Por Silvia Peco - Ambito.com
Una de las claves, quizás la más importante, que llevó a Cristina de Kirchner a recuperar el control de YPF es la existencia de importantes recursos de gas y petróleo en reservorios no convencionales en la cuenca neuquina y, en particular, en la formación geológica Vaca Muerta. La Presidente estuvo en 2010 en el acto de YPF donde se conocieron las primeras estimaciones de lo que hasta ese momento era inimaginable: la potencialidad de lo que se llama «shaile oil» y «shaile gas».
Hasta ese momento había en la Argentina un convencimiento bastante generalizado de que las reservas tradicionales se estaban agotando. Porque en la mayoría de los casos fueron áreas encontradas décadas atrás por la YPF estatal, parte de las cuales fueron transferidas a otras empresas privadas y otras quedaron para la «YPF eficiente» de la que hablaba José Estenssoro. Con reservas encontradas antes, el esquema dio resultado porque la producción nacional aumentó durante toda la década del 90. Los privados extrajeron con inversiones modestas lo que YPF había tardado décadas en descubrir. Lo hicieron además a velocidad e incluso inventaron el mito de país exportador de gas que llevó a construir una decena de gasoductos con los países limítrofes.
Responsabilidad
Comenzado el nuevo siglo, la producción empezó a decaer por razones naturales y las empresas privadas no buscaron nuevas reservas para cubrir las que habían sacado. Hay quienes dicen que la política de precios del Gobierno fue la responsable de esa actitud. Lo cierto es que una empresa privada invierte donde la extracción es más fácil y no necesita introducir tecnología y donde los precios le aseguran una rentabilidad rápida y segura.
Después de los anuncios de 2010, los accionistas de YPF informaron cada tanto nuevos recursos probables en Vaca Muerta, mejoraron el valor de sus acciones con esos hallazgos, pero no se conoció que estuvieran buscando tecnología porque Repsol no es especialista en reservorios no convencionales.
La actitud del Gobierno comenzó a cambiar cuando los accionistas resolvieron repartir dividendos en noviembre pasado y no hablaron de invertir en Vaca Muerta. El 16 de enero, cuando el tema era el precio para el transporte de pasajeros, el ministro De Vido ensayó una doble actitud: dijo que confiaba en los amigos de Repsol por ese tema, pero también les reclamó «la puesta en valor de las reservas no convencionales» y que no se iba a permitir «que nos condicionen el valor de esos recursos». En otras palabras que no esperaran una suba de precios.
El 6 de febrero, en una de sus visitas a Buenos Aires, Antoni Brufau fue recibido por De Vido y Hernán Lorenzino. Nunca se sabrá si las cosas hubieran resultado distintas si Brufau hubiera advertido el disgusto que causó en los funcionarios cuando les dijo que para desarrollar Vaca Muerta necesitaba financiamiento internacional y que si el Gobierno seguía presionando a YPF, se le cerraba esa posibilidad. Fue cuando le recordaron que Repsol invertía en otros países lo que ganaba en la Argentina.
Dos días después, YPF comunicó a las Bolsas que se necesitaban u$s 28.000 millones para desarollar un área de 1.100 kilómetros cuadrados en Vaca Muerta que permitiría aumentar un 50% la producción de petróleo, y otro desembolso de u$s 14.000 millones que permitiría aumentar en igual proporción la extracción de gas.
También dijo que para desarrollar toda la formación de Vaca Muerta, de unos 8.000 kilómetros cuadrados, se requerían unos u$s 25.000 millones anuales, con lo que se podría duplicar la producción de petróleo y de gas. Pero YPF agregó que para ello necesitaba capitales internacionales, industria nacional y formación de profesionales que el país no tenía. Una especie de desatino diplomático porque seguramente nadie creía en YPF que el Gobierno iba a ir por el control.
Refundación
Pero además Vaca Muerta le permitiría al Gobierno refundar la YPF que está en el imaginario colectivo, como la que encontró petróleo y fue decisiva en alcanzar el autoabastecimiento. Se afirma que el viceministro de Economía, Axel Kicillof, imagina la participación de contratistas a los que se pagaría sólo por la tecnología y el servicio prestado. La Presidente habló también de otras petroleras internacionales para formar joint ventures y le dedicó un párrafo al rol especial que se le quiere dar a Petrobras.
Sin embargo, Dilma Rousseff sugirió ayer que Petrobras no cedería rentabilidad. Y para los brasileños y buena parte del mundo el petróleo es un commodity que debe negociarse a valores internacionales. Éste probablemente sea el punto más difícil que le toque analizar al Gobierno en los próximos meses. Mientras tanto, ya está dicho que la importación de gas y combustibles seguirá creciendo este año, porque un plan de inversión, una convocatoria y la puesta en marcha va a demorar por lo menos un semestre.
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jueves, 19 de abril de 2012
Vaca Muerta, el verdadero motor del avance oficial en YPF
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