Por Mariela Arias (La Nación) - El Perlan II es un aeroplano único en el mundo; vuela en corrientes de aire únicas que se dan sólo en la cercanía a los polos; cuatro pilotos lo prueban en El Calafate.
Perlan II, un aeroplano único en el mundo, con la mayor tecnología aplicada tanto en el cielo como en la tierra
AEROPUERTO INTERNACIONAL DE EL CALAFATE.- Un planeador de fibra de carbono, de menos de 1000 kilos y un espacio mínimo para que entren dos pilotos en la cabina, surca por estos días el cielo patagónico, sin motor e impulsado solo por el fenómeno metereológico conocido como "onda de montaña" que conjugado al vórtice polar permite surfear en corrientes de aire únicas que se dan sólo en la cercanía a los polos.
Se trata del Perlan II, un aeroplano único en el mundo, con la mayor tecnología aplicada tanto en el cielo como en la tierra, aunque su vuelo depende exclusivamente de las condiciones meteorológicas y del conocimiento y versatilidad de un grupo de expertos pilotos en busca de corrientes casi únicas en el mundo, que pueden llevar a esta aeronave experimental a la frontera con el espacio.
El etéreo aeroplano parece sacado de una película futurista, se confunde con las nubes, de donde también tomó su nombre, y, por estos días, intenta entre otros objetivos superar el récord mundial establecido aquí en 50.722 pies (15.4 kilómetros), en 2006 por Steve Fosset y Einar Enevoldson a bordo del Perlan I.
Tim Gardner hace un chequeo del instrumental antes del despegue. Foto: LA NACION / Horacio Córdoba
El proyecto cuenta con el financiamiento de donantes individuales y el patrocinio de AirBus Group desde el 2014. "Le damos apoyo a este tipo de proyecto, no sólo por la gran trascendencia técnica si no también porque nos enfocamos en la calidad de personas que lo hace, todos de gran profesionalismo", detalló Paul Eremenko, director de tecnología de Airbus, en diálogo con la prensa.
Cada mañana empieza temprano en el hangar del Aeroclub El Calafate, ubicado en el aeropuerto internacional Armando Tola, el hogar transitorio del Perlan II, adonde llega un equipo variado tanto en edades, nacionalidades y profesiones. La información del clima les define si ese día volarán, saben que cada día en el aire es una prueba que les servirá para mejorar y aprender.
El planeador Perlan II listo para un vuelo más de prueba y a punto de ser remolcado. Foto: LA NACION / Horacio Córdoba
La voz de los pilotos
"En este tipo de vuelos, hay más riesgo que con un avión convencional, de donde te puedes salir de una situación con meter motor", explica a LA NACION el español Miguel Iturmendi, un experimentado piloto de prueba que vive en EE.UU y uno de los cuatro pilotos del Perlan II.
Iturmendi asegura que "lo más impresionante es que se te olvida que no tienes motor, vas con tu mapa, vas para arriba, para abajo, y de repente te das cuenta que no tienes motor, es muy bonito porque te da la esperanza que los aviones podrían ser mucho más eficientes de lo que hoy son".
Además de Iturmendi, el equipo de vuelo esta integrado por el jefe de pilotos Jim Payne, Morgan Sandercock y Tim Gardner. A diferencia de los vuelos del Perlan I hoy los pilotos no llevan trajes espaciales, sólo ropa que calientan con las baterías del avión para hacer frente a los 20 grados bajo cero que suele alcanzar la cabina.
Payne y Gardner volarán esta mañana, Iturmendi estará a cargo de la operación en la torre de control. Luego del aterrizaje de un vuelo de Aerolíneas Argentinas, la pista queda libre.
Todo el equipo del Perlan II. Foto: LA NACION / Horacio Córdoba
Una camioneta remolca el aeroplano hasta la pista, allí será el turno de una avioneta piloteada por Horacio "El Cholo" Miranda, de 80 años, que viaja cada año desde Río Negro para ser parte del equipo. "¿Se comunica en inglés con el equipo?", pregunta La Nación, "no hace falta hablar para volar, con conocer los equipos alcanza", afirma Miranda, quien hace gala de un gran estado de salud. Con una soga de 70 metros, la avioneta remonta al Perlan hasta la altura necesaria en que los pilotos deciden soltarse y seguir impulsados por las "ondas de montaña".
A Morgan Sandercock, australiano, piloto y diseñador del proyecto Perlan II, le toca seguir las operaciones desde la tierra. "Tenemos una red donde se toman todos los datos de supervivencia del avión y se mandan a las pantallas de los pilotos y de ese modo tenemos en línea todo lo que esta sucediendo dentro del avión", explica con la asistencia de su esposa, Sandra Bazgan, analista de sistema y una de las pocas argentinas del equipo.
A medida que Perlan II continúa escalando a través de la atmósfera y entrando a la estratósfera, va recolectando datos claves relevantes para importantes investigaciones científicas, ayudando a cerrar brechas de información relacionadas con el cambio climático, aprender más sobre aeronaves volando en climas extremos a grandes altitudes, efectos de la radiación en pilotos y aviones en la estratósfera, entre muchos otros.
La mayor altitud alcanzada por Perlan II durante los vuelos de prueba en lo que va del año fueron 9.906 metros. Les resta dos semanas más de pruebas aquí y esperan ascender aún más. Cada mañana el equipo se levanta esperando que sea el gran día para volar.
Perlan II, el planeador construido por Airbus en pleno vuelo
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