Durante los últimos 4 meses casi no habíamos vuelto a escuchar sobre Estado Islámico (EI).
Ha sido borrada su existencia de la agenda que manejan los grandes medios de comunicación, a excepción de los recientes atentados. Lo que no se ha divulgado es una reciente investigación ya extendida por diversos medios del mundo de baja penetración, por cierto. El laureado periodista Thierry Myssan ha realizado un informe que especifica la creación y financiamiento de EI, lo cual no era desconocido entre los líderes de la mayoría de los países, y por los grandes grupos económicos globales. Desde estas páginas nos referimos a la vinculación directa de parte del sistema financiero con el lavado de dinero de actividades ilegales (“La Lavandería: sistema financiero y dinero blanco” 8/4/13) pero la realidad avanza superando situaciones inimaginables.
La creación de EI ha tenido participación directa de los Estados Unidos e Inglaterra, lo cual está bien documentado en ese informe y otros (las declaraciones del agente de inteligencia disidente de los EE. UU. Edward Snowden así lo acreditan; ver también Levitr Matthew IHS Defense, Risk and security consulting, Washington Institute Septiembre 2012).
La operación de envío de armas al ISIS en Irak y Siria, para derrotar a dichos regímenes políticos –el segundo de ellos férreo opositor de Israel– fue coordinada y monitoreada por el exdirector de la CIA en el gobierno de Obama –premio Nobel de la Paz–, el general David Petraeus. Luego de su renuncia al cargo en 2012 pasó a integrar el directorio de un enorme grupo de inversiones de los EE. UU., KKR & Co.LP, que se publicita en la página web de la empresa.
Desde allí continuó ejecutando las entregas de armas, incluso en la actual administración de Trump, a través de las petromonarquías árabes (los Emiratos Árabes, Qatar, Arabia Saudita), para evitar que el gobierno de los EE. UU. no tuviera que rendir cuentas ante el Congreso de este país. La libertad de tráfico aéreo de vuelos oficiales que tienen los países (se utiliza a algunos de ellos para evitar la intervención directa a las naciones que dirigen las operaciones) facilitó la entrega de material bélico y asesores militares.
Desde Nueva York se coordinaron vuelos “diplomáticos” –que no pueden ser sometidos a controles aduaneros– de compañías aéreas estatales de Azerbaiyan y Bulgaria, con armamento para EI cuyo destino final eran los aeropuertos de las petromonarquías referenciadas, e incluso Turquía.
La asistencia militar se completó mediante envíos navales desde Italia y Rumania con destino a Jordania y Arabia Saudita, donde luego se distribuían mediante vuelos irregulares en territorios ocupados por EI.
El informe indica que las camionetas artilladas Toyota blancas de EI que veíamos en los medios de comunicación fueron adquiridas en la cantidad de 1.000 por una empresa de Arabia Saudita, principal implicada en los atentados del 11/9/2011 por el Congreso de los EE. UU., que adquirió a este último hace pocos días u$s 100.000 millones de dólares en armamento.
El apoyo financiero a EI se realizó a través de bancos internacionales con sedes en Dubai y los Emiratos Árabes (¿sabían que Dubai no tiene petróleo ni gas a pesar de su riqueza ofensiva?).
El informe del 2012 del subcomité de investigaciones del Senado de EE. UU. revela el papel del banco HSBC como lavador internacional del dinero proveniente del narcotráfico y el terrorismo, incluidas sus sedes en Arabia Saudita y Dubai.
El periodista Michele Steimberg (“Executive Intellingence Review”, Nº 39, 2009) afirma que desde los bancos de Dubai se han organizado operaciones financieras de terrorismo en Medio Oriente, siendo el centro regional del lavado del opio de Afganistán.
Volviendo al informe del Senado sobre HSBC, el exfiscal y abogado de los EE. UU. John Titus en su película “Todos los hombres del pleno” muestra una carta remitida por el ministro de Economía de Inglaterra el 10/9/2012 al presidente de la Reserva Federal de los EE. UU., donde lo amenaza veladamente si se procesa a los directivos del HSBC en el marco de las investigaciones en curso.
Las mezcla de finanzas, negocios y política alcanzan un juego que va más allá del dinero.
Desde el 11 de septiembre de 2001 en que se produjeron los atentados a las Torres Gemelas en Nueva York han muerto en Medio Oriente cerca de 3 millones de personas y se han destruido cinco países.
*Abogado y docente en la Facultad de Economía de la UNC
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