Al-Balawi aceptó la oferta y se mostró dispuesto a marchar a Pakistán con el fin de infiltrarse en Al Qaeda. Si la operación (dirigida a partir de entonces por los jordanos y por la CIA) tenía éxito y proporcionaba información de calidad, la recompensa económica sería cuantiosa. Una vez en Pakistán, Al-Balawi estableció contacto con los talibán y éstos a su vez le permitieron llegar hasta Al Qaeda.
El supuesto espía mantenía informado por e-mail a su controlador en la inteligencia jordana, en algunos casos aportando como prueba testimonios gráficos de sus encuentros con líderes destacados de Al Qaeda y, en otros, confirmando los daños causados por los ataques con drones en el área fronteriza de Pakistán. Aparentemente la escasez de médicos y la reputación on-line que había logrado forjarse con anterioridad convertían a al-Balawi en un activo apreciado, con acceso a los grupos militantes de la zona.
Finalmente, al-Balawi consiguió su objetivo y, según sus informes, logró atender médicamente al mismísimo Ayman al-Zawahiri, por entonces número dos de Al Qaeda. Los responsables de la CIA no disimularon su entusiasmo y solicitaron un encuentro personal para dotarle de medios con los que transmitir las coordenadas exactas de al-Zawahiri (que posteriormente recibiría la visita de robots armados).
En su libro Warrick ofrece un relato pormenorizado del que se pueden extraer diversas lecciones. De entrada, se me ocurren las tres siguientes:
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Las prisas son malas consejeras. Tanto bin Zeid, el controlador de la inteligencia jordana, como Darren LaBonte, case officer de la CIA en Amman, muerto también en Camp Chapman, expresaron sus dudas sobre la rapidez con que se estaban desarrollando los acontecimientos y la facilidad con que al-Balawi había penetrado en los círculos internos de Al Qaeda. La gestión de fuentes humanas requiere tiempo y paciencia y, en este caso, el ansia por ofrecer objetivos de alto nivel a los drones que sobrevuelan Pakistán aceleró desastrosamente el proceso. Según cuenta un amigo de bin Zeid, tras ver juntos Red de mentiras (de Ridley Scott, protagonizada por Russell Crowe y Leonardo DiCaprio, buena película, donde también se entrecruzan la inteligencia jordana y la estadounidense), bin Zeid comentó: “los norteamericanos son así. Siempre quieren que las cosas sucedan lo antes posible”.
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A un auténtico radical no se le compra con dinero. En los entornos yihadistas se pueden encontrar individuos que militan por el deseo de ser aceptados por el grupo, por afán de aventura o simplemente porque les permite canalizar su natural violento (de modo que en otras circunstancias, encajarían a la perfección en una banda de hooligans). La lealtad de este tipo de sujetos es quebradiza. Sin embargo, al-Balawi creía firmemente en su causa y aprovechó la oportunidad que le ofrecieron la inteligencia jordana y la CIA para convertirse en un muyahid en el mundo real y no sólo en los foros virtuales.
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En consecuencia, la gestión de infiltrados terroristas a partir de ciertos niveles entraña peligros difícilmente eludibles. La información y la oportunidad que al-Balawi estaba brindando convertían el encuentro cara a cara en algo necesario, y dicha coincidencia iba a acabar mal para quien tuviera que aproximarse. En este caso el error estuvo en que tantas personas se dieran cita en el mismo lugar.Fuente: http://www.seguridadinternacional.es/blog.mosaico/?q=es/content/humam-al-balawi-el-agente-triple
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