Por Redacción Red43 - El tema salió en una reunión con oficiales brasileños de Cancillería y Defensa. Se habla de una cooperación técnica y logística, sin grandes despliegues, en República Centroafricana, el Congo y el Líbano.
Tras haber cerrado las puertas a tal iniciativa, la Argentina evalúa nuevamente la posibilidad de cooperar efectivamente en operaciones de mantenimiento de paz al amparo de las Naciones Unidas en zonas fuertemente convulsionadas del planeta.
El tema reapareció en la mesa de discusión este lunes, en la primera Reunión del Diálogo Político—Estratégico entre la Argentina y Brasil, con los vicecancilleres Daniel Raimondi y Marcos Galvao; el secretario de Estrategia y Asuntos Militares, Horacio Chighizola, y el subjefe de Asuntos Internacionales del ministerio brasileño de Defensa, contralmirante Carlos Eduardo Horta Arentz.
Durante este encuentro, el primero en el formato “2+2”, los funcionarios de ambos países repasaron una agenda que incluyó apreciaciones sobre los conflictos armados globales y regionales, los desafíos en seguridad y defensa que conllevan las reuniones del G20 y la asociación en materia de producción de equipamiento militar para la defensa.
Tres funcionarios de diferentes reparticiones y lados confirmaron que en el diálogo a puertas cerradas se analizó la posibilidad de que la Argentina se integre junto con Brasil en operaciones militares avaladas por la ONU para salvaguardar la estabilidad en países o territorios aquejados por guerras o conflictos internos.
En la actualidad, ambos países tienen una fuerte integración en sus centros de entrenamiento conjunto para la paz, con un habitual intercambio de oficiales. La intención brasileña es avanzar en “entrenamientos conjuntos combinados”, con vistas a probables despliegues de contingentes.
La novedad reside en que el Gobierno evalúe seriamente conceder al pedido que expresamente han hecho autoridades de Naciones Unidas, Estados Unidos y la Unión Europea, en varias oportunidades, tras rechazar una mayor asistencia en misiones de paz, a inicios de 2017, todavía con Susana Malcorra al frente de la Cancillería, y Julio Martínez en Defensa. El panorama hoy parecería distinto con el tándem Jorge Faurie—Oscar Aguad.
Entre los destinos señalados y todavía en evaluación aparece la República Centroafricana, donde ya hay presencia argentina. Este país, conocido como el “Vietnam africano”, vive constantes espirales de violencia que se han cobrado la vida de 14 Cascos Azules el último año.
Brasil descartó el envío de tropas, pero la Argentina tiene allí dos oficiales en posiciones jerárquicas.
Otra en carpeta es la misión en la República Democrática del Congo, cuya misión de estabilización (conocida como Monusco) pasó a manos del general del ejército brasileño Elías Rodríguez Martins Filho. El Congo democrático, el segundo país más extenso del África, se halla asediado por guerrillas separatistas e incursiones militares de naciones extranjeras, ávidas de explotar el coltán, un mineral clave para la fabricación de componentes electrónicos.
El tercer destino en danza es el Líbano, donde Naciones Unidas apoya al gobierno local para asegurar el retiro de fuerzas israelíes de la frontera sur y el restablecimiento del control. Brasil tiene una fuerza naval allí y la intención es incorporar un observador de la Armada.
Aunque el requerimiento inicial es técnico, a través de ingenieros para la reconstrucción de caminos, la edificación de plantas para obtención de agua, y la atención sanitaria (como ocurre actualmente en Haití), la demanda “hoy se ha ampliado y no es exclusivamente logística”, aseguró a una fuente castrense. Según al reporte de Naciones Unidas, elaborado cada mes, Argentina aporta a las misiones de paz 328 efectivos.
Los militares argentinos, en su mayoría infantes, están desplegados en Chipre (denominada UNFICYP, 276), Colombia (UNVMC, 26), Sudán del Sur (UNMISS, 9), Haití (MINUJUSTH, 6), Irak (UNAMI, 4), Sahara Occidental (MINURSO, 2), República Centroafricana (MINUSCA, 2), más otros tres en la zona disputada por Israel y Palestina (UNTSO)
Fuente El Cronista.
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