Los accidentes, contabilizados por PERFIL desde 2003, afectan a Fuerza Aérea, Armada y Ejército. La mayoría ocurrió por causas vinculadas con vehículos y materiales anticuados.
En 2015. Un mecánico militar falleció por el choque de un avión A4-AR contra el hangar de la base de Villa Reynolds, en San Luis. Foto:cedoc perfil
El estado del material con el que trabajan las Fuerzas Armadas argentinas vuelve a estar en debate a partir del operativo de búsqueda y rescate del ARA San Juan. Entre los familiares, ya hubo cuestionamientos por el estado del submarino y los peligros que enfrentan sus tripulantes en cada misión. No son los primeros que viven una angustia de este tipo. Los accidentes e incidentes con material antiguo están lejos de ser una novedad, como lo saben los familiares de los treinta efectivos que murieron, en causas vinculadas con vehículos y equipamientos anticuados, en los últimos 15 años.
Desde el 2003, unos 19 efectivos fallecieron en accidentes con aviones de la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea. En todos los casos, ocurrió con equipamiento anticuado, al límite de su vida útil, que en muchas veces es más fácil de encontrar entre colecciones antes que en fuerzas activas de otros países. El último de los incidentes fatales con aviones ocurrió en la base de Villa Reynolds, San Luis, cuando un mecánico falleció por el choque de un A4-AR contra el hangar en 2015. Dos años antes, un par de pilotos habían logrado eyectarse de otro A4 y lograron salvar su vida en Santiago del Estero.
Un mes antes, dos efectivos de las Fuerzas Armadas habían fallecido en un accidente EMB-312 Tucano, una unidad de entrenamiento. Los casos se repiten a lo largo de los años y comprenden a las tres fuerzas: en 2006, dos efectivos del Ejército fallecieron al caer el avión Mohawk Grumman OV-01 que operaban; otros dos uniformados de la Armada perdieron la vida en un accidente con un MC 32 Aermacchi en la base de Punta Indio. Son unidades con muchos años, propias de una colección clásica antes que un ejército moderno: el Grumman tuvo su primer vuelo en 1959, el MC 32, dos años antes. Los incidentes no sólo afectan a las naves más viejas.
En octubre último, dos pilotos de la fuerza aérea lograron saltar del Grob TP 120 que comandaban pocos segundos antes de que se estrellara. Activaron sus paracaídas a tiempo. Los Grob son aviones de entrenamiento que vuelan desde 2010, fueron provistos por una firma alemana en alquiler a Fadea, durante la gestión que lideró La Cámpora de la fábrica de aviones.
Más casos. Los treinta casos fatales, relevados por PERFIL en base a fuentes periodísticas y comunicados oficiales de las fuerzas, incluyen también a ocho pilotos que fallecieron por dos accidentes en helicópteros, en 2004 y 2005. También hay dos efectivos que murieron en las bases antárticas, que fueron construidas en la década del 50 y nunca fueron plenamente actualizadas. Un efectivo de la Fuerza Aérea falleció en la Base Marambio cuando un portón del hangar se le cayó encima en 2016. Dos años antes, un integrante del Ejército murió por una explosión al manipular residuos. El manejo de la basura en la Antártida, algo que está estrictamente regulado por el tratado internacional que regula el continente blanco, pero en la Argentina por el ajustado presupuesto se acumulan residuos de varias campañas.
Una de las víctimas más jóvenes fue el aspirante salteño de 17 años que falleció durante un ejercicio en la Escuela de Suboficiales del Ejército “Sargento Cabral”. Según consignó Crónica, murió cuando la torreta de un tanque cayó sobre él. Este año, un enfermero del Ejército murió cuando saltó del Unimog que conducía porque había perdido los frenos y se dirigía hacia un tanque, durante un entrenamiento con munición en el campo de instrucción Los Cerrillos, en Azul. Fue en septiembre, la noticia pasó prácticamente desapercibida.
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