El Pentágono rediseñó sus equipos de combate para el ejército, que opera principalmente en Afganistán e Irak, de manera tal que ahora estén adaptados para la anatomía femenina, de manera tal que sus curvas, el torso y los genitales esté completamente protegidos: “Toda la parte baja de mi pelvis quedaba expuesta” explicó la sargento de primera clase, Elana Duffy, que sirvió a la inteligencia estadounidense entre 2003 y 2013.
Como los ovarios se sitúan por encima de los testículos y el pene, el traje utilizado por aquellas mujeres que defienden la bandera estadounidense en Afganistán e Irak, “Toda la parte baja de mi pelvis quedaba expuesta”, explicó la sargento de primera clase, Elana Duffy, que sirvió a la inteligencia entre 2003 y 2013.
Sucede que la armadura actual -diseñado sólo para hombres- protege a las mujeres contra disparos, pero no contra explosiones. Los llamados “artefactos explosivos improvisados” han venido aumentando la probabilidad de que los soldados sufran lesiones en sus genitales, a menudo quedando estériles.
A pesar de esta desprotección, las mujeres prestan servicio de igual manera en todas las ramas militares de los Estados Unidos, pese a la tardanza de El Pentágono a la hora de tenerlas en cuenta para el diseño de su próximo equipo de combate.
Pero la igualdad de condiciones también llegó para que pueda participar de la guerra con la misma protección que sus pares masculinos.
En cuanto a la protección de la pelvis, el Pentágono está desarrollando las denominadas informalmente como 'pañales de combate'. No son un invento nuevo, pero hasta ahora los soldados se quejaban de que resultan incómodos durante las patrullas e irritan la piel de las zonas sensibles. El nuevo Blast Pelvic Protector es una prenda exterior conectada directamente a la armadura, de manera que nunca roza con la piel.
Además, una camiseta de combate con protección balística y un casco completamente rediseñado completan el nuevo equipo de combate, que estará listo recién para 2019.
“A veces el cambio es demasiado lento, especialmente en áreas tan críticas como chalecos antibalas para nuestras tropas en combate”, explicó la congresista, Tammy Duckworth, ex piloto de la Fuerza Aérea y una de las primeras mujeres que sufrieron una amputación de las dos piernas en combate.
“Sin duda, en parte es algo cultural, pero creo que es sobre todo burocrático”, agregó, en referencia al rechazo al cambio que tienen algunos soldados cuando se trata de su vestimenta.
Más allá de la armadura, el Secretario de Defensa anunció en enero que iniciarían un programa piloto de 2 años para congelar el esperma y los óvulos de sus soldados antes de los despliegues en zonas de guerra. El banco de óvulos, cuyo objetivo principal es mantener a las mujeres en el ejército, empezará a funcionar en las próximas semanas.
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