Por Mauricio Giambartolomei - LA NACION
La escultura viajó desde la Casa Rosada; en su lugar, habrá un espacio verde
La escultura, a metros de donde estará ubicada. Foto: LA NACION / Ignacio Sánchez
Parece que esta vez la historia se cierra, aunque tratándose de la escultura de Juana Azurduy habría que dejar un espacio para la duda. La enorme mole de bronce, que descansaba en el patio de la Casa Rosada desde 2015, viajó ayer una vez más hasta llegar al Centro Cultural Kirchner (CCK), donde debería reposar en forma definitiva.
A paso lento y sobre un carretón, las 25 toneladas de bronce circularon por la avenida Alem en un operativo delicado debido al estado de la obra, instalada sin estar terminada. En la nueva base, donde ya reposa, será restaurada por expertos que acompañaron el proceso que culminó en el traslado.
La mudanza empezó a prepararse anteayer, aunque desde mayo se sabía que septiembre sería el mes elegido para hacerla; en ese momento se preveía que la escultura primero haría escala en el área de Coordinación de Monumentos y Obras de Arte (MOA) en los bosques de Palermo, pero los responsables del traslado cambiaron de opinión.
Los primeros trabajos consistieron en desmontar la escultura y asegurarla; luego, con la utilización de grúas, el procedimiento continuó con la colocación de la obra sobre el carretón. La base de material que había sido construida en la Casa Rosada será demolida para darle paso al espacio verde que forma parte del Paseo del Bajo.
Todo este movimiento se realiza por ese proyecto que conectará las autopistas Buenos Aires-La Plata e Illia y contempla la construcción de un parque lineal entre la Casa Rosada, el edificio de la Aduana y el CCK. La obra demandará la reforma de la avenida La Rábida y la reducción de la superficie del parque Colón. También implica la relocalización del monumento de Juan de Garay (hoy en la plazoleta de Alem y Rivadavia) y del Mástil Nacional.
"Era una incertidumbre saber dónde iban a poner la escultura, pero cuando me enteré de que era en el CCK me quedé tranquilo. Estoy conforme porque la obra será vista en 360°, será mejor aprovechada por la gente", opinó Andrés Zerneri, el artista creador del homenaje a Azurduy, solventado por el gobierno de Bolivia con la donación de un millón de dólares.
"Sin embargo, siento que hay una cuestión política muy fuerte porque la obra quedó muy signada por el período de Cristina Kirchner, se transformó en un símbolo de esa gestión. En parte siento que se salieron con la suya de querer sacar a Azurduy de donde estaba", acotó.
La tensión entre los monumentos a Azurduy y a Cristóbal Colón comenzó hace más de cuatro años, cuando la entonces presidenta anunció que quería retirar la escultura del navegante genovés. La comunidad italiana, que había recibido la obra tras una donación de su autor, Arnaldo Zocchi, se opuso y recurrió a la Justicia, que finalmente autorizó el traslado. Hoy, las piezas de Colón se encuentran en el espigón Puerto Argentino, en un predio cerrado, donde esperan para ser montadas. Desde el Gobierno aún no confirmaron cuándo podría ocurrir.
El estado de la escultura de Azurduy fue puesto en observación el año pasado, cuando se hicieron tres informes encargados por Presidencia de la Nación a arquitectos e ingenieros. Los profesionales concluyeron que la estructura de bronce presentaba fallas serias y que si no se atendían podían agravar el estado de la obra. Además, a la pieza le faltaba el acabado del exterior.
"Yo también digo que no estaba terminada, no tenía la estructura interna. El proyecto se manejó mal desde el principio, no fue un trabajo muy profesional desde la parte de la fundición, la pátina final no se pudo realizar porque no terminó de soldar la parte interna, entre otras cosas. Los tiempos políticos son distintos de los del arte. Se inauguró antes de que estuviese terminada", sostuvo Zerneri.
Durante 90 años Colón estuvo en el patio de la Casa Rosada hasta su mudanza a Costanera Norte. Azurduy tomó su lugar, en un movimiento que demandó al menos 120 millones de pesos. Hoy, ninguna de las dos obras forma parte de ese escenario que, en los próximos meses, comenzará a colmarse de maquinaria pesada para avanzar con el Paseo del Bajo.
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