(La Nación) - El conurbano es pasto de la delincuencia en sus diferentes vertientes cada vez más violentas y audaces, mientras resultan insuficientes la labor de las fuerzas policiales o el empeño que éstas ponen en la lucha contra el delito.
Aunque se suele repetir que las zonas más castigadas son las del Sur y el Oeste, el Norte no escapa de la trágica ola, donde una de las modalidades más en boga y menos reprimidas es el asalto a automovilistas que circulan por la autopista Panamericana en horas de la noche y se ven obligados a detener su marcha tras atropellar diversos obstáculos que causan serios destrozos a los vehículos.
Trozos de cemento, piedras, clavos miguelito y neumáticos son algunos de los objetos que arrojan al asfalto los asaltantes con llamativa facilidad y absoluta impunidad. A ellos se los denomina "rompeautos" y al tipo de robo que practican, "robo piraña". Actúan en grupos de entre cuatro y seis delincuentes y una vez que el automóvil se detiene los rompeautos surgen de la banquina y obligan a los ocupantes a entregarles todos los objetos de valor. Luego huyen velozmente hacia la colectora.
A diferencia del periodista Marcelo Longobardi, quien pudo evitar el robo porque si bien su camioneta chocó contra un bloque de cemento, el vehículo resistió el fuerte impacto y logró continuar la marcha, muchos otros no tuvieron la misma suerte, e incluso algunos han resultado heridos.
La mayoría de los asaltos tienen lugar entre San Fernando y Campana y en la ruta 9 entre los kilómetros 60 y 67. Los rompeautos suelen arrojar los obstáculos desde los puentes que cruzan la autopista. El año pasado, una niña que dormía en el asiento del acompañante mientras su padre conducía por el corredor Bancalari hacia un barrio cerrado recibió una pedrada tan fuerte en la cabeza que tuvo convulsiones y hubo que operarla.
Voceros de Autopistas del Sol, la concesionaria, han respondido que los problemas de seguridad no le competen a la empresa sino a la policía, que en el kilómetro 60 tiene un pequeño puesto.
Evidentemente, la vigilancia policial es insuficiente para prevenir los asaltos y nula para atrapar a estos delincuentes. Se requieren decisión política, refuerzos y el empleo de medios modernos, como drones y helicópteros, cuya vigilancia también cumplirá un claro papel disuasivo.
La continuidad en el tiempo de estos trágicos hechos se basa en la impunidad de que gozan los delincuentes. En cuanto a la respuesta de la concesionaria, si bien es cierto que la seguridad es una competencia policial, mientras dura la emergencia no debería mirar para otro lado y limitarse a cobrar el peaje.
De no afrontar con la decisión y los recursos indispensables estos hechos, que también ocurren en la autopista Buenos Aires-La Plata, el acceso oeste, el camino Parque del Buen Ayre -e incluso en la ciudad de Montevideo-, pronto lamentaremos una muerte.
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