Que la gastronomía está de moda ya no es novedad. El proceso de evolución que empezó hace más de dos décadas en las bodegas argentinas y las cartas de los restaurantes, agitó la coctelería y refinó la pastelería y la cafetería busca hacer lo propio con la comida al paso. Para alegría de sibaritas, gourmands y foodies (porque lo de "amantes del buen comer" puede ser cuestionado por el ejército de antigourmeteros) hace tiempo que dejó de ser guarnición para convertirse en plato principal de muchos de los eventos masivos que se realizan en la Ciudad.
Es cierto, todavía falta que la legislación porteña acompañe para que sea perfecto y la calle propiamente dicha empiece a ofrecer libremente algo más que choripanes, hamburguesas y las –respetadísimas– bondiolitas al pan. Pero cada vez es más común encontrarse con food trucks (carritos, bah) que materializan la fantasía de acercarnos delicias de todo tipo.
El jueves al mediodía, por caso, la gente de La Dorita estacionó su Camaleón Rutero en la esquina de Humboldt y Costa Rica, Palermo, para compartir sandwiches de cuadril –marinado con aceite de oliva, ajo, romero, tomillo, jengibre, pimentón y luego braseado– con tomates confitados y rúcula, que preparaban Martín y Sebastián. Invitación de la casa, sí, porque la venta en el espacio público no está permitida. "Distinto es cuando te convocan para participar de un evento privado en el cual vendés una carta acotada. O un evento privado, donde ponés el carro y repartís lo que eligieron los organizadores para, por ejemplo, un final de fiesta", explica Diego Parra.
En la fila había curiosos de a pie y trabajadores de las oficinas de la zona que se iban pasando el dato. "Estaría buenísimo que haya más carritos así, como en Nueva York, que están por todos lados. Poder comprar algo rico y un poco más sabroso sin tener que sentarte en un restaurante", repetían tres chicos de rigurosos chupines + anteojos de marco grueso ("de una puntocom, pero no nos vayas a escrachar en el diario, no da"), después de la selfie de rigor y el plano detalle para instagramear.
El mismo jueves por la tarde/noche varios carritos se instalaron en el predio El Dorrego (en Zapiola 50, el Distrito Audiovisual, la sede de la Feria Masticar, sí), donde El Gato y la Caja (la publicación online de divulgación científica) presentaba su anuario en un evento organizado por YelpBA y la Asociación Argentina de Gastronomía Móvil. Regalaron shawarmas, risotto de lomo, mini paninis, nachos, waffles y milkshakes, preparados en las cocinas móviles de MoodFood, Panini y Trixie American Diner.
Del lado de afuera manda la creatividad. Hay trailers que se remolcan, camionetas de todo tipo (por supuesto las clásicas Volskwagen cuadradas, modelo pan lactal) y, sí, claro, un "choribondi", el colectivo que la parrilla La Cabrera presentó hace dos años en Masticar. Opciones saludables como la de Bonyüzz Smoothies. Y en el otro extremo El Puesto de Fabio, del actor Fabio Alberti. "Es una idea que tenía hace 15 años. Ya hace un tiempo había abierto 'El Puesto de Fabio en un Festival Internacional de Teatro que se hizo en la Facultad de Derecho. José, mi mecánico y amigo, tenía varias casitas rodantes sin uso y restauramos una con Diego, mi socio. Hacemos hamburguesas caseras y también los panes. Podés comer una Boluda con queso, una Beto Tony con huevo, una Peperino completa o una Fasulo con Hongos Porto", contó el año pasado a Clarín.
Del lado de adentro es todo diseño e ingeniería. "Reproduce la cocina de cualquier restaurante y está preparado para hacer pizzas, pastas, lo que el cliente quiera. Integramente de acero para mantener siempre la limpieza, está equipada con heladeras para mantener la cadena de frío y se puede preparar cualquier cosa", apunta Parra.
Las ubicaciones van rotando y casi todos ofrecen la posibilidad de llevar los restaurantes rodantes a domicilio para eventos especiales. Este fin de semana se montó un Luxury Food Truck Station en The Palace-Luxury Outlet en el Hipódromo de Palermo (repite el 25 y el 26). Ahí está Nómade (de Ernesto Lanusse, uno de los pioneros y presidente de la Asociación Argentina de Food Trucks), donde se pueden probar las propuestas de Justine, Leopoldo, Chef Abdala y Bon Bouquet, entre otro montón de carritos.
La clave es estar atento a los itinerarios que se difunden en las redes sociales. Con las cocinas sobre ruedas se acerca la fantasía de muchos: que la comida venga a uno. ¿Y después? Qué importa del después...
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