La excelente performance electoral de Cambiemos atraviesa regiones e ideologías. Y le pega un golpe formidable a las expectativas de poder de Cristina Kirchner y Sergio Massa.
Mauricio Macri logró un triunfo electoral que va más allá de sus pretensiones políticas, una victoria que no estaba en sus cálculos más ambiciosos. El Presidente descartaba excelentes resultados en la Capital Federal, Mendoza y Santa Fe, pero se sorprendió con las cifras de Córdoba, San Luis, Santa Cruz y La Pampa. De esta forma, Macri consolida su poder territorial, derrota al peronismo en todas sus variables, amplía su representación en el Congreso y exhibe su fortaleza institucional ante los banqueros y empresarios que ponían a Cristina Fernández como una fuerte amenaza al proyecto político de Cambiemos.
La historia de la democracia no tiene antecedentes de un tercer partido que sobrevive a la fuerza de gravedad del peronismo y el radicalismo. Carlos Menem se masticó a la UCEDE de Álvaro Alsogaray y Fernando de la Rúa licuó la fortaleza del Frepaso que lideraba Carlos "Chacho" Álvarez. En ambas casos, los partidos mayoritarios eliminaron una alternativa de poder que había crecido a la sombra de peronistas y radicales.
Macri conoce la historia de Alsogaray y Álvarez, y jamás aceptó una política de alianzas que implicara acompañar al establishment regional. Por eso, decidió enfrentar a Juan Schiaretti en Córdoba, a los hermanos Rodríguez Saá en San Luis, a Miguel Lifschitz en Santa Fe y a la familia Kirchner en Santa Cruz. El Presidente no cree en los acuerdos coyunturales y apuesta a candidaturas que puede controlar y moldear a su imagen y semejanza.
La victoria de Macri atraviesa regiones e ideologías. Y le pega un golpe formidable a las expectativas de poder de Cristina Kirchner y Sergio Massa. Ambos modelos de peronismo se presentaban como una alternativa de poder en los comicios presidenciales de 2019. Y ahora deberán remar contra corriente para emparejar las aspiraciones de Juan Manuel Urtubey, que ganó cómodo en Salta.
El triunfo de Cambiemos colocó en primera fila a María Eugenia Vidal, que caminó la provincia de Buenos Aires para empujar la anomia electoral de Esteban Bullrich. Si Vidal formara parte de la lógica de poder del peronismo, en este momento ya estaría conspirando contra el Presidente que le debe su triunfo contra CFK. Pero la gobernadora bonaerense entiende el concepto de lealtad política y sabe que Cambiemos es un proyecto colectivo. Vidal juega a favor de Macri, y de su reelección presidencial, un proyecto que será presentado en sociedad a principios de 2019.
Macri derrotó a Cristina, Massa, Schiaretti, Rodríguez Saá, Lifschitz, Florencio Randazzo y Martín Losteau. Sumó un número importante de diputados y senadores nacionales y ratificó su modelo de poder ante el peronismo duro y la propuesta soft de Massa. Solo le queda ratificar este triunfo político en las elecciones de octubre. Una posibilidad política que depende de sus propios aciertos y errores en la Casa Rosada.
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