El área sembrada con kiwis, bananas y mangos en la Argentina viene con gran crecimiento en los últimos años con el apoyo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en las diferentes zonas donde se hace cada producción.
En primer lugar, la producción de kiwi es una de las de mayor rentabilidad y potencial de crecimiento en la Argentina. Actualmente se estiman unas 800 hectáreas de kiwi, de las cuales cerca del 50 % está en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, que es una zona típica triguera y por los problemas de comercialización del cereal, los productores están buscando alternativas.
Por sus condiciones climáticas, cercanía al mar y fácil acceso a los mercados, es una zona con gran potencial, donde aumentó la superficie implantada y de servicios, con nuevas plantas de empaque y cámaras de frío para almacenamiento.
Si bien su superficie se duplicó en los últimos 10 años, cerca del 60 % de la fruta que se consume es importada.
“La necesidad de conformar una asociación y de contar con un protocolo de calidad que permitiera obtener y certificar un producto de alta calidad y diferenciado en el mercado fueron prioritarias”, aseguró Alejandra Yommi, del INTA Balcarce, Buenos Aires.
En ayuda a los productores de kiwi, en los últimos años, la intervención del INTA permitió ajustar los índices de cosecha, prolongar su período de almacenamiento (hasta unos 6 meses y así competir con el kiwi italiano en contraestación), reducir pérdidas y mejorar su calidad.
Si bien hoy la producción apunta a abastecer al mercado local, “internacionalmente hay una demanda insatisfecha muy importante, por lo que hay altas posibilidades de crecimiento del área de producción para esta fruta”, afirmó Yommi.
Por otro lado, la fruticultura tropical y subtropical tiene fuerte impacto en las economías del NOA y del NEA. Entre ananá, papaya, palto, banana y mango el total de producción en esas regiones es de 115.350 toneladas. Los frutales tropicales se plantean como alternativas productivas a las hortalizas y los citrus, con el requerimiento de una importante mano de obra durante todo el año por el volumen de crecimiento registrado.
La producción de banana se centra en el norte del país
El cultivo de bananas en la Argentina ocupa unas 3.780 hectáreas en Salta, Jujuy, Formosa y Misiones y se produce anualmente un volumen de 84.050 toneladas. Un ensayo del INTA comprobó que, con la combinación precisa de nitrógeno, fósforo y potasio, es posible duplicar la producción de bananas. Francisco Scribano, del Instituto de Investigación y Desarrollo para la Agricultura Familiar (IPAF) NEA, explicó que lograron “rendimientos superiores al promedio de la región, que está en 20 toneladas por hectárea”.
En este sentido, expresó: “Hemos obtenido 46”. De las 1.500 hectáreas cultivadas con banano en esa zona, el 89 % está en manos de casi 500 agricultores de pequeña escala que, en promedio, poseen alrededor de cinco hectáreas. Severiano Cabrera, productor de Laguna Naineck –Formosa–, señaló que, como resultado de esa investigación del INTA, “el kilaje y la calidad es muy buena .
Por último, la producción de mango se localiza principalmente en el NOA, con excelente perspectivas de crecimiento, especialmente en el Pedemonte de Salta y Jujuy. En la actualidad, existen unas 500 hectáreas, con una producción promedio de 1.500 kilos por hectárea y un promedio anual de 7.500 toneladas, con un ingreso bruto de U$S 37.500.000.
El INTA Yuto tiene un banco de germoplasma de variedades y portainjertos de mango introducidos de España, Perú y Brasil, único en el país. Actualmente, las fincas productoras cuentan con variedades elite en los mercados internacionales: Tomy Atkins, Osteen, Kent, Keitt.
Este cultivo es una alternativa con excelentes perspectivas de crecimiento, que permite una mirada optimista en el corto plazo para comercializar en los distintos centros urbanos de la Argentina con una excelente calidad y sanidad. Para obtener un mango de calidad, el INTA procura determinar índices de madurez de la fruta, la poscosecha, la prevención y el manejo de enfermedades, plagas y su control.
Un ejemplo son los trabajos contra la Antracnosis –Colletotrichun gloesporoides–, una de las enfermedades que ocasiona severos daños al cultivo y reduce el valor comercial y los rendimientos por unidad de superficie. Los resultados permitieron bajar un 90 % su incidencia.
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