lunes, 5 de diciembre de 2011

Ex URSS: 20 años sin economía planificada

Algunas ex repúblicas soviéticas se enriquecen con las materias primas, mientras el resto solo sobrevive y las bálticas se consolidan en la UE
Los 15 países que surgieron de la URSS estaban en diciembre de 1991 al borde del colapso económico.La ineficaz economía soviética de planificación fue la causa principal que acabó con la URSS hace 20 años. El sistema estaba mal gestionado, la productividad laboral era bajísima y no había manera de crear condiciones capaces de atraer la inversión. El desabastecimiento en las tiendas hizo que el mercado negro pasase a primer plano y los precios se dispararan. A su vez, la deuda exterior de la URSS llegó a alcanzar la cifra de 70.000 millones dólares.

Los 15 países que surgieron sobre las cenizas de la URSS estaban en diciembre de 1991 al borde del colapso económico. Las fábricas cerraban en masa al dejar de estar mantenidas por el Estado y ser incapaces de adquirir de forma autónoma materias primas para continuar funcionando. Perdían, además, sus clientes habituales al romperse los antiguos vínculos comerciales entre las repúblicas, y se veían forzadas a dejar de pagar los salarios a sus trabajadores.

Rusia, que tras la desintegración continuaba siendo el centro de gravedad, aplicó la «terapia de choque» del ultraliberal, Yegor Gaidar, un plan de ajuste que empobreció aún más a la población e hizo desbocarse la inflación.

Lo malo fue que, pese a tantos sacrificios, los forcejeos entre el viejo y el nuevo sistema, junto al boicot de quienes se resistían a perder sus privilegios, convirtieron el programa económico de Gaidar en papel mojado. La traumática liberalización de los precios y el corte de los créditos a las empresas se hicieron sin haber acabado con el monopolio estatal, en ausencia de leyes que protegieran la libre iniciativa y sin existir todavía la plena propiedad privada, especialmente de la tierra, advirtió entonces el economista Grigori Yavlinski, actual líder del partido reformista Yábloko. Las limitaciones legales y los altos impuestos hicieron que la incipiente clase empresarial prefiriera los negocios especulativos, en lugar de crear el tejido productivo que el país demandaba.

Al final, hubo que hacer concesiones a los militares y al 'lobby' industrial, los llamados «directores rojos». Gobernaban las empresas estatales y eran el último vestigio del antiguo régimen. Fueron elegidos a propuesta del Partido Comunista y exigían que la privatización se hiciera en su beneficio, no en el del capital extranjero o a favor de quienes amasaron su dinero de forma ilegal a la sombra de la impunidad.

Pedían también el regreso de las dotaciones y subsidios de siempre. Decían querer hacer rentables sus obsoletas empresas, que habían dejado de ser competitivas años atrás, y sostenían que había que restablecer la producción para evitar que siguiese aumentando el paro y el peligro de explosión social.

Gaidar cayó, el Estado volvió a cubrir las deudas del sector industrial y se aplazó la venta de tierras. La privatización se hizo de forma nepótica e injusta, enriqueciendo a una minoría y convirtiendo en mendigos a la tercera parte de la población. La debacle se culminó en agosto de 1998, cuando el Estado ruso se declaró en quiebra y el rublo terminó hundiéndose.

Entre guerras y crisis
La situación en el resto de las repúblicas ex soviéticas era aún peor. La feroz lucha por el poder después de la desaparición de la URSS había llevado a algunas repúblicas a la guerra civil (Azerbaiyán, Georgia, Moldavia y Tayikistán). Incluso en los tres Estados bálticos, los primeros en conseguir la independencia y con un nivel de bienestar superior al resto de los antiguos territorios soviéticos, padecían una grave crisis energética por culpa de las sanciones impuestas por Moscú en represalia por discriminar a la población de origen eslavo.

Desde el comienzo de la «perestroika» de Mijaíl Gorbachov (en 1985) hasta la desintegración de la URSS, el preció del barril de petróleo había estado próximo a los 20 dólares. Subió un poco más cuando Irak invadió Kuwait, pero durante la década de los 90 volvió otra vez a situarse cerca de los 20 dólares. Marcó mínimos históricos a finales de 1993, por debajo de los 13 dólares, y a comienzos de 1998 estuvo ligeramente por encima de los 14 dólares. Nada que ver con los casi 150 que alcanzó en 2008 o los más de 100 actuales.

La demanda de materias primas, especialmente petróleo y gas, fue lo que dinamizó las economías de los países ex soviéticos ricos en recursos (Rusia, Kazajstán, Uzbekistán, Turkmenistán y Azerbaiyán), sobre todo hasta el comienzo de la crisis. Estonia, Letonia y Lituania constituyen un capítulo aparte al haberse consolidado como miembros de la Unión Europea y compartir con esta tanto sus beneficios como sus desdichas. El resto han ido sobreviviendo a trancas y barrancas, con mayor o menor fortuna según les alcanzara la lluvia de petrodólares de sus vecinos o las ayudas de la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

La principal economía de este grupo sigue siendo Rusia, y ello pese a sus males endémicos: escasa o nula diversificación, excesiva dependencia de la exportación de recursos naturales, monopolización y una desmesurada intervención del Estado. Yavlinski destaca, además, que en Rusia «continúa sin existir el derecho de propiedad y la libre competencia, tal y como se entiende en las economías desarrolladas».

Cambiar el modelo
El ex ministro ruso de Finanzas, Alexéi Kudrin, destituido en septiembre pasado -medida que provocó pavor en los mercados-, advierte que su país «debe crear un nuevo modelo de crecimiento basado en el incremento de la inversión privada, en un sistema financiero estable con una inflación reducida y bajas tasas de interés».

La realidad, sin embargo, es que los capitales huyen de Rusia. Según el presidente del Banco Central, Serguéi Ignatiev, en los primeros 10 meses de 2011 se produjo una salida neta de capital privado de 64.000 millones de dólares, el doble que en 2010, y el balance final del año alcanzará los 70.000 millones. La inflación, según el FMI, «persiste obstinadamente alta», por encima del 9%.

Pero Rusia, uno de los miembros del grupo de emergentes del BRIC, es el principal productor y exportador mundial de petróleo. Después de dos años de recesión, su economía creció en 2010 un 4% y se espera que en 2011 llegue al 4,5%. Si nada se trunca, antes de final de año ingresará en la Organización Mundial del Comercio (OMC), a cuyas puertas viene llamando desde 1995. Su deuda soberana no sobrepasa el 13% del Producto Interior Bruto (PIB).

Las otras cuatro potencias energéticas ex soviéticas (Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán y Azerbaiyán) se ubican en el Caspio y su entorno. Registran índices de crecimiento superiores al 8% y se han dotado de ciudades resplandecientes. Sin embargo, son regímenes despóticos, con gran parte de la población alejada de los beneficios que generan el gas y el petróleo.

Bielorrusia es también una autocracia, pero sin la opulencia que proporciona el 'oro negro'. Su economía entró este año en barrena, la moneda ha sido devaluada y el déficit comercial supera los 10.000 millones de dólares, uno de los mayores del mundo. Carece casi de reservas y no hay inversor que se atreva a arriesgar allí su capital.

La solución, como en veces anteriores, ha tenido que venir de la mano de Rusia. Después de un periodo de desencuentro, Minsk y Moscú se vuelven a acercar. El 'rescate' de Rusia incluye créditos y una bajada de los precios de los carburantes. A cambio, la última dictadura europea perderá soberanía.

Armenia es también un protectorado ruso y no le ha ido mal en esa condición. La crisis hundió el alto crecimiento que venía experimentando, pero en 2010 se recuperaron y en el presente año se situaron en torno al 3%. El país caucásico goza de una pujante industria de manufactura, minería y una agricultura en ascenso.

Georgia, su vecina, pese a disfrutar de una economía auspiciada por Estados Unidos y Europa, se encuentra en una situación algo peor como consecuencia de la crisis, la guerra con Rusia de 2008 y el embargo al que ha estado sometida por parte de Moscú. Tiflis era precisamente el principal obstáculo para el ingreso de Rusia en la OMC y, tras alcanzarse por fin un acuerdo, la situación de Georgia previsiblemente mejorará a medio plazo.

Y los países más pobres del espacio ex soviético siguen siendo Tayikistán, Kirguistán y Moldavia. La mayoría de sus habitantes viven incluso peor que cuando formaban parte de la URSS.
 
Fuente: http://www.eldiariomontanes.es/v/20111204/economia/innova-cantabria/anos-economia-planificada-20111204.html

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