Debido a que es una alternativa a los cereales de invierno, consume menos agua que el trigo y posee alta fijación de nitrógeno, esta legumbre se encuentra entre aquellas con altas expectativas de desarrollo.
Gabriel Prieto, especialista del INTA Arroyo Seco -Santa Fe-, sostuvo que el cultivo de arveja en el país evidenció un crecimiento “significativo”. En la última década, se duplicó su producción: pasó de 80 mil toneladas en 2003 a 150 mil en 2012. De acuerdo con las estimaciones del organismo, para esta campaña se espera una producción de entre 200 y 250 mil toneladas, un 67% más que el año pasado.
“Antes de este auge –explicó Prieto– la arveja era un cultivo informal con un mercado marginal, mientras hoy en día competimos a escala mundial y somos reconocidos como proveedores de esta leguminosa invernal.
La realidad indica que la demanda es creciente y las oportunidades de la Argentina son únicas para empezar a ocupar un lugar destacado en el comercio mundial de estas especies”.
La causa del crecimiento se encuentra en las numerosas ventajas de este cultivo. La arveja consume entre 250 y 300 milímetros de agua útil, con una eficiencia de uso de arededor de 10 a 12 kilos de grano por milímetro de agua. Esto lleva a que los cultivos de verano posteriores cuenten con un perfil del suelo con un remanente hídrico estratégico.
“Esto sucede porque libera el lote entre 15 y 20 días antes que el trigo y, además, en los suelos típicos del sudoeste bonaerense que se caracterizan por ser de colores oscuros y elevado contenidos de materia orgánica y de nutrientes –conocidos como argiudoles típicos y vérticos–, el sistema radical de arveja no explora más allá de los 90 a 100 centímetros de profundidad”, señaló Prieto.
Otra de las ventajas es la alta capacidad de fijación biológica de nitrógeno del 50%, con aportes de hasta 185 kilos por hectárea. “Esto la convierte en una opción viable como antecesor de cultivos de segunda”, sostuvo Prieto, al tiempo que agregó: “Es un fertilizante natural con resultados muy auspiciosos”.
Por su parte, Walter Berdini, productor de arvejas de San Nicolás -Buenos Aires-, afirmó que “esta leguminosa deja un rastrojo más limpio, consume menos agua, aporta nitrógeno al suelo y, además, tiene un mejor precio que el trigo o cebada”. También la consideró como una alternativa “ventajosa” para el maíz de segunda y para la secuencia de cultivo soja-trigo soja-arveja. “Necesitaba ocupar el campo en invierno y que, además, me permitiera llegar a tiempo con los cultivos de verano. En la arveja encontré una opción viable”, señaló.
La arveja (Pisumsativum) es una leguminosa invernal con más de 56 variedades comerciales inscriptas en el INASE. Si bien cuentan con diferentes características, la más representativa del país, por la superficie sembrada, es la Facón -de grano verde liso y foliosa- y la Viper -de grano verde liso y semiáfila-.
Por una cuestión cultural, la Argentina sólo produce y exporta arveja verde, de cultivares sembrados con tamaño de semilla mediano a chico. Los destinos más importantes son Brasil, España, India y Turquía.
“Para afianzar nuestro protagonismo en el mundo, será necesario ofrecer más variedades, principalmente las más demandadas, como lo son las de cotiledones amarillos”, afirmó Prieto.
La arveja se cultiva principalmente en el sur de Santa Fe y norte y sudeste de Buenos Aires, con un rendimiento de hasta 4 mil kilos por hectárea. En condiciones normales de desarrollo y crecimiento, la plata en etapa de floración puede alcanzar los 70 centímetros de alto.
Esta legumbre se cosecha en forma directa, sin necesidad de corte e hilerado, con una humedad del 14%. En algunas ocasiones se recurre al secado del cultivo mediante el uso de un herbicida cuaternario. En el caso de cultivares de porte rastrero y foliosos como Cobri o Facón, a veces es necesario cosechar en un solo sentido de siembra, “a contrapelo”, para disminuir las pérdidas.
Se trata de una leguminosa muy sensible a las bajas temperaturas en la etapa de germinación. Pero, una vez emergida, su tolerancia a la amplitud térmica aumenta y reaparece en la floración, cuando fija el número de granos, publicó el sitio INTA Informa.
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