Por Edgardo Aguilera - Ambito.com
POR DÉCADAS DE RECORTES PRESUPUESTARIOS E IMPREVISIÓN DE LA POLÍTICA
El país debió recurrir a ayuda internacional para las operaciones de rescate porque carece de sistemas adecuados para un salvataje. Al cierre de esta edición aún no había novedades del ARA San Juan.
Ayuda. En el aeropuerto de Miami se realizó el cargamento hacia Comodoro Rivadavia, donde llegó el sábado. EE.UU. envió tres Globemaster C 17 y un submarino de rescate.
La desaparición del submarino ARA San Juan, del que se perdió contacto sobre su estado y ubicación el miércoles pasado, pone de relieve una vez más que sin presupuesto es imposible sostener y operar los medios de las FF.AA. (buques, aviones, submarinos, tanques, etc). Casi todos los países con submarinos en su lista oficial de buques poseen algún medio de intervención ante el siniestro de una nave.
El país carece de buques y sistemas adecuados para llevar adelante con éxito el salvamento y rescate de los tripulantes de los submarinos nacionales. El último navío que cumplió esa tarea, asignado al comando de la Fuerza de Submarinos en Mar del Plata, fue el aviso ARA Irigoyen. La Armada lo desafectó en noviembre de 2009 luego de 48 años de servicios ininterrumpidos. Ese remolcador de altura fue botado en 1944 en los Estados Unidos para uso de la marina estadounidense y llegó al país en la década del 60. Tenía a bordo una cámara hiperbárica indispensable para efectuar estas operaciones de buceo de intervención a gran profundidad, el guinche y canasto para el descenso de los buzos y una campana de salvamento para el rescate de tripulantes de submarinos.
Sucesivos recortes de presupuesto por décadas, como el que ya anticipó el ministro de Defensa, Oscar Aguad, dejaron a la Armada sin la capacidad de auxiliar a las dotaciones de los submarinos que pudieran declarar una emergencia en inmersión como la del San Juan. El peor escenario para un submarinista es la imposibilidad de salir a superficie por medios propios, de allí que se utilizan sistemas de rescate externos que asisten a los tripulantes en una maniobra compleja hasta conseguir la evacuación del submarino siniestrado.
Hay medios de salvamento y rescate de última generación como los utilizados por la OTAN, un vehículo sumergible transportable en avión, operado de manera remota, da apoyo a los supervivientes, más un mini submarino con tres tripulantes que puede sumergirse hasta 600 metros y evacuar a 15 personas en cada viaje.
Otros sistemas menos complejos constan de un vehículo sumergible también manejado de manera remota que se utiliza para llevar mangueras que, una vez conectadas al casco del submarino accidentado, inyectan aire fresco y mantienen respirable la atmósfera del interior disminuyendo el nivel de CO2 (anhídrido carbónico).
Tampoco alcanza con disponer del equipamiento si no se asignan los fondos para ejercitaciones simuladas en el mar y se gestionan en tiempo y forma las autorizaciones políticas para el entrenamiento. Por caso, recientes dilaciones de Defensa con recurrentes análisis de los costos dejaron caer una maniobra que la Armada iba a realizar con los Estados Unidos en la base Almirante Zar, en Trelew. Aguad envió tarde el proyecto al Congreso. Lograr adiestramiento óptimo requiere invertir dinero. Cuando ocurre el accidente ya es tarde para aprender o adiestrarse, el tiempo apremia y se corre el riesgo de que la dotación atrapada en el fondo del océano pueda quedarse sin oxígeno.
Al no contar con esta capacidad, una opción es recurrir a la cooperación internacional, pedida a tiempo. Brasil, Chile, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Perú y Uruguay respondieron al llamado del Gobierno nacional. La marina estadounidense desplegó su equipo de rescate de profundidad que llegó en un avión Globemaster, además colabora con un avión P-3B Orion matrícula N426NA, perteneciente a la NASA (National Aeronautics and Space Administration) en la zona de búsqueda. El Reino Unido ordenó el despliegue del rompehielos HMS Protector que se dirigió desde la Antártida a máxima velocidad hacia el área donde se registró el último contacto con el San Juan. La marina brasileña envió el buque Felinto Perry construido para misiones específicas de socorro submarino. Tiene cámara hiperbárica, una campana de rescate y un vehículo de operación remota que llega a los 500 metros de profundidad. Brasil desarrolló la capacidad de rescate de profundidad -que la Argentina perdió- al mismo tiempo que incorporaba los submarinos clase 209 de origen alemán, semejantes al ARA San Luis de la marina criolla que participó en el conflicto del Atlántico sur.
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