La propuesta de un califato es simplemente un distractor pues lo que se pretende efectivamente es consolidar la fractura de naciones soberanas para hacerlas parte de un andamiaje colonizador. No es otro el sentido esencial.
Seguir insistiendo en la versión religiosa de los grupos terroristas por parte de la prensa alternativa es continuar enquistando el mito de la lucha legítima por una ideología considerada espiritual y, por ello, apoyando sin pretenderlo la falacia de que existen grupos civiles, religiosos, ciudadanos, en oposición a un estado o gobierno legal, debido a que poseen un sueño por construir.
La realidad es que dichas organizaciones son estructuras creadas en forma de ejércitos mercenarios cumpliendo todos los requisitos para ser considerados como tales. Sus patrocinadores son Estados interesados en generar caos internacional y luego obtener dividendos geoeconómicos. No hay otra explicación a las tácticas empleadas.
Todas las investigaciones al respecto indican que estos grupos terroristas fueron creados como ejércitos privados de potencias coloniales y Estados o monarquías retrógradas, los cuales las utilizan como escudo protector para defender sus intereses de dominación en el mundo. Por tanto, es preciso desde ya dejar de mencionar a estas organizaciones como fuerzas independientes pues son simplemente estructuras paramilitares mercenarias sin ninguna ideología considerada radical o tradicional ya que su único objetivo es destruir y caotizar la sociedad.
Existen seis características que corroboran esta afirmación ya reiterada y que no puede ser considerada en discusión dada la solidez de la información existente.
En primer lugar, los integrantes de estas fuerzas armadas son reclutados a través de procesos de selección donde les es ofrecido un salario para ejercer una labor ya definida como es defender ciertas posiciones, atacar otras, eliminar a contrarios, y por dicha actividad percibir un emolumento que contempla premios, es decir, por personas eliminadas de cierto nivel se ofrece una recompensa o gratificación. Se ha comprobado que los sueldos corresponden a los niveles de importancia al igual que los privilegios (incluyendo el medieval derecho a pernada), y que una fuga masiva se ha producido no sólo por la fuerza liberadora que los acorrala sino porque sus dirigentes han debido bajar incluso a la mitad el dinero pagado, como típica norma del capital, debido a la limitación en los ingresos causado por las fuerzas de liberación.
En segundo lugar, se recluta soldados profesionales, agitadores, violentos, delincuentes o jóvenes alienados, para destruir a un enemigo localizado, lo que implica alta preparación o disposición al asesinato. Aquí se conoce del uso dado al octagón para minimizar las heridas y dar un fervor extraño a los combatientes. El uso de batallones colombianos en Yemen o Libia, y las escuelas de seguridad estadounidenses, provee entrenados sicarios para el fin encomendado. No es precisa una ideología pues para ultimar con una supuesta fe es innecesario ya que el takfirismo está desligado de doctrinas pensadas en forma seria.
En tercer lugar, estos dos ejércitos son apoyados directa o indirectamente por gobiernos cuya tradición los hace golpistas foráneos. Así proveen de financiación a través de bancos transnacionales, pertrechos militares por medio de Turquía o con asesoría aérea de la Coalición-los cuales por error caen en manos de los terroristas-, movilización donde las camionetas Toyota son un mecanismo que por equivocación también presta servicio a éstos. Las armas modernas compradas a través de terceros son el elemento más contundente que refleja la hipocresía de sus patrocinadores.
Cabe destacar la inmensa “solidaridad” a través de la guerra mediática considerándolos grupos idealistas, religiosos, juveniles incluso, cuyo nombre intentan desvanecerlo utilizando a ISIS o EIIL como enganche y evitando comentar las atrocidades que cometen, asimilándolas a los cuerpos civiles de defensa. Ocultar que están perdiendo esta guerra declarada contra países soberanos es un objetivo de los canales dependientes por lo cual las treguas únicamente intentan ganar tiempo para crear nuevas opciones de guerra.
Cuarto, como fuerzas armadas aniquiladoras tienen la labor metódica de exterminar al contrario y, en este caso específico, destrozar el entorno físico ambiental además de la infraestructura, incluida la habitación, cultura y comunicación. Utilizando la “educación” ya aprendida en la Escuela de Las Américas, donde se entrenaron los mayores golpistas de América Latina junto a los profesionales torturadores, este aprendizaje se ha enriquecido con tácticas salvajes como la crucifixión, el descuartizamiento, el desmembramiento con caballos o el lanzamiento desde torres, uniendo la tecnología moderna a la perversión para filmar a presos quemándolos como si fueran aves o a niños explotando a opositores en un carro.
Quinto, obedece a una coordinación realizada con la mayor tecnología moderna la cual no es parte de una organización terrorista pues requiere ojos en el aire y tierra a través de una sofisticada red. Esto implica que existe un núcleo de inteligencia que ordena los ataques, provee de información privilegiada, los agrede donde no están localizados y da la seguridad que tendrán todo el poder necesario imbricado a la protección para esconderse y no ser procesados.
Sexto, lo evidente es que dichos grupos lograron apoderarse de vastos territorios gracias a un proyecto pensado desde el imperio y por mentes calculadoras que diseñaron paso a paso la destrucción total de dos naciones. Sin embargo, no contaron con la resistencia de la población y su fuerza armada legal, los que han dado prueba de una valentía que sólo la posee quien integra una organización con ideales. El escape masivo de los terroristas demuestra que no existe ninguna ideología sino un pago económico que no compensa la muerte, razón por la cual han debido fusilar o torturar a sus propios militantes ya que no poseen la mística del combatiente con espíritu de soberanía.
Es preciso aclara que el alcance de estos ejércitos mercenarios es limitado pues no es cierto que sea la amenaza más grande que tiene el mundo, tal como se expone en la prensa occidental para desviar la atención del golpismo en varias naciones, la desestabilización o esconder sus propios conflictos internos, por citar sólo algunos ejemplos: la magnificación de actos como si fuera inmensamente grande (unos 130 muertos en París), contrasta con más de 300.000 personas asesinadas en Siria y un millón en Irak a raíz de la invasión contra Saddam Husein. Sin embargo, no han atentado contra los supuestos infieles excepto algunas escaramuzas con un centenar de muertos lo que contrasta con los cientos de miles en Medio Oriente y que no son occidentales.
El análisis, luego de definir el carácter terrorista de estos ejércitos creados artificialmente, lleva a considerar que dada su derrota persistente no se descarta que el Occidente de un giro político manipulado respecto al Gobierno sirio, casi cinco años después de que fracasaran por un lado los complots encaminados al derrocamiento de Al-Asad y por otro se reforzaran grupos takfiríes como Daesh (EIIL),gracias al apoyo del Occidente y que actualmente amenazan la seguridad de sus propios patrocinadores. Que la ONU plantee el cambio de Assad es otro intento más de forzar una solución negociada para defender sus propias posiciones en riesgo.
Es claro que Daesh y Al Qaeda (cuyo frente en Siria es Al-Nusra), son ejércitos privados que tienen contratos con estados interesados en generar desestabilización y tener luego grandes réditos. Al ser escuadrones particulares, ello destruye todos los mitos y pone en claro cuál es su objetivo y a quien responden.
Cabe acotar que, pese a la inmensa propaganda, Daesh-ISIS, no ha logrado la creación de un Estado propio (califato medieval en pleno siglo XXI), pues lo que controla son territorios ahora debilitados más no una nación con personalidad jurídica y nacionalidad: ni es más fuerte que los ejércitos formales de Siria e Irak juntos, lo que explica su temor, desmoralización y escape.
Finalmente, gran parte de su conquista se debió a un factor sorpresivo muy bien planeado aunque sólo fue posible gracias al pavor que infundió con una extrema crueldad, genocidio, limpiezas étnicas y religiosas, torturas y masacres en masa, cuyo verdadero objetivo fue imponer terror en el territorio invadido, en sus opositores, en la población y en sus propios oponentes militares, con el fin de obtener el control y domesticación pleno…lo que no ha logrado debido a la infatigable lucha de los pueblos con espíritu de patria.
Cuando toda la investigación existente, fiable, establece que Daesh y Al-Qaeda son ejércitos mercenarios y no organizaciones religiosas con proyecto propio, cuyo diseño fue realizado por la Alianza dirigida por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Turquía como socio principal, apoyado en las monarquías retrógradas y violentas, la conclusión indica que no existe el terrorismo como una ideología y grupo independiente que orienta esta lucha. Por el contrario, la conclusión más impactante es que su creación es simplemente para sostener una herramienta de caos y confrontar a las naciones que realmente luchan por la paz. Así aceptado, el mapa del mundo cambia en favor de las soberanías y la humanización.
Las opiniones y conclusiones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de HispanTV.
Por Carlos Santa María
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sábado, 26 de marzo de 2016
Daesh-Al Qaeda: ¿ejércitos privados de Estados golpistas?
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