El boom de demanda de alimentos de los países asiáticos (China/India), sumado al espectacular incremento de la producción de etanol –consume 40% de la cosecha de maíz estadounidense-, le ha otorgado a los farmers del Medio Oeste el mayor nivel de ganancias de su historia.
Pero también ha aumentado el valor de la tierra agrícola 60%/70% en relación a los niveles del año 2000. Por eso, la nueva generación de farmers se ve forzada a alquilar los campos, ante la imposibilidad financiera de adquirir su propiedad. Los costos de la tierra agrícola estadounidense son ahora superiores a los del centro de Chicago (Illinois) o Des Moines (Iowa).
Característica de la producción agrícola norteamericana ha sido prácticamente desde su origen la condición de propietarios de los productores hasta convertirlos en sinónimo de farmers.
Esto se ha modificado. Los farmers de la nueva generación no sólo son menos –su número ha disminuido más de 30% en los últimos 20 años-, sino que ahora no son propietarios en su mayoría.
El productor individual es reemplazado crecientemente por corporaciones altamente especializadas, que realizan una actividad capital-intensiva, dotada de financiamiento internacional. Este proceso implica un crecimiento extraordinario de la productividad agrícola, pero su contrapartida es la creciente desaparición de la fuerza de trabajo.
El promedio de edad de los farmers es hoy 57 años, pero 56% del total tiene 65 años o más, y es el sector de más rápido crecimiento, que se apresta a retirarse en gran escala.
La actividad agrícola estadounidense se ha desruralizado prácticamente en su totalidad, y ahora es una tarea capital-intensiva que se realiza desde ciudades pequeñas y medianas diseminadas por todo el “corn belt” (Illinois, Iowa, Nebraska, etc.).
Todo indica que en los próximos 20 años la actividad agroalimentaria de EE.UU. se realizará directamente desde grandes ciudades, en los mismos distritos en los que se despliega la “nueva revolución industrial” (digitalización completa de la manufactura).
Antes de la crisis provocada por la caída de Lehman Brothers en 2008, más de la mitad de los farmers jóvenes (menos de 35 años) eran propietarios de las tierras que labraban; y la tendencia se revirtió en 5 años. Ahora sólo 36% son propietarios, y en 2030 serían 20% o menos.
A partir de entonces, la inmensa mayoría de la producción agrícola estadounidense estaría en manos de grandes corporaciones de alto nivel tecnológico, en una actividad que sería completamente conocimiento-intensiva.
La agricultura norteamericana se encuentra en un punto de inflexión. El protagonista no es más, al menos en el largo plazo (10/20 años), su histórico y admirable productor individual.
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