Cuba tiene una deuda externa total de unos 30.500 millones de dólares. Sumados capital e intereses, la deuda del país caribeño con nuestro país ascendería a un monto significativo, cercano a los 2500 millones de dólares, convirtiéndonos en su segundo acreedor externo, sólo después de Japón.
Cuba ha sido una mala pagadora desde los años 80. Ha renegociado su deuda externa con distintos países, entre ellos Rusia, México y Brasil. Con la Argentina existieron varios frustrados intentos de renegociación. El gobierno nacional estaría ahora dispuesto a reestructurar dicha deuda extendiendo los plazos de pago para permitir que Cuba, de una buena vez, comience a devolver a los argentinos lo que nos pertenece.
El origen de la deuda con nuestro país data de 1973. Durante el gobierno de Héctor Cámpora, con José Ber Gelbard a cargo de la cartera económica, prestamos imprudentemente a Cuba 1278 millones de dólares a seis años de plazo con una tasa de interés del 6% en un acuerdo que Cuba no respetó y que le permitió financiar la compra de tractores, automotores y maquinaria agrícola argentina.
El reciente huracán que azotó a la isla demoró un viaje de nuestras autoridades previsto para iniciar las negociaciones del caso. Existe un precedente que obra de piso respecto de esta cuestión. Es el arreglo de Cuba con sus acreedores externos del Club de París, en diciembre de 2015, y que está ya en plena implementación.Hablamos sólo de la deuda del Estado cubano con Estados y entes públicos extranjeros. Fuera de la renegociación quedó la deuda mantenida por Cuba con la banca privada.
En 2016 Cuba comenzó a repagar el capital adeudado al Club de París. Unos días antes del vencimiento acordado se devolvió el 1,6% de éste, o sea, unos 40 millones de dólares. Ese porcentaje de devolución irá aumentando paulatinamente hasta repagar el último saldo del capital, en 2033. En caso de eventual incumplimiento de los términos de la reestructuración convenida, Cuba aceptó pagar intereses punitorios a una tasa del 9% anual y dado que no está controlada por el FMI, el país aceptó informar a sus acreedores anualmente sobre la evolución de su situación económica y financiera.
Con sus acreedores latinoamericanos, incluida la Argentina, Cuba debe arribar a acuerdos semejantes a los alcanzados con el Club de París. Es hora de corregir, con una conducta impecable, una actitud poco seria. Para nuestras autoridades es hora de advertir que hemos dejado atrás la época en la que pedir a Cuba que saldara sus deudas era ideológica o políticamente incorrecto. El Gobierno tiene la indeclinable obligación de exigir el repago de los dineros que pertenecen a sus ciudadanos sin más dilación.
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