenta del contribuyente norteamericano, por un monto de 21 millones de dólares, puso en movimiento a fuerzas mucho más serias en influyentes.
Las manifestaciones de malestar de estas fuerzas corrieron a cargo de congresistas y senadores estadounidenses que defienden los intereses de la industria militar de su país. Pero los argumentos a favor del Mi-17 fueron lo suficientemente contundentes para que el Pentágono optasen por la compra de los helicópteros rusos.
Estos argumentos por orden de importancia son como sigue:
En primer lugar, era y es imperativo cuanto antes hacer combativo al ejército nacional afgano para reducir la carga que recae sobre las tropas norteamericanas y los efectivos de la fuerza internacional ISAF. Esta exigencia implica automáticamente el suministro de equipo ruso nuevo o soviético de segunda mano porque este equipo es el más conocido para los militares afganos.
En segundo término, se trata de la conveniencia de suministrar el armamento adaptado óptimamente a las condiciones de Afganistán. El Mi-17, versión de exportación del helicóptero básico soviético Mi-8, es ideal para cumplir el objetivo planteado. Esta máquina requiere de un mantenimiento sencillo, puede prestar servicios prolongados con servicio mínimo, se presta perfectamente a cualquier tipo de reparación y se adapta de maravilla a las condiciones desérticas y montañosas.
Mientras que los precios de los helicópteros ruso y norteamericano pertrechados de manera análoga son equiparables y rondan unos veinte millones de dólares por máquina, los costos de mantenimiento del equipo estadounidense son mucho más elevados. El valor del contrato de suministro de un número igual de helicópteros UH-60 y su posterior mantenimiento estaría muy por encima de los novecientos millones.
Y he aquí el último argumento nada despreciable a favor de la firma del contrato con Rusia: es necesario mantener buenas relaciones con este país del que depende, en grado crítico, la posibilidad de abastecer como se debe a las fuerzas de EEUU y sus aliados en Afganistán.
En el presente, la base de la Fuerza Aérea de Afganistán está conformada por aviones militares de transporte de categoría ligera, así como aviones y helicópteros diversos de entrenamiento y de entrenamiento y combate. El segmento de transporte de la Fuerza Aérea afgana está dotado de máquinas italianas С-27А Spartan (catorce aviones) y norteamericanas Cessna 208 Caravan (ocho unidades).
Los pilotos para la Fuerza Aérea afgana son adiestrados en aviones L-39C comprados a Checoslovaquia en el año 1970 (entre tres y cinco aeronaves de este tipo todavía prestan servicio). Los L-39 pueden cumplir la función de aviones ligeros de asalto. Para la formación inicial de cadetes se usan los aparatos de fabricación estadounidense Cessna ciento ochenta y dos (seis unidades).
Por último, el parque de helicópteros de la Fuerza Aérea afgana se compone de los aparatos soviéticos Mi-8/17 (más de sesenta unidades) y Mi-24/35 (hasta doce unidades), adquiridos en la década de los ochenta o comprados en distintos países en el curso de la operación norteamericana 2001-2011 en concepto de ayuda militar de EEUU a Afganistán. Entre estos últimos figuran los helicópteros adquiridos a Rusia en virtud del contrato de 2011. Nueve de estas máquinas ya se encuentran en Afganistán, mientras que las doce restantes llegarán el año que viene. El número de helicópteros norteamericanos es insignificante: se limita a seis aparatos ligeros MD-500 Defender, que se usan para el entrenamiento.
En los planes de desarrollo de la Fuerza Aérea de Afganistán confeccionados a mediados de la década de los 2000 por militares norteamericanos se pone énfasis en los helicópteros rusos de cara al futuro. Una vez dados de baja los Mi-24 que serán retirados en los años 2015-2016, los aviones de entrenamiento y combate Super Tucano y los АТ-6 Texan II de fabricación norteamericana asumirán las misiones de ataque. En cuanto al parque de helicópteros, seguirá contando con sesenta unidades de Mi-8/17 en versiones de transporte y transporte/combate.
Estos planes reales son el mejor testimonio de que por ahora no hay razón para preocuparse por la suerte de los helicópteros rusos en Afganistán. Sólo la rectificación de los mismos dará motivos para hablar del reemplazo de los Mi-17.
Fuente: La Voz de Rusia
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