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martes, 12 de junio de 2012
Sin ferrocarriles y sin rutas
El Estado abandonó los trenes y apostó al transporte automotor, pero la trágica ruta 8 confirma la falta de una política coherente
No hace falta observar con juicio crítico el recorrido total de la ruta nacional 8 hasta San Luis. Con la atención puesta en los modestos 180 kilómetros que median entre Pilar y lo que se conoce como el segundo cruce de Pergamino alcanza para reprobar a un largo ciclo de administraciones del país.
Si desde hace años se la llama "la ruta de la muerte", bien que en una competencia amarga con otras carreteras nacionales y provinciales, ha sido por la trágica sucesión de accidentes fatales con los cuales han respondido a un tráfico de enorme caudal su magra anchura y su complejo y peligroso recorrido.
Con ser una de las rutas centrales del sistema vial argentino, el trazado impiadoso de la 8 pasa en aquel tramo de Pilar-Pergamino por los transitados márgenes vecinales de San Antonio de Areco y Capitán Sarmiento; atraviesa la periferia céntrica de Arrecifes, y prolonga desde allí hasta Pergamino un fenómeno inaudito de semáforos que, más que ordenar, desbarajustan el tránsito. Lo que es útil en una gran ciudad de poco sirve para la seguridad y el flujo vehicular en una gran carretera.
Desde la presidencia de Arturo Frondizi la Argentina ha desarticulado una red ferroviaria urgida ya entonces de un mantenimiento apropiado. Hoy hay menos vías y estaciones y menor articulación del territorio nacional; hacinamiento y destrato de los pasajeros; inseguridad en todos los órdenes del servicio. Como la tragedia lo certificó en Once.
Como si también en esta materia hubiera sido necesario manifestar los ímpetus refundadores que han caracterizado con reiteración a la Argentina, de un día para el otro se apostó por la creación de un parque automotor de origen nacional, prácticamente inexistente antes de Frondizi. Pero se renegó del ferrocarril.
Con vaivenes que a lo largo de medio siglo llevaron a la instalación y disolución de numerosas fábricas automotrices nacionales y extranjeras, a subas y bajas en la producción de vehículos, el transporte automotor tiene una presencia relevante en la Argentina, tanto por su integración con los países del Mercosur como porque franjas significativas de la población, que no acceden a la vivienda propia, desvían recursos a bienes de menor costo y duración más efímera como el automóvil. Del ahorro ni hablar, porque la inflación lo disuade antes de que se constituya y, si en ese punto fracasa, toma la revancha después, al licuarlo.
La mayor paradoja de todo esto es que la pretensión de un país que se jugó por entero a la carta del transporte automotor no sólo haya demostrado incompetencia asombrosa para alentar la constitución de un transporte aeronáutico de valía, sino que ni siquiera se ocupó de la infraestructura elemental sin la cual pierde sentido lógico la industria automotriz. Por eso la ruta 8 se ha convertido desde hace tiempo, con los accidentes y dificultades insalvables de su traza, en la prueba palmaria de corrupción, desidia administrativa y de grave torpeza estratégica en la utilización de recursos.
Hace meses se han reanudado los trabajos de su conversión en la autovía anunciada una y otra vez en los gobiernos del matrimonio Kirchner. En 2010 la administración central y un consorcio que involucraba al grupo Eurnekian anunciaron, después de años de idas y venidas, la rescisión del acuerdo que se había firmado para la construcción de los 180 kilómetros del tramo Pilar-Pergamino. Recordemos que el Gobierno nacional le rescindió el contrato otorgándole una indemnización millonaria. El grupo empresario adujo que el congelamiento de las tarifas lo había obligado al incumplimiento.
Las nuevas obras avanzan entre el cruce de la ruta 8 y la entrada a Capilla del Señor hasta Parada Robles. Se trata de unos nueve kilómetros de camino. Mientras tanto, se han licitado otros dos tramos: Parada Robles-San Antonio de Areco y Fontezuela-Pergamino, pero dejando, en esta última parte, abiertos interrogantes respecto de dos puntos de interés. Conciernen a la resolución que deberá darse, primero, al encuentro, en Pergamino, de la ruta 8 con la ruta 32, tanto en su conexión con Salto como con Rosario, y segundo, la complementación con la ruta 188, hacia San Nicolás, por un lado, y hacia Rojas-Junín, por el otro.
Esperemos que a la brevedad se sumen a los escasísimos nueve kilómetros de autovía en construcción los comprendidos en las dos últimas licitaciones. Será dentro de la pobreza general del sistema caminero argentino una contribución parcial, pero de suma importancia para las localidades que la ruta 8 conecta en el corazón de la República y, sobre todo, para algunas de las principales zonas agrícolas, a las que la Nación y no pocas provincias exprimen recursos pero sin compensaciones mínimas frente a tanta exacción.
No hay sociedades verdaderamente modernas sin excelencia en las comunicaciones. En el caso argentino, la fragilidad en ese terreno ha derivado en el despoblamiento del campo, porque a la ausencia del Estado nacional en la construcción y preservación de un sistema vial acorde con sus necesidades se ha sumado la desidia, cuando no la insolvencia económica, de provincias y municipios.
El falso nacionalismo ha hecho estragos, como se ha dicho, con la suerte de los ferrocarriles y de rutas, y el populismo, que todo lo carcome, ha estado en acecho permanente, incluso para negar el pago y actualización de peajes cuando lo correcto era hacerlo. No como ocurrió en inadmisibles avivadas de quienes pusieron mano en el pasado reciente sobre el azaroso trazado de sólo dos manos de la ruta 8...(Diario La Nación)
Comentario:
Si bien lo expuesto en este articulo es correcto, disciento con lo expresado de "negar la actualización de los peajes", hecho que en diferentes concesiones se ha demostrado que la unica mejoria en las rutas fueron las cabinas de peaje, con escasa presencia de los concesionarios...
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Simpre voy a lo mismo, repitiendoló en todos los posts. No estoy de acuerdo en pagar peajes para transitar, además son peajes eternos de 25 años o más, creo que se podría hacer con los presos o jóvenes que están en las esquinas chupando.
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