El gobierno de las islas apuesta al repunte de dos sectores decisivos
El muelle se encuentra casi sin actividad. Foto: LA NACION / Hernán Zenteno (enviado especial)
PUERTO ARGENTINO.- El muelle de uso exclusivo de las petroleras no registra movimiento hace casi un año. La industria pujante del turismo espera ansiosa que se establezcan más conexiones aéreas con el continente, un acuerdo que parece no llegar. El futuro del comercio con la Unión Europea (UE), el máximo socio de las islas Malvinas , es seguido de cerca aquí, por las implicancias que pueda acarrear el Brexit. Mientras, el gobierno local exige a Mauricio Macri que levante las sanciones económicas a las empresas multinacionales que operan en el archipiélago y traza planes para diversificar la economía, lo que le permitiría depender menos de las regalías de la pesca.
Las Malvinas parecen estar en una espera permanente. Las condiciones están dadas para que la economía se dispare, según los isleños, pero ese momento se demora en llegar.
El acuerdo que alcanzaron los gobiernos argentino y británico el año pasado, que prevé la reanudación de los vuelos, fue recibido con optimismo en las islas. Sin embargo, en las últimas semanas, las autoridades malvinenses transmitieron su malestar por la parálisis en las tratativas para ello y culpó a la Cancillería.
El turismo es una de las actividades que más creció en los últimos 15 años aquí y la falta de conexión con el continente es, para los isleños, una "restricción" al desarrollo de la actividad. Según datos del gobierno local, hay más de 30 operadores turísticos europeos que preparan cada vez más paquetes a las islas a través del viaje militar de la Royal Air Force, que hace escala en Cabo Verde y tarda 18 horas desde Londres. Se cree que un incremento similar podría darse con América latina.
Hoy, las Malvinas reciben sólo 1600 turistas por año que vienen en avión contra unos 60.000 que llegan en cruceros y que plantean todo un desafío a la infraestructura de Puerto Argentino, donde viven algo más de 2100 personas, el 70% de la población total de las islas.
El acuerdo también contempla la exploración conjunta de hidrocarburos, una actividad que en el archipiélago se practica hace años. Sin embargo, la actividad aquí bajó la intensidad en 2016, acompañando la caída del precio del barril de petróleo. Se prevé una reactivación en los próximos meses.
La mejora de las relaciones eleva las esperanzas para explotar los vínculos comerciales con la región. Actualmente, el mayor socio comercial de las islas es la UE. Según datos del Comisión Europea, en 2016 la balanza comercial con el bloque fue de unos U$S 292 millones, un 86,7% del intercambio total de las islas con el exterior. En segundo lugar quedó Estados Unidos, con U$S 20 millones.
Pero esa integración plena con la UE estará en discusión en los próximos años por la salida del Reino Unido del bloque. Jan Cheek, miembro de la Asamblea Legislativa de las Malvinas aseguró al medio británico The Telegraph que aún no hay certezas acerca de "qué forma tomará el Brexit" y de cómo ello afectará el comercio con esa región.
Paralelamente, las islas reclamaron la semana pasada a la Argentina ante las Naciones Unidas que levante las sanciones a las multinacionales que desean funcionar aquí, una medida que, según el político isleño Mike Summers afecta el desarrollo económico del archipiélago. "La Argentina ha fallado en honrar los acuerdos vigentes", dijo el funcionario ante la mirada del canciller argentino, Jorge Faurie.
Que la tensión permanente del vínculo entre la Argentina y las Malvinas mejore es incluso incentivado por Londres. La primera ministra británica, Theresa May, envió en diciembre un mensaje directo a las islas, en el que sostuvo que "una mejor relación con la Argentina será beneficioso para todos" y que ello significará "recompensas con beneficios para la economía, mejorando el comercio y el turismo, a la vez que desarrollando las industrias de hidrocarburos y pesca".
El impulso al acercamiento en el alto nivel de la política encuentra, sin embargo, algunos obstáculos entre los isleños. Además del desdén que genera el vínculo con nuestro país, algunos incluso lo rechazan explícitamente. El edificio del organismo encargado de vender las licencias para la pesca, por ejemplo, tiene las ventanas empapeladas con mensajes de advertencia a la Argentina. "No hay diálogo posible hasta que levanten el reclamo por la soberanía", dice una de las leyendas.
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