lunes, 1 de noviembre de 2010

El ancestral dinkel, un cereal que se presenta en el país

Por Roberto Seifert - LA NACION
Silvia Lafontaine desarrolla el cultivo en su campo de General Alvarado; se trata de un "pseudotrigo" muy rico en cualidades nutricionales y medicinales
El dinkel está en la Argentina y sus productos elaborados con su harina estarán disponibles muy pronto. ¿De qué estamos hablando?: de un nuevo cereal en el país, pero con una historia ancestral en Europa. Este dinkel ( Triticum Espelta ) patentado en la Argentina con el nombre Eco Fauno, es un "pseudotrigo" como lo definió su obtentora, Silvia Elena Lafontaine, quien desde 1996 comenzó a sembrarlo en el establecimiento familiar La Madrecita, en Nicanor Otamendi, partido de General Alvarado, Buenos Aires. Lo hace en forma orgánica (sin agroquímicos) sin arar la tierra, manteniendo el suelo fértil naturalmente.

"Se trata de una especie de trigo que se cultivaba unos 7000 años antes de Cristo y es considerado el origen de todas las variedades actuales de se cereal", dijo Lafontaine, integrante del Movimiento Argentino para la Producción Orgánica (MAPO) y única productora de dinkel en el país. "Es un cereal que él público local no conoce y que es muy importante no sólo para la elaboración orgánica de panes, fideos, masas, patés y cervezas de agradable sabor dulzón parecido a las avellanas, entre otros productos, sino también por sus propiedades para combatir el colesterol y los triglicéridos, entre otras virtudes. Es rico en hidratos de carbono, proteínas, oligoelementos y minerales como el magnesio, hierro, fósforo, regulariza el metabolismo del azúcar en sangre (bueno para los diabéticos), aunque por su alto contenido de gluten es contraindicado para los celíacos", dijo la productora a LA NACION.

Lafontaine informó que el público podrá conocer el Eco Fauno en la degustación que harán las panificadoras orgánicas porteñas Haus Brot, Esquina de las Flores y Campo Claro, en la presentación de productos orgánicos que se hará mañana, de 11 a 16, en el hotel Hyatt, en esta capital, con entrada libre y gratuita. Además, del 26 al 28 de noviembre, estará en la Primera Feria Nacional de Turismo Rural Sustentable y Producción Orgánica, en Luján (Buenos Aires).

Lafontaine es licenciada en Ciencias Políticas, pero debió cambiar su rumbo: desde 1987 quedó a cargo del campo cuando su padre le relegó el mando por razones de salud. "Fue Lanfranco Burattini, amigo y productor orgánico, quien me trajo las semillas de dinkel desde Europa hace 14 años y me acompañó y confió en mí para que las empiece a multiplicar en nuestro establecimiento", explicó la productora. "Tuve que capacitarme e investigar mucho para hacer rentable un campo pequeño (159 hectáreas). Aprendí sola y también de la mano de mi patrocinante, el ingeniero agrónomo Gustavo Lundberg", agregó Lafontaine, quien complementa su actividad con ganadería, que desarrolla con pastoreo racional intensivo.

Finalmente el dinkel Eco Fauno se inscribió en el Registro Nacional de Cultivares y el Registro de Propiedad de Cultivares el 30 de julio de 2008. Es un cultivo de ciclo largo. Se siembra en mayo y se cosecha a fines de diciembre o principios de enero. "Las ventajas son enormes porque como cuenta con una calidad genética superior y pura no tiene manipulación genética, por lo tanto es muy resistente a la sequía, a las plagas y a los parásitos", apuntó la productora. Agregó que en su campo destinó al cultivo entre 40 y 70 hectáreas. "El rendimiento es variable: de 1500 a 3000 kilos por hectárea. Esto es parte del aprendizaje que aún me falta. Busco la estabilidad, porque siempre aparece una espiga diferente. Por eso es muy importante la rotación con cualquier otro cereal", dijo la productora, quien consignó la participación de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Barrow en los ensayos.

Contó Lafontaine que en 2004 había empezado a exportar a Europa. Fue un contenedor con unas 27 toneladas. "Pero en 2008 surgió el conflicto del campo con el Gobierno que nos afectó directamente como productores orgánicos. Teníamos compromisos de exportación que no pudimos cumplir en tiempo y forma porque la Oncca, que funciona en el control de mercados y no en su verdadera función de fiscalizar, suspendió los cupos. La inscripción en ese organismo como importadores y exportadores tardó dos meses, en consecuencia, no pudimos importar semilla para la propagación, se perdió la fecha de siembra y la sequía impidió multiplicar esta especie en 400 hectáreas por primera vez en el país", agregó.

Y este año cuando se aprestaba a exportar el cereal a Europa, a 1600 dólares la tonelada (tiene esa alta cotización por el poco rendimiento y excelente calidad), surgió la crisis en Grecia y la operación se vino abajo. "Por eso estoy ingresando en el mercado interno con un producto que pocos conocen; pero necesito respaldo financiero. Tengo un altísimo costo (unos 500 dólares por tonelada sin contar la semilla). Además, a todos los productores orgánicos nos falta apoyo del Gobierno para promoción y difusión de nuestros productos", concluyó Lafontaine.

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